Salubrista barahonero propone centros de salud tengan programa que evite infecciones y muertes
Santo Domingo.-El salubrista y epidemiólogo Carlos Feliz Cuello destacó como una
necesidad que cada centro de salud, público o privado, disponga de un
programa efectivo de prevención y control de las infecciones, para
evitar que los pacientes se infecten y mueran a causa de infecciones
nosocomiales.
El especialista, quien dirige el Programa de Vigilancia, Control y
Prevención de Infecciones Intrahospitalarias del hospital Infantil
Robert Reid Cabral, dijo que en ese control, un aspecto determinante es
la cloración del agua utilizada en el centro.
Cree que debe hacerse una vigilancia activa, con énfasis en los
servicios críticos, como Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos
(UCIP), servicio de Recién Nacidos, Unidad de Cuidados Intensivo
Neonatal (UCIN), servicio de quemados, cirugía, oncohematología,
neurocirugías, hemodiálisis, diálisis peritoneal, urología, y las salas
clínicas.
Dijo que ese tipo programa debe estar integrado por personal de
salud, con formación en control de infecciones y que, en el caso del
hospital Reid Cabral, está integrado por cinco personas.
Lamentó que el país no haya un protocolo para el tratamiento del agua
en los
hospitales y que muchos centros a quien tienen como responsable
de la vigilancia de las infecciones es a una enfermera o a un médico,
porque no se comprende la complejidad e importancia de ese trabajo.
Dijo que el mantener un centro de salud con los niveles controlados
de bacterias e infecciones, implica un trabajo colectivo, que incluye
desde el auxiliar de limpieza, porteros o seguridad, hasta las
enfermeras, médicos residentes y familiares de los pacientes.
Feliz Cuello asegura que donde no hay programas bien estructurados,
las tasas de infecciones nosocomiales representan un 10, 20 y 25 por
ciento, y las defunciones se disparan por encima del 10 por ciento.
Puso como ejemplo el hospital donde labora, en el cual, asegura la
tasa de infección está en 1.84 por ciento, siendo eso un privilegio, si
se compara con tasas de otros países que oscilan entre 7 y 20 por
ciento.
Su clave, agregó, ha sido el control de la cloración de agua con un
nivel que le permite mantener a rayas el desarrollo de brotes.
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