Por Juan Bolívar Díaz
Muchos observadores
estiman que como siempre en la historia nacional se
impondrá el poder
presidencial, sin importar el costo institucional y económico, pero los
leonelistas resisten y proponen que los dos períodos presidenciales y nunca más
rijan a partir del 2020, cuando Medina podría repostularse y aspirar a 8 años
más de gobierno.
Confrontación al rojo vivo
A tres semanas hoy de la
decisión de buscar la reforma constitucional en post de la reelección del
presidente Medina, la confrontación ha alcanzado niveles críticos en el PLD,
tanto que dirigentes y legisladores empiezan a temer que pueda terminar en división
o en un desgarramiento que los lleve a perder el poder en las elecciones del
2016, partiendo de las posibilidades de que se conforme un frente de oposición.
La división entre
danilistas y leonelistas se expande por todas partes, y en algunos casos casi a
la mitad, en los organismos de dirección, entre los legisladores, articulistas
y comentaristas de los medios de comunicación, partidos aliados y entidades
vinculadas, y ya separa al presidente Medina y la vicepresidenta Margarita
Cedeño, quien esta semana se pronunció en defensa de la Constitución y de la
institucionalidad democrática.
Ya pasó una semana desde
que el secretario general del PLD, Reinaldo Pared Pérez, lanzó la toalla tras
su estrepitoso fracaso en convencer a la mayoría de los senadores y diputados
de que acataran la decisión del CP, al declarar que sólo una reunión entre
Leonel y Danilo podría resolver el conflicto, mientras se teme que se
profundice la confrontación.
Indicadores de la crisis
son la virtual desintegración de la comisión que encabezó Pared Pérez y que
aunque el proyecto de convocatoria de la Asamblea Nacional para la reforma
constitucional tiene 10 días en el Senado, y allí se anunció una “comisión
especial” para estudiarlo. Luego se identificó a cinco de los nueve que la integrarán:
Reinaldo Pared Pérez, Adriano Sánchez Roa, Félix Vásquez, Amable Aristy Castro
y Julio César Valentín. También por denuncias de intentos de soborno llevadas
hasta un tribunal y por el debate provocado por quienes advierten que la ley de
convocatoria requiere dos tercios de los votos al considerarla orgánica, además
de un referéndum aprobatorio.
Debieron ir al Comité
Central
Dadas las dificultades por
las que atraviesa el proyecto de reforma, hay quienes creen que los estrategas
del reeleccionismo se precipitaron pretendiendo que bastaba la aprobación del
CP, cuando era aconsejable buscar la ratificación del máximo órgano de
dirección del partido, después de su Congreso, que es el Comité Central (CC),
lo que la hubiese revestido de mayor legitimidad a la luz del estatuto del
partido.
La razón para evadir el CC
pudo haber sido que los danilistas no tienen allí la clara mayoría de 25 a 10
de que disponen en el CP. Estarían más o menos a la mitad, pero con el
ilimitado poder presidencial les resultaba más fácil conquistar la diferencia
en un organismo de 630 personas que entre 32 senadores y un centenar de
diputados.
Melanio Pared, un
dirigente fundador del PLD al margen de la confrontación, dijo el miércoles por
Teleantillas que el CP “actuó con irresponsabilidad”, porque es un órgano
ejecutivo del CC que es a quien corresponde una decisión de esa naturaleza.
Calificó la resolución que dispone la reforma constitucional como “popularmente
tentadora, políticamente conflictiva y legalmente tortuosa”. Estima que como
los legisladores son parte del CC, hubiesen quedado obligados a acatar su
decisión, sin poder alegar que no se les permitió opinar en una materia
fundamental de su oficio.
Es cierto que
tradicionalmente las decisiones del CP han sido acatadas por los legisladores,
pero siempre se tomaban por consenso, por lo que nadie las podía cuestionar, y
nunca para algo tan fundamental como reformar la Constitución.
La fórmula leonelista
Aunque reconocen que han
perdido el apoyo de dos o tres de los 17 senadores que juraban lealtad al
expresidente y de una decena de diputados, los leonelistas aseguran que aún
mantienen la mitad de los legisladores del PLD, “y aún cuando nos conquisten
algunos más”, serán suficientes para impedir la reforma constitucional. Pero se
cree que el poder presidencial y los intereses personales y partidistas
determinarían que Leonel se quede con muy pocos. Aún con todos tendrían que
buscarse una veintena en la oposición para los dos tercios de la Asamblea
Revisora.
El temor a la división
pudiera forzar a los dos líderes peledeístas a un acuerdo para apoyar un
tercero como candidato presidencial unificador, pero en la medida en que la
oposición tiende a recomponerse con la emergencia de Luis Abinader, se
preguntan quién pudiera encarnar el “ni tu ni yo”, dado que los demás
precandidatos no pasan de un dígito en las encuestas, aunque se dice que más de
uno estaría esperando ser el afortunado en ese tentativo escenario. Margarita
Cedeño, tercera en las encuestas tendría un veto por esposa de Leonel, a la
inversa Francisco Domínguez Brito, por el expediente contra Félix Bautista.
Los leonelistas barajan su
“fórmula mágica”: no hacer quedar mal a Danilo, que aún no dice públicamente
que quiere buscar la reelección, y aprobar la reforma constitucional, pero para
que entre en vigor a partir del 2020; que con la alta popularidad con que
Danilo terminaría, sea quien sea el que gane en el 2016, que no podrá
reelegirse, tendría la seguridad de la siguiente candidatura del PLD y un casi
seguro triunfo. Entonces, al entrar en vigencia el dos períodos y nunca más,
podría aspirar a la reelección en el 2024.
Otra vez “la maldita
reelección”
La reelección ha sido una
constante desde la primera constitución dominicana en 1844 cuando Pedro Santana
forzó a los constituyentes a abrirle un espacio para dos períodos y ha sido la
causa principal de 38 reformas constitucionales. Por ella 7 presidentes han
gobernado dos tercios de la historia republicana. Casi todos, incluyendo a los
de mayor dominio, Trujillo y Balaguer, comenzaron abominando del continuismo
para terminar aceptando “el clamor popular”
Parece que Danilo Medina
no será una excepción. Circula en la internet el vídeo de la entrevista con el
Grupo Corripio en la campaña del 2012, cuando enfatizó que gobernaría cuatro
años y ni un día más y se explayó en argumentos sobre los inconvenientes de la
reelección para la institucionalidad democrática, lo que repitió al comienzo de
su gestión.
Hipólito Mejía estableció
récord al jurar más de 20 veces que no aceptaría “la maldita reelección” siendo
el único en la historia nacional que fracasó en lograrla en el primer y único
intento y dividió su partido. Balaguer la perdió en el 1978, pero luego de tres
períodos consecutivos. Ningún presidente que buscó la repostulación ha
fracasado, pero ninguno la persiguió abiertamente sin tener el control absoluto
de su propio partido. Con frecuencia ha separado al vicepresidente del
presidente, como a Velásquez de Horacio y Lora de Balaguer, y podría ocurrir
ahora con Cedeño de Danilo.
La reelección siempre ha
condicionado la gestión gubernamental y el gasto público, y ha implicado
corrupción y compra de conciencia, lo que ya se está denunciando ahora, lo cual
podría implicar un costo económico e institucional para la sociedad dominicana,
y también costo moral para la imagen y popularidad del presidente Medina, quien
ya parece inclinado a lo que siempre se ha hecho en la historia dominicana.-
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