Clásicos para la vida (Última parte)
Por Carlos Darío Sousa S.*
Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes. “Pues lo mesmo –dijo don Quijote- acontece en la comedia y trato desde
mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y finalmente
todas cuantas figuras se puedan introducir en una comedia; pero en llegando al
fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que
los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura”.
En la comedia y en el teatro del mundo,
el hábito no hace al hombre”. Don Quijote y Sancho se encuentran con un grupo
de actores que viajan vestidos de sus ropas teatrales. Don “Quijote confiesa su
amor por el teatro “Desde mochacho fui aficionado a la carátula”, la imprevista
irrupción de un bufón asusta a Rocinante y al asno, que parten al galope. De
noche, don Quijote regaña a Sancho, porque si hubiera dejado acometer a los
cómicos “te hubiera cabido en despojos, por lo menos, la corona de oro de la
emperatriz y las pintadas alas de Cupido”. El escudero replica que “nunca los
cetros y coronas de los emperadores farsantes fueron de oro puro,
sino de oropel o hoja de lata”. A partir de esta reflexión, el hidalgo aprovecha para tejer un elogio de la comedia, y para postrar la analogía entre actor que recita en el escenario y los poderosos que recitan en el teatro de la vida: Pero en llegando al fin, que cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura. Los atavíos reales no hacen al hombre.
sino de oropel o hoja de lata”. A partir de esta reflexión, el hidalgo aprovecha para tejer un elogio de la comedia, y para postrar la analogía entre actor que recita en el escenario y los poderosos que recitan en el teatro de la vida: Pero en llegando al fin, que cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura. Los atavíos reales no hacen al hombre.
Oráculo manual y arte de la prudencia. Baltasar Gracián. “Nace bárbaro el hombre, redímese de bestia cultivándose. Haze
personas la cultura, y más quanto mayor. En fe della pudo Grecia llamar bárbaro
a todo el restante el universo. Es mui tosca la ignorancia. No ai cosa que mía
cultive que el saber”.
Sólo la cultura nos salva del odio. En
una extraordinaria colección de trescientas máximas publicadas en 1647, el gran
jesuita Baltasar Gracián, condensa
aforísticamente una serie de reflexiones en su mayor parte esparcidas por otras
obras suyas. En el Oráculo afronta el tema de la formación del hombre culto,
capaz de medirse con las dificultades de los tiempos y de dominar sus pasiones.
La educación y la cultura no conciernen sólo a los jóvenes, deben acompañar a
los seres humanos a lo largo de su vida. La civilización griega se basó en la “paideia”
(les recomiendo el libro de Werner Jaeguer “Paideia: los ideales de la cultura
griega), que es un modelo elocuente de entrelazamiento pedagógico entre
búsqueda filosófica y vida civil. Quien se enamora del saber, puede cultivar
mejor su ingenio. A la ignorancia se debe, por desgracia, la violencia de los
fanatismos religiosos, la difusión del odio contra la diversidad, la
preocupante vuelta del antisemitismo y del racismo.
Orlando Furioso. Ludovico Ariosto. “Sí un mismo ardor, sí un semejante anhelo al uno y otro sexo incita y
mueve hacia aquel dulce fin que el necio vulgo considera un gran yerro., ¿por
qué causa tiene castigo la mujer que ha amado a uno o a varias, cuando el
hombre yace con cuantas se la antoja a su apetito y merece alabanza y no
castigo?
¿Castigos para las mujeres adúlteras y
elogios para los donjuanes? En el canto IV de Orlando Furioso, Rinaldo se opone
a la injusta ley de Escocia que condena a muerte a la mujer adúltera y, en
cambio, considera al hombre libertino no sólo inocente, sino también digno de
elogios. Ariosto no desaprovecha la oportunidad de impartir una bella lección
también a los machos violentos: quien agrede a las mujeres es más bruto que los
brutos, porque al menos los animales respetan a las hembras. El mundo está, por
desgracia, lleno de monstruos infernales”, así lo prueban los homicidios y la
violencia que las mujeres sufren diariamente.
El Retorno. Rutilio Namaciano.”Formaste de pueblos distintos una única patria; al imponer tu poder,
beneficiaste a los vencidos, ignorantes de la justicia, y al ofrecerles
compartir tus propias leyes formaste una ciudad de lo que antes era un mundo….De
ahí tu gran satisfacción en combatir y en perdonar: vences a quienes has
temido, amas a quienes has vencido”.
Vences a quienes has temido, amas a
quienes has vencido. El poeta teje el
elogio de Roma, de su acción civilizadora, del valor universal de sus leyes, de
su capacidad para acoger lo extranjero, hasta el punto de hacer que se sienta
en casa. Formaste de pueblos distintos
una única patria; al imponer tu poder, beneficiaste a los vencidos, ignorantes
de la lengua. El amor a Roma de un galo, es un testimonio precioso para una Europa
aquejada de xenofobia <La sagrada Curia se abre a los méritos del forastero,
y no considera extraños a quienes cuadra que le pertenezcan>.
La Esclavitud Femenina. John Stuart Mill. “Tenemos el derecho de afirmar que el hombre no ha podido adquirir acerca
de la mujer, tal cual fue para tal cual es, dejando aparte lo que podrá ser,
más que un conocimiento sobradamente incompleto otro más profundo mientras las
mismas mujeres no hayan dicho todo lo que hoy se callan”.
De parte de las mujeres. En 1869, Mill
da a la imprenta una apasionada defensa de la dignidad de las mujeres. En una
época que se consideraba natural que tuviesen sometidas al hombre, hablar de
sus derechos era percibido como una gran provocación: el derecho a la
instrucción, el derecho a participar con el voto en la vida política, el
derecho a ejercer una profesión, se consideraba amenazas para los seculares
privilegios de una casta. Esclavas del padre primero, del marido después. Es
necesario desconfiar del déspota que decide sobre el bien de los demás. Y, ante
todo, es necesario aprender a escuchar la voz de los que no tienen voz. Al
restringir la libertad de nuestros semejantes, empobrecemos a la humanidad.
Sobre le Educación. Albert Einstein. “La escuela debe siempre plantearse como objetivo que el joven salga
de ella con una personalidad armónica y no como un especialista. En mi opinión,
esto es aplicable, en cierto sentido, incluso a las escuelas técnicas, cuyos
alumnos se dedicarán a una profesión totalmente definida. Lo primero debería
ser, siempre, desarrollar la capacidad general para el pensamiento y el juicio
independiente y no la adquisición de conocimientos especializados”.
La escuela debe apostar por la
“curiositas”. La mejor respuesta a los triunfalismos sobre la “buena escuela”
podría venir de una profunda reflexión de Einstein: la auténtica escuela, la
verdadera, no debe formar especialistas, sino “personalidades armónicas”,
capaces de desarrollar <la capacidad general para el pensamiento y el juicio
independientes>.
Hoy en día, la atención se centra en
las orientaciones del mercado, con el riesgo de deformar el principal cometido
de la enseñanza: se incita a los jóvenes a matricularse en las escuelas
superiores, con el objetivo de iniciarse en una profesión concreta, una carrera
hacia escuelas y facultades más acreditadas para obtener un puesto de trabajo.
La buena escuela no la hacen ni las pizarras interactivas multimedia, ni las
tablets, ni los managers, ni los demagógicos acuerdos a corto plazo con
empresarios y centros profesionales: la hacen sólo los buenos docentes,
aquellos que, renunciando a las medidas coercitivas, logran que “la única
fuente del respeto del alumno hacia el profesor, sean las cualidades humanas e
intelectuales de éste.
Al docente le incumbe la delicada
misión de hacer comprender a sus estudiantes que la enseñanza es una gran
oportunidad ofrecida por la sociedad, para ayudarnos a hacernos mejores,
mujeres y hombres libres, capaces de saber vivir..
*El autor es catedrático universitario.-
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