1 de septiembre de 2020

Abinader y su Dilema en Pedernales


De cualquier modo, en el 2019 el gobierno decidió contratar a la empresa de arquitectos canadiense Lemay para que elaborara un “Master Plan” para el desarrollo turístico de Pedernales. Fue apenas en enero del cursante año que el Ministerio de la Presidencia presentó ese “Master Plan” en la Feria de FITUR  buscando la atención de potenciales inversionistas.

Por Juan Llado

En 1996 el gobierno se dispuso a rescatar los terrenos usurpados de Bahía de las Águilas. Pero no fue hasta diciembre del 2018 que la Suprema Corte de Justicia finiquitó el litigio estableciendo que el Estado era su legítimo dueño. En ese lapso de 22 años fueron muchas las veces que, prometiendo un desarrollo turístico para Pedernales, se anunció que había llegado “la hora del sur”, la región más pobre del país. Está por verse ahora si el presidente Abinader, al revelar su predilección por el área y anunciar la alta prioridad de ese desarrollo, logra despegarlo con un modelo que compagine las reales potencialidades turísticas de la región con el mercado.

Algunos antecedentes legales del desarrollo edificarán al presidente para que tome las mejores decisiones. Fue el presidente Balaguer quien, por el Decreto No.322-91 designó la zona como "Polo Turistico IV ampliado de la Región Sur", lo cual fue refrendado por la Ley No.266-04. Un decreto del presidente Mejia (273-01) declaró de utilidad pública todo el litoral entre Oviedo y Pedernales, pero este fue luego derogado (749-04). La Ley No.202-04 de Áreas Protegidas segregó a Bahía de las Águilas del Parque Nacional Jaragua y la designó en la subcategoría Área Nacional de Recreo (Polígono 2) de la Categoría VI Paisajes Protegidos, la cual tiene la menor restricción de uso entre las seis categorías de áreas protegidas. El Decreto No.686-05 creó una comisión para el desarrollo turístico de la “franja liberada”, el cual no prohijó ningún desarrollo y no ha sido derogado. Y la Ley No.28-01 incluye a Pedernales en la Zona Especial de Desarrollo Fronterizo, la cual concede incentivos fiscales a los proyectos de toda la zona fronteriza.

Un problema jurídico que se desprende de la legislación vigente y de la preferencia de algunos ambientalistas, es el relativo a la designación de Bahía de las Águilas como área protegida. Ya se señaló que la Ley No.202-04 la segregó del Parque Nacional Jaragua, pero persisten voces que afirman que sigue siendo parte de él. El problema asociado es el de las falencias de la referida legislación, las cuales han sido señaladas y criticadas duramente por la Academia de Ciencias en un reporte del 2005 (que ya no está disponible online). Desde entonces se han realizado multiples reuniones de los concernidos para tratar de arribar a acuerdos sobre la modificación requerida de la ley –y hasta se ha llegado a crear una Comision para esos fines--, pero no ha sido posible lograr consensos. Mientras, esa legislación sigue vigente y, por tanto, Bahía no es parte del Parque Nacional, una categoría de área protegida que tiene una restricción de uso mucho mayor.

Tanto Pedernales como la región han sido concebidos como atractivos para diferentes segmentos del mercado turístico. La pionera evaluación turística de Edes-Mendar del 1971, ofreció la primera designación de la provincia como parte de la Zona Sur del país, relegándola “como la menos apta para el desarrollo en comparación con las otras debido al entonces difícil acceso y la alta inversión en infraestructura requerida para su desarrollo.” En el 1982, el primer Plan de Ordenamiento Territorial Turístico definió 14 áreas turísticas en el territorio nacional incluyendo la de Cabo Rojo, la cual tendría la playa de Bahía de las Águilas como centro, con Pedernales como ciudad de apoyo y el puerto y pista de aterrizaje en Cabo Rojo como instalaciones “ancla”. Posteriormente el Plan de Manejo del Parque Nacional Jaragua de 1986 elaborado por la GTZ, visualizó un uso turístico dentro del Parque, con un desarrollo de cabañas turísticas, señalando además que “el litoral costero inmediato al Parque muestra muchas condiciones aptas para el desarrollo del turismo y puede ser utilizado sin causar serios impactos ambientales negativos a los recursos del Parque.”

En el 1991, otro Plan Nacional de Ordenamiento Territorial Turístico financiado por el BID, ubicó las áreas turísticas de la zona sur en Barahona-Oviedo y Cabo Rojo. “Postulaba que la aventura y el ‘turismo ecológico’ eran las opciones más validas de desarrollo.” “El área turística de Cabo Rojo atraería a los ‘exploradores’ internacionales que buscan lugares tranquilos y aislados.” Una revisión del referido Plan hecha en el 1996 concluyó que “a pesar de los inequívocos atractivos turísticos de la región, la misma no puede competir con otras que basan su principal atractivo en el concepto ‘sol y playa’. La región tiene condiciones para ser desarrollada esencialmente como un polo ecoturístico, dadas las condiciones naturales excepcionales.”

Esa conclusión fue refrendada en un reporte de SRI International/USAID del 1997, que planteó la posibilidad del “Desarrollo del Ecoturismo en el Suroeste de la Republica Dominicana”. Entonces, en el 2003 la cooperación española (AECI) produjo el informe “Ecoturismo y Desarrollo Sostenible en la Provincia Pedernales”, el cual ratificó la visión de que la provincia fuera un destino ecoturístico. El Consorcio Ambiental Dominicano también concluyó que el ecoturismo era el segmento a explotar en su reporte del 2006 “Estrategia para la Promoción del Ecoturismo Comunitario”. Y un reporte del 2007 del Consejo Nacional de Competitividad titulado “Estrategia Competitiva del Clúster Turistico de Pedernales”, refrendó el concepto.

Esa concepción de un destino ecoturístico prevaleció por muchos años. Pero como el ecoturismo es un segmento de mercado que busca los atractivos naturales y culturales de una región y en Pedernales no existen atractivos culturales de consideración, el concepto de desarrollo usado posteriormente centró la atención en los atractivos de la flora, la fauna, el paisaje y otros aspectos de la naturaleza. (Es debido a esos atractivos que el 70% del territorio de la provincia está declarado área protegida y forma parte de una Reserva de la Biosfera.) Más recientemente, en el 2018, el Ministerio de Economía produjo un “Plan para el Desarrollo Económico Local Pedernales” que visualiza un “turismo ecológico y de naturaleza”. Esa terminología deja atrás el vocablo “ecoturismo” en favor del “turismo ecológico” y del “turismo de naturaleza”, dos segmentos de diferentes significados, implicaciones y requisitos.

Por mucho tiempo ha existido un conflicto jurisdiccional entre los ministerios de Turismo y Medio Ambiente respecto a quien tiene la última decisión sobre el desarrollo. El Ministerio de Turismo elaboró en el 2012, con asesoría de técnicos costarricenses, el Plan de Ordenamiento Territorial Turístico de Pedernales, el cual renunció al ecoturismo en favor del “turismo de naturaleza”, un concepto más pertinente en virtud de que se centra en los atractivos naturales y reconoce el potencial uso de los recursos playeros de la provincia. Un reporte del 2014 patrocinado por el Consorcio Dominicano de Competitividad Turística y elaborado por quien escribe, el Plan Estratégico de Desarrollo Turistico Sostenible del Destino Pedernales, y otro del 2016 de la CEPAL, Fortalecimiento de la Cadena de Valor de Turismo en Pedernales, refrendaron el concepto de turismo de naturaleza como el más apropiado. El Ministerio Ambiente no ha producido un plan de desarrollo turístico para Pedernales excepto por algunas sugerencias de uno de sus técnicos (Mateo, 2006) para el entorno de Bahía de las Águilas.

De cualquier modo, ninguno de los diagnósticos mencionados contemplaba el desarrollo de instalaciones hoteleras en Bahía de las Águilas. Fue una “Propuesta Técnica para el Desarrollo de Bahía de las Águilas” de la Academia de Ciencias y la Comisión Ambiental de la UASD del 2004, que primero visualizó un desarrollo hotelero masivo en Cabo Rojo, no en Bahía. Con esto se reconocía la necesidad de explotar los recursos playeros de la provincia, pero se restringía el uso de la playa de Bahía a la visitación a pie, por carro o por bote solamente. Sin embargo, el Plan Estratégico de Desarrollo Turístico de la República Dominicana del 2000, elaborado por una cooperación andaluza, advertía que “la alternativa de ubicar instalaciones hoteleras en Cabo Rojo no evitaría necesariamente el daño ecológico a Bahía de las Águilas, especialmente si a los turistas que se queden en Cabo Rojo se les permite usar el área de playa.” Por otro lado, la Fundacion Friedrich Nauman, en una evaluación del 1996 “El Ecoturismo y su Potencial Aporte al Desarrollo de la Región Suroeste”, concluyó que “el suroeste no puede esperar competir en el mercado ecoturístico internacional, especialmente contra países como Costa Rica y Venezuela. Las atracciones turísticas existentes tendrían que explotarse como complementos a instalaciones turísticas convencionales.” Quien escribe, por su lado, ha evaluado la conveniencia de permitir hoteles en el entorno de Bahía en un artículo de tres entregas: “¿Turismo en Bahía de las Águilas?”.

De cualquier modo, en el 2019 el gobierno decidió contratar a la empresa de arquitectos canadiense Lemay para que elaborara un Master Plan para el desarrollo turístico de Pedernales. Fue apenas en enero del cursante año que el Ministerio de la Presidencia presentó ese “Master Plan en la Feria de FITUR, buscando la atención de potenciales inversionistas. (El mismo contempla una inversión inicial de US$200 millones.) Previamente había creado un entramado institucional que incluye un Gabinete Turístico, un Fideicomiso para el Desarrollo Turístico de Pedernales (administrado por Banreservas y que “permitió crear una serie de diagnósticos y estudios de desarrollo e infraestructura de la zona”) y un Comité para el Desarrollo Turístico de Pedernales presidido por el referido ministro.

El presidente Abinader deberá decidir si se compromete con ese Master Plan y su concepto de desarrollo. El mismo abandonó el concepto de turismo de naturaleza y adoptó el de “turismo ecológico”, el cual prevé un desarrollo de baja densidad con énfasis en la conservación, un desarrollo de senderos y circuitos y la ubicación de los hoteles en Cabo Rojo. La preferencia por ese concepto deberá ser determinada por un juicio previo sobre la competitividad internacional de los recursos naturales de la provincia y zona circundante. Hay razones para pensar que el concepto de desarrollo de la firma Lemay no es el más adecuado. Se advierte que nuestro suroeste no ofrece una ventaja competitiva considerable frente a los países competidores de Centroamérica, Venezuela y Colombia, como para poder atraer muchos turistas sobre la base de sus atractivos de naturaleza.

Por el otro lado, el presidente Abinader deberá decidir si acoger la restricción que imponen los ambientalistas sobre el uso de Bahía para el desarrollo hotelero, permitiéndolo solo en Cabo Rojo. Hay razones para pensar que esa restricción carece de validez en vista de la conectividad de los ecosistemas de ambas playas. Además, en el estudio del 2005 del experto Ramón Sánchez Pena, “Análisis de las Categorías de Manejo de las Áreas Protegidas de la República Dominicana”, se concluye que “el nuevo paradigma acerca de las áreas protegidas sostiene que el establecimiento y manejo de dichas áreas no deberá ser únicamente para la protección de la vida silvestre y la belleza escénica, sino también para fines socioeconómicos.” Respecto a la Categoría VI Paisaje Protegido (y su subcategoría Área Nacional de Recreo en la cual está clasificada Bahía legalmente), “los usos permitidos en esta categoría incluyen: recreación y turismo, actividades económicas propias del sitio, usos tradicionales del suelo, infraestructuras de viviendas, actividades productivas y de comunicación preexistentes, nuevas infraestructuras turísticas y de otra índole reguladas en cuanto a densidad, altura y ubicación.”

A pesar de los antecedentes contrarios, Bahía de las Águilas es el lugar por el cual los inversionistas potenciales han mostrado interés y el desarrollo hotelero en ella atraería visitantes en cantidades suficientes como para poder hacer frente a la pobreza de la región sur. El dilema presidencial, entonces, estriba en si centrar el desarrollo hotelero en Bahía o en Cabo Rojo, requiriendo así un Pacem in Terris con los ambientalistas. Los enlaces que ofrece este texto pueden ayudar en la decisión, como podría ayudar, ahora que existen nuevas tecnologías que garantizarían la conservación del ecosistema, un nuevo pronunciamiento al respecto de la Comisión Ambiental de la Academia de Ciencias.

1 comentario:

  1. Interesantisimo artículo, compilación de valiosas informaciones para adentrarse en el tema

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