De
cualquier modo, en el 2019 el gobierno decidió contratar a la empresa de
arquitectos canadiense Lemay para que elaborara un “Master Plan” para el
desarrollo turístico de Pedernales. Fue apenas en enero del cursante año que el
Ministerio de la Presidencia presentó ese “Master Plan” en la Feria de
FITUR buscando la atención de potenciales inversionistas.
Por Juan Llado
En
1996 el gobierno se dispuso a rescatar los terrenos usurpados de Bahía de las
Águilas. Pero no fue hasta diciembre del 2018 que la Suprema Corte de Justicia
finiquitó el litigio estableciendo que el Estado era su legítimo dueño. En ese
lapso de 22 años fueron muchas las veces que, prometiendo un desarrollo
turístico para Pedernales, se anunció que había llegado “la hora del sur”, la
región más pobre del país. Está por verse ahora si el presidente Abinader, al
revelar su predilección por el área y anunciar la alta prioridad de ese
desarrollo, logra despegarlo con un modelo que compagine las reales
potencialidades turísticas de la región con el mercado.
Algunos antecedentes
legales del desarrollo edificarán al presidente para que tome las mejores
decisiones. Fue el presidente Balaguer quien, por el Decreto No.322-91 designó
la zona como "Polo Turistico IV ampliado de la Región Sur", lo cual
fue refrendado por la Ley No.266-04. Un decreto del presidente Mejia
(273-01) declaró de utilidad pública todo el litoral entre Oviedo y
Pedernales, pero este fue luego derogado (749-04).
La Ley No.202-04 de Áreas Protegidas segregó a Bahía de
las Águilas del Parque Nacional Jaragua y la designó en la
subcategoría Área Nacional de Recreo (Polígono 2) de la Categoría VI Paisajes
Protegidos, la cual tiene la menor restricción de uso entre las seis categorías
de áreas protegidas. El Decreto No.686-05 creó una comisión para el desarrollo
turístico de la “franja liberada”, el cual no prohijó ningún desarrollo y
no ha sido derogado. Y la Ley No.28-01 incluye a Pedernales en la Zona Especial
de Desarrollo Fronterizo, la cual concede incentivos fiscales a los proyectos de
toda la zona fronteriza.
Un
problema jurídico que se desprende de la legislación vigente y de la
preferencia de algunos ambientalistas, es el relativo a la designación de Bahía
de las Águilas como área protegida. Ya se señaló que la Ley No.202-04
la segregó del Parque Nacional Jaragua, pero persisten voces que afirman
que sigue siendo parte de él. El problema asociado es el de las falencias de la
referida legislación, las cuales han sido señaladas y criticadas duramente por
la Academia de Ciencias en un reporte del 2005 (que ya no está disponible
online). Desde entonces se han realizado multiples
reuniones de los concernidos para tratar de arribar a acuerdos sobre la
modificación requerida de la ley –y hasta se ha llegado a crear una
Comision para esos fines--, pero no ha sido posible lograr consensos. Mientras,
esa legislación sigue vigente y, por tanto, Bahía no es parte del Parque
Nacional, una categoría de área protegida que tiene una restricción de uso
mucho mayor.
Tanto
Pedernales como la región han sido concebidos como atractivos para diferentes
segmentos del mercado turístico. La pionera evaluación turística de
Edes-Mendar del 1971, ofreció la primera designación de la provincia como parte
de la Zona Sur del país, relegándola “como la menos apta para el desarrollo en
comparación con las otras debido al entonces difícil acceso y la alta inversión
en infraestructura requerida para su desarrollo.” En el 1982, el primer Plan de Ordenamiento Territorial Turístico definió 14 áreas turísticas en el territorio nacional
incluyendo la de Cabo Rojo, la cual tendría la playa de Bahía de las Águilas
como centro, con Pedernales como ciudad de apoyo y el puerto y pista de
aterrizaje en Cabo Rojo como instalaciones “ancla”. Posteriormente el Plan de Manejo del Parque Nacional
Jaragua de 1986 elaborado por la GTZ, visualizó un uso turístico dentro
del Parque, con un desarrollo de cabañas turísticas, señalando además que “el
litoral costero inmediato al Parque muestra muchas condiciones aptas para el
desarrollo del turismo y puede ser utilizado sin causar serios impactos
ambientales negativos a los recursos del Parque.”
En el 1991, otro Plan Nacional de Ordenamiento
Territorial Turístico financiado por el BID, ubicó las áreas turísticas
de la zona sur en Barahona-Oviedo y Cabo Rojo. “Postulaba que la aventura y el
‘turismo ecológico’ eran las opciones más validas de desarrollo.” “El área
turística de Cabo Rojo atraería a los ‘exploradores’ internacionales que buscan
lugares tranquilos y aislados.” Una revisión del referido Plan hecha en el 1996
concluyó que “a pesar de los inequívocos atractivos turísticos de la región, la
misma no puede competir con otras que basan su principal atractivo en el
concepto ‘sol y playa’. La región tiene condiciones para ser desarrollada
esencialmente como un polo ecoturístico, dadas las condiciones naturales
excepcionales.”
Esa
conclusión fue refrendada en un reporte de SRI International/USAID del 1997, que
planteó la posibilidad del “Desarrollo
del Ecoturismo en el Suroeste de la Republica Dominicana”. Entonces, en el
2003 la cooperación española (AECI) produjo el informe “Ecoturismo y Desarrollo Sostenible
en la Provincia Pedernales”, el cual ratificó la visión de que la
provincia fuera un destino ecoturístico. El Consorcio Ambiental Dominicano
también concluyó que el ecoturismo era el segmento a explotar en su
reporte del 2006 “Estrategia para la Promoción del Ecoturismo Comunitario”. Y un
reporte del 2007 del Consejo Nacional de Competitividad titulado “Estrategia Competitiva del Clúster
Turistico de Pedernales”, refrendó el concepto.
Esa
concepción de un destino ecoturístico prevaleció por muchos años. Pero
como el ecoturismo es un segmento de mercado que busca los atractivos naturales
y culturales de una región y en Pedernales no existen atractivos culturales de
consideración, el concepto de desarrollo usado posteriormente centró la
atención en los atractivos de la flora, la fauna, el paisaje y otros aspectos
de la naturaleza. (Es debido a esos atractivos que el 70% del territorio de la
provincia está declarado área protegida y forma parte de una Reserva de la
Biosfera.) Más recientemente, en el 2018, el Ministerio de Economía produjo un “Plan para el Desarrollo Económico Local Pedernales” que
visualiza un “turismo ecológico y de naturaleza”. Esa terminología deja
atrás el vocablo “ecoturismo” en favor del “turismo ecológico” y del “turismo de
naturaleza”, dos segmentos de diferentes significados, implicaciones y
requisitos.
Por
mucho tiempo ha existido un
conflicto jurisdiccional entre los ministerios de Turismo y Medio Ambiente
respecto a quien tiene la última decisión sobre el desarrollo. El Ministerio de
Turismo elaboró en el 2012, con asesoría de técnicos costarricenses, el Plan de Ordenamiento Territorial Turístico de Pedernales, el
cual renunció al ecoturismo en favor del “turismo de naturaleza”, un concepto
más pertinente en virtud de que se centra en los atractivos naturales y
reconoce el potencial uso de los recursos playeros de la provincia. Un reporte
del 2014 patrocinado por el Consorcio Dominicano de Competitividad Turística y
elaborado por quien escribe, el Plan
Estratégico de Desarrollo Turistico Sostenible del Destino Pedernales, y
otro del 2016 de la CEPAL, Fortalecimiento de la Cadena de Valor de Turismo en Pedernales,
refrendaron el concepto de turismo de naturaleza como el más
apropiado. El Ministerio Ambiente no ha producido un plan de desarrollo
turístico para Pedernales excepto por algunas sugerencias de uno de sus
técnicos (Mateo, 2006) para el entorno de Bahía de las Águilas.
De
cualquier modo, ninguno de los diagnósticos mencionados contemplaba el
desarrollo de instalaciones hoteleras en Bahía de las Águilas. Fue una “Propuesta Técnica para el Desarrollo de Bahía de las Águilas” de la
Academia de Ciencias y la Comisión Ambiental de la UASD del 2004, que primero
visualizó un desarrollo hotelero masivo en Cabo Rojo, no en Bahía. Con
esto se reconocía la necesidad de explotar los recursos playeros de la
provincia, pero se restringía el uso de la playa de Bahía a la visitación a
pie, por carro o por bote solamente. Sin embargo, el Plan Estratégico de Desarrollo Turístico de la República Dominicana del 2000, elaborado por una
cooperación andaluza, advertía que “la alternativa de ubicar instalaciones
hoteleras en Cabo Rojo no evitaría necesariamente el daño ecológico a Bahía de
las Águilas, especialmente si a los turistas que se queden en Cabo Rojo se les
permite usar el área de playa.” Por otro lado, la Fundacion Friedrich Nauman, en
una evaluación del 1996 “El Ecoturismo y su Potencial
Aporte al Desarrollo de la Región Suroeste”, concluyó que “el suroeste no
puede esperar competir en el mercado ecoturístico internacional, especialmente
contra países como Costa Rica y Venezuela. Las atracciones turísticas existentes
tendrían que explotarse como complementos a instalaciones turísticas
convencionales.” Quien escribe, por su lado, ha evaluado la conveniencia de
permitir hoteles en el entorno de Bahía en un artículo de tres entregas: “¿Turismo en Bahía de las
Águilas?”.
De
cualquier modo, en el 2019 el gobierno decidió contratar a la empresa de
arquitectos canadiense Lemay para
que elaborara un Master Plan para
el desarrollo turístico de Pedernales. Fue
apenas en enero del cursante año que el Ministerio de la
Presidencia presentó ese “Master Plan” en
la Feria de FITUR, buscando la atención de potenciales inversionistas. (El
mismo contempla una inversión inicial de US$200 millones.) Previamente había
creado un entramado institucional que incluye un Gabinete Turístico, un
Fideicomiso para el Desarrollo Turístico de Pedernales (administrado por
Banreservas y que “permitió crear una serie de diagnósticos y estudios de
desarrollo e infraestructura de la zona”) y un Comité para el Desarrollo Turístico de Pedernales presidido por el referido ministro.
El
presidente Abinader deberá decidir si se compromete con ese Master Plan y su concepto
de desarrollo. El mismo abandonó el concepto de turismo de naturaleza y
adoptó el de “turismo ecológico”, el cual prevé un desarrollo de baja
densidad con énfasis en la conservación, un desarrollo de senderos y
circuitos y la ubicación de los hoteles en Cabo Rojo. La preferencia por
ese concepto deberá ser determinada por un juicio previo sobre la
competitividad internacional de los recursos naturales de la provincia y zona
circundante. Hay razones para pensar que el concepto de desarrollo de la
firma Lemay no es el más adecuado. Se advierte que nuestro suroeste no
ofrece una ventaja competitiva considerable frente a los países competidores de
Centroamérica, Venezuela y Colombia, como para poder atraer muchos turistas
sobre la base de sus atractivos de naturaleza.
Por
el otro lado, el presidente Abinader deberá decidir si acoger la restricción
que imponen los ambientalistas sobre el uso de Bahía para el desarrollo
hotelero, permitiéndolo solo en Cabo Rojo. Hay razones para pensar que esa
restricción carece de validez en vista de la conectividad de los
ecosistemas de ambas playas. Además, en el estudio del 2005 del
experto Ramón Sánchez Pena, “Análisis
de las Categorías de Manejo de las Áreas Protegidas de la República Dominicana”,
se concluye que “el nuevo paradigma acerca de las áreas protegidas sostiene que
el establecimiento y manejo de dichas áreas no deberá ser únicamente para la
protección de la vida silvestre y la belleza escénica, sino también para fines
socioeconómicos.” Respecto a la Categoría VI Paisaje Protegido (y su
subcategoría Área Nacional de Recreo en la cual está clasificada Bahía
legalmente), “los usos permitidos en esta categoría incluyen: recreación y
turismo, actividades económicas propias del sitio, usos tradicionales del
suelo, infraestructuras de viviendas, actividades productivas y de comunicación
preexistentes, nuevas infraestructuras turísticas y de otra índole reguladas en
cuanto a densidad, altura y ubicación.”
A
pesar de los antecedentes contrarios, Bahía de las Águilas es el lugar por
el cual los inversionistas
potenciales han mostrado interés y
el desarrollo hotelero en ella atraería visitantes en cantidades suficientes
como para poder hacer frente a la pobreza de la región sur. El dilema
presidencial, entonces, estriba en si centrar el desarrollo hotelero en Bahía o
en Cabo Rojo, requiriendo así un Pacem in Terris con los ambientalistas. Los enlaces que ofrece este
texto pueden ayudar en la decisión, como podría ayudar, ahora que existen
nuevas tecnologías que garantizarían la conservación del ecosistema, un nuevo
pronunciamiento al respecto de la Comisión Ambiental de la Academia de Ciencias.
Interesantisimo artículo, compilación de valiosas informaciones para adentrarse en el tema
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