Por Carlos Darío Sousa S.*
Los títulos y contenidos fundamentales de los
cinco tomos editados es el siguiente. Tomo I: Educación. Tomo II: La
Mujer. Tomo III: Testimonios.
Tomo IV: Diarios y temas diversos.
El Tomo V está dedicado a la literatura hispanoamericana.
Particularmente quiero centrarme en los aspectos que creo más
importantes, por su profundidad, investigación, y por tanto, aporte al
conocimiento de lo tratado, lo señalado como contenidos fundamentales. Camila y la Educación es un tema fundamental
para conocer su dedicación a la docencia. Podemos insistir, y nunca agotar sus
concepciones, y es que para ella la educación es eminentemente social, de ahí
sus valoraciones
acerca del significado que tiene la sociedad en la formación
de los educados, sobre la que reflexiona con las actitudes del educado, pues el
proyecto de vida debe de estar integrado en la sociedad, en otras palabras, la
“socialización del individuo, pues la vida para los hombres quiere decir la
vida social”.
Este Tomo primero contiene “La pedagogía en CHU”, y lo
inicia con las ideas pedagógicas de Eugenio María de Hostos, seguido del
“Educador”, donde dice “la educación hoy empieza a identificarse con liberación
del poder creador, con sentido de vida”. La educación nueva es funcional,
basada no sólo en la inteligencia y los sentidos, sino en los impulsos y
emociones vitales. El maestro es un guía, y sobre todo un animador.
En una conferencia pronunciada en julio de 1936, titulada “Precursores de la escuela nueva o progresiva”, nos da las
referencias a los que ella considera como más importantes educadores por su
aporte a la modernidad de entonces.
La primera gran referencia es sobre León Tolstói del que dice es “profeta de la escuela nueva” por la
profunda intención social y por el cambio que debía producirse en la
civilización a causa de la transformación
del trabajo. Tolstói mantuvo
durante años su escuela “Yasnaia Poliana”, una escuela popular donde
reinaba la más absoluta libertad.
Su idea, cuyo alcance filosófico-social es vastísimo, pueden
resumirse de este modo: libertad, no violencia; orden: moral orgánica, no
impuesta; superioridad de la vida sobre la inteligencia pura, necesidad de relaciones
humanas y vivas por encima de todas las barreras; superioridad del conocimiento
concreto sobre el teórico, y superando todas las leyes la del amor a la
humanidad.
John Dewey es
llamado “padre de la educación moderna”. La concepción educativa de Dewey, como
toda teoría educacional parte de una doctrina filosófica, es decir de una
interpretación unificada de los problemas universales.
Todo sistema de
educación es la aplicación de una interpretación filosófica.
Su doctrina pedagógica se deriva de los conceptos de la
escuela norteamericana de la filosofía que se denomina Pragmatismo, este es
sobre todo un método, un punto de vista desde el cuál apreciar las cosas. Se
basa en el modo de pensar, que estima la verdad de todo juicio por sus
consecuencias prácticas. El pensamiento se somete al principio de la prueba
final.
Su pedagogía se distingue, además, por su empeño socializador.
Quiere que en la escuela se aplique el principio que sustenta la vida y las
actividades de una democracia: la cooperación.
En 1892, un hombre de noble personalidad, F. W. Sanderson, empezó a realizar una reforma más profunda en la
escuela similar a la establecida por Deway.
Sanderson, al que Camila llama “el poeta de la escuela
nueva”, y poeta originalmente significa creador, y poesía, no es otra cosa que
creación. De ahí a que a él se le daba que en la nueva educación, la
comprensión de la necesidad del poder creador en el maestro, es fundamental a
los fines de una sociedad moderna.
En su sistema se
suprimen premios y castigos, y el
régimen de competencia sustituyó el de cooperación. Reformó el plan de
estudios, fundó laboratorios y talleres, introdujo nuevos sistemas y formas,
como es el caso de las Conversaciones de ciencias y dramatizaciones en
literatura.
De algo podemos decir, dice Camila, definitivamente sobre la nueva educación es que anima un impulso
vitalista, de creación y desarrollo orgánico, y que aspira, educando al
individuo por y para la comunidad a formar al hombre nuevo, miembro de una
sociedad futura unificada.
Este tomo V se completa con largos e interesantes estudios
sobre “La enseñanza del español y la literatura en la primaria, la secundaria
básica y el preuniversitario”. “La escuela, el maestro, la guerra y la paz”, finalmente, “Apuntes para la historia de La educación”.
En los Apuntes, tenemos “Historia de la Enseñanza
Universitaria en la América Española”, que es un recorrido sobre la fundación
de los Colegios por las órdenes religiosas. En España hay universidades desde
el siglo XVI, son instituciones organizadas para el estudio de las más altas
ramas del saber, y reciben del Rey y el Papa el derecho de conferir grados en ciertas materia como Artes
–Humanidades- Teología, leyes y medicina.
La orden de los Dominicos de la ciudad de Santo Domingo en
la isla Española fue la primera en obtener por Bula del Papa, en 1538, el rango
de una universidad para su Colegio. No hay, dice Camila, noticias sobre el
funcionamiento de esa Universidad.
Otro de los temas recurrentes de Camila son sobre la mujer,
el tomo II está dedicado a ellas. Van desde “Mujeres en la Colonia” “Mujeres y
Sociedad”, y “la mujer en la literatura y en el arte”.
La actividad magistral de Camila es importante para el
desarrllo de la cultura hispanoamericana y para los movimientos reivindicativos
de los derechos de las mujeres. En su charla del 1939, pronunciada en la
Institución Hispano-Cubana de Cultura, no es sólo un recorrido por la historia,
sino, también, un alerta a la necesidad de cambio en la sociedad. En la que es
necesario que la mujer tenga, emancipación económica, capacidad jurídica,
obtención de todos los derechos políticos, derecho a la educación y revisión de
los fundamentos en que descansa la moral sexual. Por supuesto esto lo que
indica, y lleva, es a superar el orden social donde no exista la inferioridad o
como se decía no hace tanto tiempo, minoría de edad.
Camila tiene una gran admiración por las mujeres que a través
de sus contribuciones en la historia de la humanidad, o de sus respectivos
ámbitos, de mujeres, tales como son, las de la Colonia, Monjas escritoras. Hace
un inventario, una larga lista y los aportes de cada una de ellas, desde la
reina católica Isabel de Castilla, María de Toledo, hasta las monjas como Sor
Juana Inés de la Cruz, o de Isabel de Moctezuma, -seis matrimonios, viuda tres
veces- hija legítima y heredera universal de Moctezuma, señor de la nueva
España, que casaría con un hijo –ilegitimo- de Hernán Cortez.
Es interesante constatar como los contactos entre los
conquistadores y las mujeres nativas acarrearon problemas que pudieron
arreglarse, más bien limitarse, con la ley aprobada por Fernando el Católico de
1514, que reconocía de forma legal una realidad que fue una de las
características de la conquista y colonización en América, el mestizaje. Si
quieren ampliar sobre el tema les recomiendo “La ley de matrimonios mixtos que
cambió la colonización de América”, del historiador Juan Rivas Moreno.
Al triunfo de la Revolución cubana, Camila deja la placidez
del campus universitario de EEUU, donde había ganado no sólo prestigio, sino también, una merecida pensión. Deja todo eso y emprende viaje a su amada Cuba, de la que siente solidaria del paso que están dando como país.
La Universidad de La Habana le otorgó en diciembre de 1970
la categoría de Profesora Emérita.
El 18 de octubre de 1971, Camila envió una carta a las
autoridades universitarias, en la que les manifestaba: mi familia reside en Santo Domingo, me pide que vaya a
visitarla. Tuvo que esperar hasta el año siguiente para cumplir ese deseo.
Camila nace el 9 de abril de 1894, fallece el 12 de
septiembre de 1973.
“El que educa, más que informar debe forjar”, y eso hizo
toda su vida. A lo mejor un día de estos se le reconocen sus valores.
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