Breviario de una campaña electoral (2 de 3)
Referencias sobre cómo hacer una campaña electoral
Por Carlos Darío Sousa S.*
Capítulo VI
Dado que hay tres cosas en concreto que conducen a los hombres a mostrar
una buena disposición y a dar su apoyo en unas elecciones, a saber, los
beneficios, las expectativas y la simpatía sincera, es preciso estudiar
atentamente de qué manera puede uno servirse de estos recursos.
En los más pequeños beneficios, los
hombres encuentran motivo suficiente para apoyar a un candidato.
En aquellos que albergan ciertas expectativas, haz que les parezca que estás
siempre preparado y dispuesto a ayudarles. Dales a entender, además, que valoras
cuidadosamente los servicios que te han prestado.
Procura distinguir quiénes son, a fin de no quedarte pobre de recursos si
depositas en alguno de ellos una esperanza excesiva”
Capítulo VII
Durante el período electoral, también uno se gana un buen número de amigos
muy útiles.
No habrá nadie, créeme, por poco sensato que sea, que deje escapar la
oportunidad que se le ofrece de entablar amistad contigo, sobre todo cuando te
han tocado en suerte uno rivales…incapaces”
Capítulo VIII
Procura tener asegurada la adhesión de todas las centurias con amistades
numerosas y diversas. Lo primero que debes hacer salta a la vista: rodear de
atenciones a los senadores, a los caballeros y a cuantos hombres emprendedores
e influyentes haya en todos los demás estamentos.
Si te esmeras puedes ganarte el apoyo de las centurias del orden ecuestre
con mayor facilidad: en primer lugar, conviene conocer a fondo a los caballeros
y después, es preciso conquistar su afecto.
Además, ya tienes contigo a los jóvenes más sobresalientes y con más
inquietudes culturales.
Capítulo IX
Ya te he mencionado el séquito, cabe decir que también has de procurarte de
este asunto, de manera que a diario dispongas de un acompañamiento de toda
categoría, clases social y edad, pues, precisamente de la afluencia del séquito
se podrá deducir con qué fuerzas y con qué medios vas a contar.
Hay tres clases
de componentes: los que van a saludarte a tu casa, los que te acompañan al foro
y los que te siguen a todas partes.
En el caso de los
primeros, que son los más numerosos y que, según ahora se estila, se dedican a
ir a saludar a más de un candidato, tienes que hacer ver que incluso esta
mínima cortesía hacia ti te complace mucho. Cuando estos hombres van a visitar
a varios candidatos y comprueban que hay uno que valora en gran medida, estas
muestras de cortesía entonces se
vuelcan en él.
Los que te
acompañan al foro te rinden mayor cortesía que los que te van a saludar, por
tanto, demuestra y da a entender que eso es más de tu agrado y, en la medida de
lo posible, ve al foro a unas horas determinadas: llegar cada día al foro
rodeado de un séquito numeroso otorga una gran reputación.
La tercera clase
la constituye el grupo de los que siguen al candidato a todas partes. Procura
que cuantos lo hacen voluntariamente se den cuenta de que te consideras para
siempre obligados con ellos. Considero muy necesario y muy conveniente que
vayas siempre rodeado de una multitud.
Capítulo X
Como todo mi
discurso gira en torno a la devoción de los amigos, creo que no debo dejar de
advertirte sobre las precauciones que es
necesario tomar ante un asunto de este tipo: el mundo está lleno de engaños, de
traiciones y de perfidia.
Me limito a ponerte en guardia. Recuerda aquella
sentencia de Epircano, de que los nervios y las articulaciones de la sabiduría
consisten en no confiarse a la ligera.
Estudia los
motivos y las peculiaridades de tus detractores y enemigos. Los hay de tres
clases: los que se han visto perjudicados por ti, los que sin motivos alguno no
te aprecian, y, finalmente, los que son
muy amigos de tus competidores.
Por lo que se
refiere a cuantos has perjudicado al actuar en su contra para defender a un amigo, justifícate ante ellos
claramente, apela a tus deberes como amigo y hazles concebir la esperanza de
que, si ellos te brindan su amistad, también te ocuparás de sus asuntos.
Ante los que, sin
motivo alguno, no te tienen aprecio, dedícate enteramente a alejar de ellos
este sentimiento hostil, haciéndoles algún favor, dejándoles creer que se lo vas
a hacer o manifestando gran interés hacia su persona.
Con quienes
muestran la peor disposición hacia ti, dada la amistad que les une a tus
rivales, válete de los mismos medios que vas a emplear con los anteriores y, si
consigues hacer que te crean, da muestras de afecto incluso hacia tus mismos
competidores.
Capítulo XI
Como ya he
hablado bastante sobre la manera de trabar amistades, es preciso que trate
ahora otro aspecto de la candidatura que atañe a la manera de ser del pueblo.
Este desea que el candidato lo conozca por su nombre, lo halague, mantengas un
trato asiduo con él, sea generoso, suscite la opinión popular y ofrezca una
buena imagen en su actividad pública.
Para empezar, haz
que salten a la vista tus esfuerzos por conocer a los ciudadanos y exagéralos a fin de mejorar día a día estas
relaciones.
Convéncete de que
es necesario simular aquellas cualidades que no posees por naturaleza de tal
manera que parezca que actúas con toda espontaneidad; también es muy necesaria
la adulación, aunque es verdad que la adulación es reprobable cuando los
halagos corrompen a un hombre, pero cuando lo hacen más amistosos, entonces no
tiene porqué ser tan censurada.
Por lo que
respecta a la asiduidad, no existen reglas; la misma palabra ya indica lo que
es. Es cierto que resulta de gran provecho no ausentarse nunca de la ciudad,
ahora bien, las ventajas de la asiduidad no están solamente en quedarse en Roma
y en el foro, sino también hacer campaña asiduamente.
La generosidad
abarca un amplio campo: se pone de manifiesto en el uso del patrimonio
familiar. Se pone de manifiesto en los banquetes.
Procura ser
accesible día y noche y que esté abierto no solo el portal de tu casa sino
también el de tu rostro y de expresión, es decir, las puertas del alma; se
éstas permiten entrever, ocultas, unas segundas intenciones, de poco sirve
dejar libre la entrada.
Hay otra regla más
difícil y que se adapta más a las circunstancias que a tu propia manera de ser:
aquello de lo que no seas capaz, niégate a hacerlo amablemente o no te niegues;
lo primero es propio de un hombre bueno, pero lo segundo de un buen candidato.
*El autor es catedrático universitario.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.