Estimado Rolando (2 de 3)
Por Carlos Darío Sousa Sánchez*
Y te digo, que no se si finalmente Silvana Pampanini se bañó
en leche de burra, de acuerdo con Bruno Pimentel, en la “Semana Aniversario”.
Los años finales de los cincuenta, y casi los sesenta, en su
totalidad están llenos de cantantes y de canciones italianas. Tendríamos acaso
que empezar con Domenico Modugno y su “Volare” (o Nel blu dipinto di blu –Azual
pintado de azul), 1958, Piove (o llueve, Chao chao bambina), 1959. Aunque a mí
me gusta de él aquella que dice: “Las nubes pasan por el aire camino de la
playa, parecen pañuelos blancos saludando a nuestro amor. ¡Dios como te amo!”,
1966. Y de buenas a primera nos cae Gigliola Cinquetti con “No tengo edad”,
1964. Y ya en el Madrid de ese año nos topamos con radio España, la primera
emisora que sintonicé, donde radiaban “Ho capito che ti amo” (He sabido que te
amaba), cantado por Wilma Goich.
Y a partir de ahí, tantas canciones y cantantes que llenan
parte de la estadía. Tony Dallara (Come Prima), allá por el 1957, y aún seguía.
Adriano Celentano (Serafino, Rezaré), 1968. Rita Pavone (L´amore mío), 1964.
Jimmy Fontana (El mundo), 1965; Nicola di Bari (Mici Miei, Piangero), 1965;
Patty Pravo (Qui e lá, se perdo te), 1967; (La bombola), 1968; Iva Zanicchi
(Non pensare a me), 1967; Nico Fidenco (Se me perderai. Con te sulta spagliga –contigo
en la playa-), 1965; Gino Paoli (con aquél inolvidable “Sapore Di Sale y Il
cielo in una stanza”); Edoardo Vianello (Guarda como Dondolo), 1962; Albano (Lo
de notte. L´oro del mondo), 1967.
Mi favorita Mina “la tigresa de Cremona”, cantando su
inigualable “Ciudad solitaria” (Cittá vuota y Il cielo in una stanza –El cielo
es una habitación. Que al oírla, por las cosas que dice en un país dominado por
una moral religiosa cerrada, no fue censurada, simplemente prohibida su
difusión); Claudio Villa (Una casa encima del mundo. No pienses en mi); Bobby
Solo (Una lacrima sui viso), 1964; (Zingara), 1969; Sergio Endrigo (Come
Stasera Mai. Dimmi La veritá), 1966; Peppino Di Capri (Roberta, Melancolía. St.
Tropez Twist); Gianni Morandi (No soy digno de ti); Pino Donaggio (Yo que no
vivo sin ti), 1965.
Ellos y ellas cantando canciones que provenían del festival
de San Remo y de Eurovisión o traducidas de otros idiomas o simplemente
cantándole al amor y al mundo. “Gira el mundo, gira en su espacio infinito, con
amores que comienzan, con amores que terminan, con las penas y alegrías de la
gente como yo. El mundo que no ha parado ni un momento, la noche viene y viene
el día y ese día vendrá…”. “Il Mondo” de Jimmy Fontana, autor y cantante.
Aún no conocíamos los que fueron grandes en la Opera, oíamos
hablar de Caruso, pero no voz y sí alguna historia de que podía romper una copa
con “do” de pecho. Conocimos algo por la presentación de Mario Lanza, el
estadounidense de padres italianos, que lo representó en la película “El Gran
Caruso”, que nos pasaban en la “Tanda Vermut” en el Ercilia. Y luego vimos,
otras veces más a Lanza, en “Las siete colinas de Roma”, donde cantó la
emblemática y mil veces cantada “Arrivederci Roma”, o los compositores que le
dieron una dimensión al “bel canto”, aunque veíamos a en el canal cuatro de La
Voz Dominicana a Armando Recio cantando “Torna a Sorrento” y no sabíamos de que
iban “La Caballería Rusticana”, y creo que “La Traviata”, que se anunciaban
como un gran logro de los cantantes dominicanos, desde Tony Curiel y Sánchez
Cestero a Violeta Stefan y muchos más del “elenco artístico del Palacio
Radiotelevisor La Voz Dominicana”, puesta en escena en una “Semana Aniversario”
en el canal referido. Por suerte, ahí no apareció ningún “Castrati”, símbolo de
mantenimiento de un tipo de voz en los infantes.
Por supuesto, llegó unos cuantos años más tarde, Luciano
Pavaroti y nos deslumbró con su canto, donde universaliza la Opera y la
canción, llamémosla “seria-popular” italiana, empezando por su ícono “Nessun
Dorma”, acto final de la ópera Turandot de Puccini. Cuando se juntaron “Tres
Tenores”, Luciano Pavoroti, Plácido Domingo y José Carrera, cambiaron la música
para siempre desde aquel memorable concierto, a raíz del mundial de futbol
Italia 90 y el del 16 de julio de 1994, en el estadio de los Dodgers, en Los
Ángeles. Hoy tenemos que unir a ese gran grupo al tenor invidente, el Toscano
Andrea Bocelli, que sabe deleitarnos con su voz entonando, con una amplia
discografía, boleros y canciones de diferentes géneros.
Por supuesto, eso es lo popular, que lo otro, lo serio, es
una cosa más seria, y habíamos visto la película basada en la obra de Giuseppe
Tomasi de Lampedusa “El gatopardo”, dirigida por Luchino Visconti, con Burt
Lancaster, Claudia Carninale y Alain Delon, y que vinimos a conocer en
profundidad su argumento cuando en la universidad el profesor de sociología,
creo que Rodríguez, nos habló de que representaba el conservadurismo, con la
frase “vamos a cambiar para todo sigue igual” (realmente es “Si queremos que
todo siga como está, es necesario que todo cambie”).
*El autor es catedrático universitario.-
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