18 de abril de 2016

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 18 de abril, 2016)

Breviario de una campaña electoral (2 de 3)
Referencias sobre cómo hacer una campaña electoral

Por Carlos Darío Sousa S.*

Capítulo VI

Dado que hay tres cosas en concreto que conducen a los hombres a mostrar una buena disposición y a dar su apoyo en unas elecciones, a saber, los beneficios, las expectativas y la simpatía sincera, es preciso estudiar atentamente de qué manera puede uno servirse de estos recursos.

En los más pequeños  beneficios, los hombres encuentran motivo suficiente para apoyar a un candidato.

En aquellos que albergan ciertas expectativas, haz que les parezca que estás siempre preparado y dispuesto a ayudarles. Dales a entender, además, que valoras cuidadosamente los servicios que te han prestado.

El tercer tipo es el de los partidarios tradicionales, cuyo apoyo será  conveniente consolidar con muestras de agradecimiento, adaptando tus discursos a las razones por lo que cada uno parece ser partidario tuyo…hay algunos hombres influyentes en sus barrios y en sus municipios…es preciso que te ocupes cuidadosamente de esta clase de hombres…hay otros que, o no son capaces de hacer nada, o incluso son odiados por sus propias tribus y carecen de energía y capacidad suficientes para hacer el esfuerzo que exigen las circunstancias.

Procura  distinguir quiénes  son, a fin de no quedarte pobre de recursos si depositas en alguno de ellos una esperanza excesiva”

Capítulo VII
Durante el período electoral, también uno se gana un buen número de amigos muy útiles.

No habrá nadie, créeme, por poco sensato que sea, que deje escapar la oportunidad que se le ofrece de entablar amistad contigo, sobre todo cuando te han tocado en suerte uno rivales…incapaces”

Capítulo VIII
Procura tener asegurada la adhesión de todas las centurias con amistades numerosas y diversas. Lo primero que debes hacer salta a la vista: rodear de atenciones a los senadores, a los caballeros y a cuantos hombres emprendedores e influyentes haya en todos los demás estamentos.

Si te esmeras puedes ganarte el apoyo de las centurias del orden ecuestre con mayor facilidad: en primer lugar, conviene conocer a fondo a los caballeros y después, es preciso conquistar su afecto.

Además, ya tienes contigo a los jóvenes más sobresalientes y con más inquietudes culturales.

Capítulo IX
Ya te he mencionado el séquito, cabe decir que también has de procurarte de este asunto, de manera que a diario dispongas de un acompañamiento de toda categoría, clases social y edad, pues, precisamente de la afluencia del séquito se podrá deducir con qué fuerzas y con qué medios vas a contar.

Hay tres clases de componentes: los que van a saludarte a tu casa, los que te acompañan al foro y los que te siguen a todas partes.  

En el caso de los primeros, que son los más numerosos y que, según ahora se estila, se dedican a ir a saludar a más de un candidato, tienes que hacer ver que incluso esta mínima cortesía hacia ti te complace mucho. Cuando estos hombres van a visitar a varios candidatos y comprueban que hay uno que valora en gran medida, estas muestras de cortesía   entonces se vuelcan en él.

Los que te acompañan al foro te rinden mayor cortesía que los que te van a saludar, por tanto, demuestra y da a entender que eso es más de tu agrado y, en la medida de lo posible, ve al foro a unas horas determinadas: llegar cada día al foro rodeado de un séquito numeroso otorga una gran reputación.

La tercera clase la constituye el grupo de los que siguen al candidato a todas partes. Procura que cuantos lo hacen voluntariamente se den cuenta de que te consideras para siempre obligados con ellos. Considero muy necesario y muy conveniente que vayas siempre rodeado de una multitud.

Capítulo X
Como todo mi discurso gira en torno a la devoción de los amigos, creo que no debo dejar de advertirte sobre  las precauciones que es necesario tomar ante un asunto de este tipo: el mundo está lleno de engaños, de traiciones y de perfidia. 

Me limito a ponerte en guardia. Recuerda aquella sentencia de Epircano, de que los nervios y las articulaciones de la sabiduría consisten en no confiarse a la ligera.

Estudia los motivos y las peculiaridades de tus detractores y enemigos. Los hay de tres clases: los que se han visto perjudicados por ti, los que sin motivos alguno no te aprecian, y, finalmente, los que  son muy amigos de tus competidores.

Por lo que se refiere a cuantos has perjudicado al actuar en su contra para defender  a un amigo, justifícate ante ellos claramente, apela a tus deberes como amigo y hazles concebir la esperanza de que, si ellos te brindan su amistad, también te ocuparás de sus asuntos.

Ante los que, sin motivo alguno, no te tienen aprecio, dedícate enteramente a alejar de ellos este sentimiento hostil, haciéndoles algún favor, dejándoles creer que se lo vas a hacer o manifestando gran interés hacia su persona.

Con quienes muestran la peor disposición hacia ti, dada la amistad que les une a tus rivales, válete de los mismos medios que vas a emplear con los anteriores y, si consigues hacer que te crean, da muestras de afecto incluso hacia tus mismos competidores.

Capítulo XI
Como ya he hablado bastante sobre la manera de trabar amistades, es preciso que trate ahora otro aspecto de la candidatura que atañe a la manera de ser del pueblo. Este desea que el candidato lo conozca por su nombre, lo halague, mantengas un trato asiduo con él, sea generoso, suscite la opinión popular y ofrezca una buena imagen en su actividad pública.

Para empezar, haz que salten a la vista tus esfuerzos por conocer a los ciudadanos y  exagéralos a fin de mejorar día a día estas relaciones.

Convéncete de que es necesario simular aquellas cualidades que no posees por naturaleza de tal manera que parezca que actúas con toda espontaneidad; también es muy necesaria la adulación, aunque es verdad que la adulación es reprobable cuando los halagos corrompen a un hombre, pero cuando lo hacen más amistosos, entonces no tiene porqué ser tan censurada.

Por lo que respecta a la asiduidad, no existen reglas; la misma palabra ya indica lo que es. Es cierto que resulta de gran provecho no ausentarse nunca de la ciudad, ahora bien, las ventajas de la asiduidad no están solamente en quedarse en Roma y en el foro, sino también hacer campaña asiduamente.

La generosidad abarca un amplio campo: se pone de manifiesto en el uso del patrimonio familiar. Se pone de manifiesto en los banquetes.

Procura ser accesible día y noche y que esté abierto no solo el portal de tu casa sino también el de tu rostro y de expresión, es decir, las puertas del alma; se éstas permiten entrever, ocultas, unas segundas intenciones, de poco sirve dejar libre la entrada.


Hay otra regla más difícil y que se adapta más a las circunstancias que a tu propia manera de ser: aquello de lo que no seas capaz, niégate a hacerlo amablemente o no te niegues; lo primero es propio de un hombre bueno, pero lo segundo de un buen candidato.

*El autor es catedrático universitario.-

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