Clásicos para la vida 2/2 (Primera parte)
Por Carlos Darío Sousa S.*
Entrando ya en los clásicos, el
primero que propone, Ordine, no son los libros más conocido, El Principito” y
“Vuelo nocturno”, de Antoine de Saint-Exupéry analiza “Ciudadela”, “No confundas el amor con el delirio de la
posesión que causa los peores sufrimientos. Porque, al contrario de lo que suele
pensarse, el amor no hace sufrir. Lo que hace sufrir es el instinto de la
propiedad, que es lo contrario al amor”.
La posesión mata el amor. Ciudadela es
una obra inacabada de Saint-Exupéry, en ella nos plantea de manera simple y
directa de cómo el delirio posesivo puede matar el amor, el fragmento elegido
nos invita a diferenciar entre amor y pasión. El primero se identifica con el
don de uno mismo. El segundo implica afán de dominio, control total del otro. A
la gratitud de darse se opone la obsesión de poseer.
Todos los días muchas
mujeres son asesinadas por hombres que se creen propietarios del cuerpo, de la
vida de sus esposas, o compañeras, y novias. Eso no es amor, es delirio de
posesión.
El Mercader de Venecia de William Shakespeare. “El hombre que no tiene música en sí mismo y no se mueve por la
concordia de dulces sonidos, está inclinado a traiciones, estratagemas y robos;
las emociones de su espíritu son oscuras como la noche, y sus efectos, son tan
sombríos como el Érebo: no hay que fiarse de tal hombre. ¡Atiende la música!
Shakespeare, crea en esta obra el
reino imaginario de Belmonte, donde el dinero y las joyas carecen de
importancia: el canto de los pájaros y la belleza natural son el verdadero
tesoro. Por supuesto, las Leyes del Beneficio y la usura que rigen en Venecia,
están aquí radicalmente subvertidas. El que no tiene música en sí mismo, quien
carece de un corazón capaz de vibrar, será presa fácil de la avidez de
ganancias. El ¡Atiende la música! Constituye una invitación a buscar la esencia
de la vida en aquellas actividades que pueden ennoblecer el espíritu, así
privilegia la esencia sobre la apariencia, el ser sobre el tener.
Cartas sobre la locura de Demócrito. De Hipócrates. “La vida humana es ciertamente una cosa miserable: la atraviesa como
un viento tempestuoso una incontenible avidez de ganancias. ¿Ojalá todos los
médicos se unieran en su contra para curar una dolencia que es más grave que la
locura, pues la solemos considerar una bendición siendo como e,s una enfermedad
y causa numerosos males!
Es una fascinante colección de cartas
en torno a la locura del filósofo Demócrito, atribuidas a Hipócrates, el
célebre médico reflexiona también sobre su profesión, que es “un arte liberal”,
que exige ser ejercida libremente. Entre las muchas enfermedades, la más grave
es en definitiva la “incontenible avidez de ganancias. Todos los médicos
deberían unirse para curar un trastorno más grave que la locura.
Orlando furioso de Ludovico Ariosto. “Pintó triunfante a Agamenón Homero y a los troyanos viles apocados, y
a Penélope, fiel a su marido, sufriendo mil ultrajes de los procos. Pero si
quieres la verdad desnuda, entonces vuelve del revés la historia: Grecia
vencida, Troya vencedora y, en fin, que fue Penélope una zorra”.
En el canto XXXV, Astolfo se encuentra
en la luna con la misión de recuperar el juicio perdido de Orlando. En compañía
de San Juan, el paladín asiste a una serie de escenas alegóricas que aluden a
la función eternizadora de la poesía: los verdaderos poetas pueden inmortalizar
a los seres humanos sustrayéndolos del olvido. Ariosto introduce un comentario
sobre la relación entre poesía y mentira: los señores, efectivamente, pagan a
los poetas para poder vencer la furia destructora del tiempo. Los grandes
poetas, aun sirviendo a emperadores o cardenales, son capaces de resolver la
contradicción, al denunciar la mentira, el poeta acaba diciendo la verdad.
Los Buddenbrook. Decadencia de una
familia. De Tomás Mann. “Y, por encima de todo aquello, en unas
altas letras góticas que imitaban la caligrafía de quien la había legado a las
generaciones venideras, se leía aquella célebre máxima: <hijo mío, atiende
con placer tus negocios durante el día, pero emprende sólo los que te permitan
dormir tranquilo durante la noche>”.
Emprende los negocios que te permitan
dormir de noche. En esta espléndida novela, Thomas Mann recorre la historia de
cuatro generaciones de una familia, marcadas por el ascenso y declives. Los
empresarios que, ávidos de ganancias, no dudan en falsear los balances de sus
empresas, en corromper, en pisotear la justicia. ¿Sienten vergüenza por su
honor o, por el contrario, se acuestan satisfechos pensando en su nutrida
cuenta bancaria? Empresarios, ¿y los políticos?
Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar. “Construir es colaborar con la tierra, imprimir una marca humana en un
paisaje que modificará así para siempre ...Fundar Bibliotecas equivalía a
construir graneros públicos, amasar reservas para un invierno del espíritu que,
a juzgar por ciertas señales y a pesar mío, veo venir”.
Yourcenar pinta un extraordinario
fresco de la Roma del siglo II y nos brinda unas reflexiones, tan actual que
abruma, acerca del poder, la amistad, la guerra, el amor, la vida y la muerte.
El emperador enfermo le escribe a Marcos Aurelio una larga carta, en la que
recorre las etapas más importantes de sus existencias. En el capítulo titulado
“Tellus stabilita”(estabilidad de los suelos; extender las costumbres, la
filosofía), en este contexto se refiere el importante papel de las bibliotecas.
Fundarlas significa “construir graneros públicos”, significa “amasar reservas”
contra el “invierno del espíritu”. Saquear una biblioteca o dejarla morir, es
un signo evidente del invierno que estamos viviendo.
El Hacedor de Jorge Luis Borges. “En aquél Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que
el mapa de una sola Provincia ocupaba todo una Ciudad, y el mapa del Imperio
toda una Provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisficieron y
los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio que tenía el tamaño
del Imperio y coincidía puntualmente con él”.
El mapa del imperio coincide con el
imperio mismo. El fascinante relato sobre un misterioso imperio en el cual el
arte de la cartografía había obtenido resultados extraordinarios. Los mapas
empezaron minuciosamente teniendo el tamaño exacto de cada ciudad, provincia,
hasta que se realizó el mapa del imperio del tamaño del imperio, coincidiendo
puntualmente con él. Posteriormente, las siguientes generaciones fueron
perdiendo sentido en aquél imperio en el que el rigor absoluto en cualquier
mínima imprecisión fue corregida. Los mapas fueron entregados a las
Inclemencias del Sol y los inviernos.
Jerusalén Libertada. Torcuato Tasso. “Mas pretender que yo sondee el porvenir y que lea en los eternos
anales del culto destino, es un deseo audaz en demasía, un ruego asaz
temerario, pues no se concede tanto a los mortales. Cada cual emplee aquí en la
tierra sus fuerzas y talento para avanzar a través de los males y de las
desgracias, pues acontece a menudo que el sabio y el fuerte, buena o mala, se
hacen a sí mismos su suerte”.
“Cada cual es artífice de su propia
suerte: no se trata de la fortuna”. En el canto décimo de Jerusalén libertada,
Tasso hace intervenir al mago Ismeno para que incite a Solimán –El Magnifico- a
reanudar la batalla contra los cruzados. Se le atribuye a Ismeno un magnífico
elogio del hombre artífice de su destino: “Cada cual emplee aquí en la tierra
sus fuerzas y talento para avanzar a través de los males y de las desgracias,
pues acontece a menudo que el sabio y el fuerte, buena o mala, se hacen a sí
mismos su suerte”.
*El autor es catedrático universitario.-
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