23 de abril de 2020

Me Siento Feliz


Por Rafael Hernández

Me siento feliz, por lo extensa e intensa que ha sido la discusión sobre el artículo que publiqué acerca de lo que nos espera después del COVID-19 (ver La Caracola d/f/22/04/2020) y lo que debía hacerse en la República Dominicana. Ha sido muy positivo, porque nos da una idea clara de cómo están las personas en su fe y sus esperanzas; en sus deseos de cambios y en la frustración de que hasta ahora no parecen posible.

Me gustó la altura con que se desenvolvieron los participantes y por primera vez no ha habido insultos, aunque algunas opiniones irónicas y hasta diría sardónicas, se acercaban un poco. Pero eso es normal y estamos impuestos a eso.  Tanto me ha gustado que hice un consolidado de todas esas opiniones, para seguir creando conciencia sobre algo que muy pocos se han dado cuenta.

Pues fíjense, cuando se plantean algunas cosas, uno piensa que la esperanza misma es también una Utopía. Y, desde luego, me han calificado de utópico. Pero ahora es cuando estoy viendo, sin ser profeta ni nada parecido –Dios me libre-, que los utópicos son quienes no se han situado todavía en la realidad que estamos viviendo. Que utópicos son aquellos que creen que esta gripecita pasará y que volveremos a los abrazos, besos, amasaderas, estrujones y cuantas cosas habíamos estado haciendo entre amigos y conocidos. Pues no es una mala noticia. Lo que sucede es que los expertos e institutos prestigiosos de investigación, están viendo esta pandemia como estacionaria, lo que significa que se quedará y que de vez en cuando se recrudecerá. Precisamente, me siento en el deber de advertir, que el día que nos digan que esto ya está bajo control y que podremos salir a las calles y volver a nuestros trabajos, será el momento más peligroso de todos, si no mantenemos la distancia social que se nos ha estado exigiendo, pues tendremos que partir del hecho de que cada cual puede estar infectado y contagiarnos, y si no  obedecemos esta norma, el rebrote será más brutal que ahora.

Y eso es lo que acabo de captar en todas las reacciones a mi escrito. Pues la gente desconoce la magnitud del problema que tenemos encima, en medio de un descuido mundial de los sistemas preventivos de salud, que dentro del neoliberalismo había obviado prepararse pensando que cada quien era que tenía que curarse o que los seguros privados de salud los cubrirían. Quienes no tienen argumentos para entender y responder correctamente a esta situación que planteo, me pueden llamar negativo, me dicen que dentro de poco volveremos a nuestra vida habitual.  Ay!!! qué pena me dan.  Le respondí a alguien, que con esto está pasando como con nuestros hijos, que crecen en nuestras narices y no nos damos cuenta hasta un día, pero aun así los seguimos viendo como nuestros pequeños. Y si le damos sentido metafórico a esa realidad, con este virus, nos han dado un tablazo en la nuca que nos ha dejado con ataraxia, nos ha congelado el alma de tal forma que nos quedamos desorientados, sin entender que el sistema económico mundial ha colapsado, que el sistema capitalista ha sido casi demolido. No nos damos cuenta que hay una parálisis radical que ha derrumbado las principales bolsas de valores del mundo, con caída de los precios de las acciones y que nadie se anima a comprarlas.

No nos damos cuenta que el sistema capitalista, nacido para funcionar 24 horas los 365 días del año, ha sufrido un daño casi irreparable. Digo casi irreparable, porque ese sistema es rencoroso y vengativo, nos echará a nosotros la culpa de todo, y como dicen ellos que del cuero sale la correa, ellos se recuperarán a costa nuestra.  Vienen las rebajas de sueldos y aumento de las horas de trabajo. En eso se trabaja ya, pero los precios de los productos ahora vendrán con una escalada alcista. Todos los países verán descalabrarse su PIB, y por lo tanto, su Renta Nacional sufrirá reveses calamitosos. Los pagos de las deudas serán morosos, veremos quiebras  sobre quiebras y muchos obreros vagando en vez de trabaja.

Esto que digo es solo la parte material del caso. En la parte espiritual vendrá la quiebra de los valores y la imposición de una nueva cultura. De un nuevo estilo de la gente pensar, sentir y actuar, dentro de un sálvese quien pueda. Puro egoísmo e insensibilidad.

Entonces actuarán unas fuerzas invisibles que se impondrán a como dé lugar, porque será la frase aquella del sabio inglés, de que “solo los más fuertes sobrevivirán” y todos querremos ser ese MAS FUERTE. De ahí que en los cambios que vienen no será cuestión de que el sistema no lo aprobará, que nadie puede con esa mafia del poder, pues déjenme decirles que nada de eso, esa gente buscará el modo de huir; estas fuerzas estarán presionando de tal forma que se constituirán en una avalancha invencible. Vendrán los cambios y reajustes, aunque muchos sigan soñando en sus saudades con aquellos tiempos en que fuimos tan felices. Lo siento, pero entiendan que ya nada será igual que antes. Cómo será?  Eso dependerá de cada circunstancia específica.  Solo espero que despertemos y entendamos que el mundo cambió. Cambió de ayer para hoy, y seguirá cambiando de hoy para mañana, aunque no estemos entendiendo nada. Si entendemos o no, no importa, porque no podremos enfrentar los cambios, sino ayudar a empujarlos. El Capitalismo no es que va a morir, pero se transformará en algo cada vez más cruel, voraz e inhumano.

Nos espera un proceso inflacionario de magnitudes inimaginables, quizás similar a la estanflación que vivieron Argentina, Perú, Bolivia y Venezuela, y mientras en dominicana estamos soñando a tono con el que gobierna el Banco Central, todos los demás países están haciendo sus reajustes económicos, para enfrentar la realidad que les espera.  Entonces, veamos si habrá realismo o utopía en lo que he planteado.  El futuro es de la juventud, pero de la juventud sana que aún no es parte del clan político que nos gobierna ni del que actualmente aspira.  Todo se transformará y tendremos que ajustarnos.

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