29 de octubre de 2016

EDITORIAL HUÉSPED!

El ejemplo de un padre responsable
Resultado de imagen para listin diario logoJuan Luis Cabrera es el nombre de un padre responsable que, probablemente con mucho dolor en su alma, pero con el orgullo atenazado por la humillación y la vergüenza, entregó personalmente a su hijo adolescente a la Policía al descubrir que había robado una motocicleta y tres teléfonos celulares.
Al enterarse del desliz de su hijo, no vaciló en someterlo él mismo al rigor de la ley entregándoselo a la Policía en los estudios del canal 5 de Telemicro, como forma de garantizar que en el proceso de investigación, encarcelamiento y enjuiciamiento le respeten su integridad.
Hasta ahora no tenemos una idea de si el joven, de 16 años, había tenido otras experiencias delictivas ni detalles de cómo el padre se enteró de los robos por los cuales decidió entregarlo como preso a las autoridades.
Pero el gesto es suficiente para ponerlo de relieve como un caso poco común en una época en que padres irresponsables se hacen de la vista gorda ante aquellos hijos, de conductas dudosas, que llegan a las casas con prendas, celulares, dinero y otros objetos malhabidos.
En los vecindarios se conocen a los niños y adolescentes que andan, como se dice, en malos pasos, pero un silencio cómplice los protege, porque nadie se atreve a regañarlos ni a denunciarlos por temor a las represalias del delincuente o de los pandilleros con los que éstos se juntan.
Solo cuando encuentran la muerte en una refriega con la policía o con la víctima de sus atracos, o con los ciudadanos indignados que pretenden tomar la justicia con sus propias manos, es que salen a relucir todas sus fechorías y las culpables e irresponsables indulgencias de sus padres.
No ha sido el caso de Juan Luis Cabrera, del sector Los Guaricanos, que actuó más que nada como un ciudadano respetuoso de la ley hasta el extremo de no tolerarle ni permitirle al hijo que manchara el honor de una familia en la que, sin ninguna duda, los valores de la honestidad, la decencia y la buena conducta primaban ante todo.
Hay muchos jóvenes en nuestra sociedad que caen atrapados en las ambiciones por el tener, en el vicio de las drogas, que los empuja a las acciones más audaces y extremas, o en la vía de delinquir para saciar ansias de consumo y de posesión de cosas que “dan status”, aunque para ello tengan que deshonrar a sus propias familias.
En una reciente serie de reportajes sobre lo que bulle en el cerebro de los delincuentes, publicamos el caso de un padre que se dedicó a robar y a acumular millones de pesos para complacer las supuestas aspiraciones de bienestar de su hijo.
Cuando fue con las manos llenas a decirle que pidiera lo que quisiera en la vida, el niño solo le respondió: “Yo solo quiero que tú me quieras, que no me dejes tanto tiempo solo y que me abraces con mucho cariño. No me interesa más nada”.

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