15 de febrero de 2021

Oráculo Energético

Oficializar con firmeza la dirección estratégica de privilegiar los proyectos de energías renovables y mover la matriz a un 100% de renovables en el 2040.

Por JUAN LLADO 

Nuestras autoridades del sector energético deben ser muy cuidadosas al planificar la evolución de la matriz de generación de electricidad. Una poderosa razón es la necesidad de descarbonizar nuestra economía en cumplimiento con los compromisos adquiridos en el Acuerdo de Paris sobre el cambio climático. Otra es la conveniencia de bajar los costos de generación lo más posible con las nuevas tecnologías. En función de esos desafíos, la gran disyuntiva estriba entre el uso de los combustibles fósiles versus el de las energías renovables. Abrazar decididamente estas últimas es el trascendente reto de la coyuntura.

A nivel mundial, los principales responsables del calentamiento global son los gases de invernadero provenientes de las plantas de generación de electricidad de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural). Para evitar sus terribles consecuencias sobre el clima mundial, los signatarios del Acuerdo de Paris suscribieron un serio compromiso: “el objetivo a largo plazo de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C sobre los niveles preindustriales y limitar el aumento a 1,5 °C, lo que reducirá considerablemente los riesgos y el impacto del cambio climático.” El equilibrio entre las emisiones de gases de invernadero y las absorciones se conseguiría en la segunda mitad del siglo.

El Acuerdo compromete a los 195 países suscribientes a presentar y comunicar sus planes sobre sus respectivas contribuciones nacionales a la reducción de las emisiones. China se ha comprometido a ser climáticamente neutral para el 2060, mientras Japón, Corea del Sur, Sudáfrica, la Unión Europea y Canadá, lo alcanzarán para el 2050. Mientras, la nueva Administración de Estados Unidos ha prometido una revolución energética, justicia medioambiental y neutralidad cero para el 2050. (China y EEUU son responsables del 45% de las emisiones.) La República Dominicana, por su parte, se ha comprometido a reducir sus emisiones un 25% entre el 2020 y el 2030.

En años recientes el país ha logrado bastante en la inducción de cambios en la

matriz de generación eléctrica hacia combustibles menos contaminantes. En parte por el impacto de la termoeléctrica de Punta Catalina se han convertido 900 megas al uso del gas natural. Según la ADIE, esto ha reducido el costo del kwh de 11.94 centavos de dólar a 6.96. Se estima que las energías renovables proveerán un 19% de toda la energía en el 2021, lo cual nos pone muy cerca de alcanzar la meta de la prometida contribución nacional a la reducción de emisiones. A la vez esto permite proponer que el país se comprometa a ser neutral en emisiones para el 2040, lo cual requerirá de una fuerte preferencia por las fuentes de energías renovables.

La preferencia por la energía eólica y solar tiene una justificación muy simple y contundente: el más bajo costo de producción del kwh. “En los últimos 10 años, el costo de la energía eólica se ha reducido en casi un 70% y el de la energía solar en un 90%. Después de que ese costo cayera por debajo del carbón en el 2018, la tendencia es que las reducciones continuarán en las siguientes décadas. Mientras tanto, el costo de las baterías de iones de litio se ha reducido en un 85%.”

En adición, los costos de inversión en energías renovables también justifican su adopción. “Un sistema 100% de energía renovable es más barato que un sistema de combustible fósil normal. Se requieren más inversiones en los primeros diez años de la transformación, pero los ahorros en los costos de los combustibles fósiles pueden financiar significativamente la transición. En Bangladesh, los ahorros en el costo de combustible podrían cubrir el 180% de las necesidades de inversión del país para una transición del 100% a las energías renovables hasta 2050. Los escenarios del 100% de las energías renovables en Tanzania, Costa Rica y Bangladesh, han demostrado que el precio promedio de la electricidad puede caer cuando se utilizan energías renovables.”

Algunos objetarán que, debido a las veleidades del clima, las fluctuaciones de la generación son el Talón de Aquiles de las renovables. Pero ya ese problema está prácticamente resuelto con el desarrollo de las baterías gigantes para el almacenamiento de la energía. Con los Megapacks de Tesla, por ejemplo, “se puede instalar una planta de almacenamiento de energía con 1 GWh de capacidad en tres meses y se puede conectar directamente a la corriente continua, dando lugar a energía renovable sin cortes.” Basados en esas capacidades, países como España tienen ya una estrategia para alcanzar la meta de que la generación dependa en un 100% de las energías renovables. Esto lleva a pensar, entre otras opciones, en el papel que podría jugar la Isla Beata, dado su muy favorable régimen de vientos.

Aun con políticas corajudas que impulsen las renovables, las autoridades deben mantener un ojo avizor frente a otras tecnologías que se gestan para abaratar aún más el costo de producción de la energía. La opción de la energía nuclear podría hoy día ser una alternativa viable para generar energía para la isla entera. Y ahí está la rutilante promesa del “hidrogeno verde”, el cual está siendo abrazado como panacea por países tales como Arabia Saudita y Alemania. En un futuro más lejano se encuentra la fusión y la promesa china de generar energía con Helio 3 proveniente de la Luna. La rapidez con que se desarrollan estas nuevas tecnologías obliga a programar cuidadosamente el uso de las diferentes tecnologías en el desarrollo de la matriz energética futura.

Nosotros metimos la pata cuando optamos por una planta de carbón en Punta Catalina cuando se nos ofrecía la alternativa del gas natural. Convertir esa planta a un ciclo combinado o invertir en la tecnología de la captura de carbono para neutralizar las emisiones conlleva inversiones adicionales que por los costos implícitos no podrían acogerse en la coyuntura. De ahí que ahora sea aconsejable privilegiar los proyectos de energías renovables para que plantas de gas natural que se estarían licitando ahora no pasen a ser alternativas obsoletas y dañinas en breves años.


Por supuesto, lograr la ambiciosa meta de una matriz con la totalidad de fuentes renovables, no será fácil. “Si bien los compromisos internacionales como el Acuerdo de París y la Agenda 2030 señalan la voluntad política para la transformación necesaria, no es suficiente. Las principales lagunas radican en la ambición insuficiente de los objetivos nacionales de energía y clima, la falta de políticas y medidas informadas para aumentar la energía renovable y el ahorro de energía, así como para desbloquear los recursos financieros necesarios. Falta acción política para implementar una transición justa que no deje a nadie atrás.” La decisión estratégica del gobierno es fundamental.

La transformación de nuestra matriz de generación requerirá incentivos para que los actuales generadores de combustibles fósiles acepten las consecuencias. La presión que sobre ellos significaría la adopción de la propuesta meta de la descarbonización para el 2040, sería peor que la que significó Punta Catalina. (La carga la aligera el hecho de que el Estado es propietario de una importante proporción de esa generación.) Alguna fórmula paliativa habría que encontrar para incentivar a esos generadores a moverse hacia las energías renovables. Y en ese sentido, no debe escatimarse esfuerzo para brindar exenciones fiscales, generosos contratos de compra de energía y hasta subsidios al desarrollo de las plantas como lo están haciendo algunas naciones del sudeste asiático.

Es imperativo y urgente que la Comisión Nacional de Energía se aboque a actualizar el documento que preparó en el 2017, con asesoría de IRENA, sobre las “Perspectivas de Energías Renovables: República Dominicana” para oficializar, con firmeza, la dirección estratégica de privilegiar los proyectos de energías renovables y mover la matriz a un 100% de renovables en el 2040. La contribución nacional al combate al cambio climático no se limita a este crucial sector de la economía, pero su orientación hacia la descarbonización y la neutralidad de las emisiones es clave.

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