Los chequeos, pruebas y
desinfecciones provistos por los protocolos existentes no serían suficientes.
Para ser más competitivos tendrán que adoptarse medidas adicionales.
Por Juan Llado
La prensa ha reportado el devastador impacto que ha tenido la
pandemia sobre el sector turístico, el más importante de nuestra economía. No
sólo los empresarios del sector han perdido la rentabilidad de sus inversiones,
sino que también los cientos de miles de empleados y suplidores han sido muy
golpeados. Y nuestra economía ha sido zarandeada por la erosión de sus divisas.
Frente a la hoy amenazante expansión del contagio debemos sopesar muy bien
antes de imponer nuevas restricciones.
El
turismo de la región del Asia y el Pacifico ha sido el más fuertemente
afectado. (Algunos predicen que la recuperación
del sector en Malasia tomara unos cuatro años.) Sin embargo, en America
Latina y el Caribe la situación es bastante grave. En un estudio que acaba de
lanzar el BID, se estima que América Latina y el Caribe sufrirá un shock económico sin precedentes debido a una
fuerte desaceleración del turismo. “Si bien son menos dependientes del turismo
que muchas economías del Caribe, las grandes economías como Brasil y México
podrían experimentar choques al crecimiento vinculados a este sector de entre 2
y 5 por ciento, respectivamente, en relación con las estimaciones previas a la
crisis.” El reporte incluye un índice global de dependencia del turismo para
las 35 economías de la región (ver gráfico) e “insta a los gobiernos a tomar
medidas sin precedentes para prevenir la propagación del virus y apoyar a los
ciudadanos y las economías a través de este choque a la región más dependiente
del turismo en el mundo.”
“Los autores del estudio [del BID] analizaron seis episodios
negativos para el turismo –como los ataques del 11 de septiembre o el brote de
ébola– y no encontraron ningún precedente histórico que se acercara al choque
que supuso para el turismo la actual pandemia. En el escenario más negativo,
este golpe podría implicar una caída de entre 40 y 70 por ciento de
la industria en un mismo año.” Según CEPAL,
nuestra economía es la mejor posicionada de la región y se espera que no
decrecerá como las de los demás países. Pero las perdidas estimadas para el
sector turístico han sido cuantiosas. Según el empresario Rafael Blanco Canto,
expresidente de ASONAHORES y del CONEP, “el impacto negativo del
covid-19 sobre la economía dominicana será de poco más de US$5,000 millones y
prevé que será necesario esperar entre 24 y 30 meses para recobrar la
normalidad en el sector turístico.”
El pronóstico de Blanco Canto no parece muy
despistado, pero mucho dependerá de cuan rápidamente puedan recuperarse las
economías de nuestros principales mercados emisores de turistas (Norteamérica
y Europa). Sin embargo, el alarmante crecimiento de los casos de contagio en
nuestro país podría descarrilar totalmente esa previsión. Las opiniones entre
expertos están divididas entre aquellos que aconsejan un nuevo cierre de los
aeropuertos y puertos y la imposición de una estricta cuarentena y los que
prefieren continuar la reapertura del sector bajo los protocolos de
desinfección y salubridad que se han impuesto a los hoteles y otros
establecimientos del sector. El reciente estudio de las Naciones Unidas (específicamente de la UNCTAD)
sugiere la necesidad de reabrir el sector turístico a nivel mundial, dado el
devastador impacto económico de la pandemia.
“Desde mediados de mayo, la OMT ha identificado un aumento en el
número de destinos que anuncian medidas para reiniciar el turismo, como medidas
y políticas mejoradas de seguridad e higiene diseñadas para promover el turismo
interno.” Por su parte, Gaetán Bucher, presidente de la Cámara de Comercio Dominico-Suiza ofrece
una perspectiva optimista: “Basado
en comportamientos históricos del mercado en situaciones similares, se espera
que la recuperación del mercado turístico del Caribe sea más rápida que los
mercados de Europa y Asia, debido a la cercanía de la región a Estados Unidos,
el país emisor de turistas más importante para el Caribe.”
El protocolo hotelero de
seguridad que ha sido impuesto por nuestros ministerios de Turismo y Salud
Pública consta de 21 disposiciones, las cuales están diseñadas conforme las
directrices del Consejo Mundial de Viajes y Turismo y de la OMS y la OPS. Sin
embargo, el creciente número de contagios y el hecho de que no se haya
comprobado la eficacia de los diversos medicamentos usados para los afectados, haría necesario introducir otras medidas de seguridad. Los destinos que logren
blindarse contra el virus podrán recibir los mayores beneficios de la
reapertura, hasta tanto finalmente esté disponible una vacuna.
Los chequeos, pruebas y desinfecciones provistos por los
protocolos existentes, no serían suficientes. Para ser más competitivos tendrán
que adoptarse medidas adicionales. Por ejemplo, los hoteles podrían disponer de
un 5% de sus habitaciones reservadas y equipadas para aislar y/o atender a los
contagiados (aunque sería más práctico usar un solo hotel de la región para
esos fines), de un equipo médico que preste los diligentes servicios que sean
necesarios, unidades de cuidados intensivos regionales, pruebas rápidas diarias
al personal y restricción de su conducta social en los dormitorios y hasta un
cerco epidemiológico de la propiedad en que se encuentra ubicado un hotel.
También algunos destinos/hoteles requieren que sus huéspedes llenen un
cuestionario de salud antes de su llegada y hasta un “pasaporte sanitario” que
certifique que no están infectados.
Aunque más drásticas, medidas como esas podrían brindar mayor
seguridad a los huéspedes y atraer mas visitantes al destino. Es necesario que
los empresarios del sector comparen los costos de permanecer sin clientes a los
que pudieran tener las medidas más amplias aquí contempladas. Como la balanza
se inclinará a favor de los ultimos, ASONAHORES debe, junto al MITUR, decidir un
protocolo reforzado de salubridad que atraiga la atención del mercado turístico
internacional. El Comité de Calidad que esas entidades acordaron para
monitorear la aplicación del protocolo existente, debe abordar esta temática lo
antes posible. De la diligente búsqueda de nuevas soluciones para asegurar la
salud, dependerá en gran medida nuestra competitividad.
A pesar de la expansión de la pandemia en nuestro país, no parece
aconsejable volver al cierre de puertos y aeropuertos, las cuarentenas
generalizadas y los toques de queda. Las voces mas sensatas recomiendan que
medidas como esas se reserven a los peores focos de contagio de la enfermedad.
En el caso del sector turístico, también prevalece la sensata opinión de que no
debemos cerrar nuestro destino nuevamente. El daño económico que eso tendría, no
sólo hundiría al sector en una especie de caos controlado, sino que, además de
dilatar la recuperación económica, nos pondría en una posición desventajosa
frente a nuestros competidores regionales (Cuba, Cancún, las islas), los cuales
están en plena faena de reapertura.
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