Por Nélsido Herasme
Por poco muero de ceguera si a mi edad no me dispongo a
participar en un curso-taller sobre la disciplina del Balonmano, convocado y
motivado por el Ministerio de Deportes, a través de la Federación Dominicana de
Clubes, que dignamente dirige el dinámico, entusiasta y emprendedor cultural y
deportivo Roberto Ramírez, e impartido en el centro olímpico Juan Pablo Duarte
por el joven cubano-dominicano Félix Romero, quien en el terreno se hace
acompañar de un excelente cuerpo de
técnicos balonmanistas.
En la cancha corrimos, sudamos y nos sofocamos, hasta el extremo
de provocar risa en algunos de los compañeros que, olvidándose que pasamos de
los 50, lo hacían a discreción de nuestro accionar.
Estuvo tan buena la cosa, que ello nos motivó a llevar a nuestro
hijo más grande para que participase del curso y de los entrenamientos de esta
hermosa y novedosa disciplina.
En el inicio de este taller teórico y práctico aprendimos que el
balonmano, handbol o hándbol (términos procedentes del alemán Handball) es un deporte de pelota en el que se enfrentan dos equipos. Cada
equipo se compone de siete jugadores (seis jugadores y un portero), pudiendo el
equipo contar con otros siete jugadores reservas que pueden intercambiarse en
cualquier momento con sus compañeros.
El mismo se juega en un campo rectangular, el cual mide 40
metros de largo y 20 de ancho, con una portería a cada lado del campo.
El objetivo del juego es desplazar una pelota, valiéndose
fundamentalmente de las manos, para intentar introducirla dentro
de la meta contraria, acción que se denomina gol. El equipo que marque más goles al concluir el partido, que
consta de dos partes de treinta minutos, es el que resulta ganador, pudiendo
darse también el empate.
Este deporte, por su rapidez y velocidad, lleva una
formación y una disciplina rigurosa, por eso en el campo de entrenamiento el
profesor Romero hacía hincapié en estos importantes detalles.
Los mentores y conocedores de esta disciplina expresan que el
balonmano moderno es relativamente reciente, pues sus primeras reglamentaciones
se remontan a los últimos años del siglo XIX y la estandarización definitiva de
las mismas no llegó hasta 1926, pero fue en los Juegos Olímpicos de
Múnich 1972 donde este deporte hizo su
debut.
Ojalá que los sectores infantiles y juveniles de los barrios,
especialmente los que gustan del deporte, empiecen a interesarse por la
novedosa disciplina del balonmano, porque alguien mañana puede ser un digno
miembro de la selección nacional de balonmano en representación del país, o en
consecuencia, llegar a ser un excelente y productivo entrenador. Yo quiero ser
balonmano para aportar mi granito de arena.
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