Por
Alejandro Santana
Recientemente unos periodistas fueron agredidos,
robados, ultrajados, por turberos que fueron llevados de barrios de la capital
hasta un hotel donde el ex Presidente Leonel Fernández tenía una actividad.
Se sabía que en el lugar se realizarían protestas y la prensa,
indiscutiblemente que estaría en el lugar haciendo su trabajo, que es, el de
informar, y como se esperaba, hubo protestas.
A los protestantes se les dio palos, se les agredió, y hubo
una
señora que fue brutalmente agredida a palos por los paleros de Leonel, la
prensa lo difundió al mundo.
Pero los que protestaban no sólo fueron el blanco de los
ataques, también se agredió a periodistas que trabajaban, se golpeó a
fotógrafos y no solo eso, se les robó sus cámaras.
Las imágenes están ahí, las caras de los agresores también
están, pero a dos semanas del hecho, el ex Presidente Leonel Fernández no
ha dicho nada, no se ha disculpado formalmente sobre ese hecho, pero su partido
tampoco.
Luego de la actividad donde los paleros fueron revividos, porque
entendíamos que eran cosas del pasado gobierno de los doce años, Leonel fue a
NY y un periodista le hizo la pregunta clave sobre los hechos.
“Señor
Presidente, recientemente periodistas dominicanos fueron agredidos y robados en
una actividad donde usted era la figura central, ¿acaso no es eso violación a
la libertad de prensa?”
La respuesta no se hizo esperar, “En República Dominicana está
garantizada la libertad de prensa en nuestra constitución, pero hay
limitaciones entre ellas que no se puede
mancillar, la honra de las personas”.
Mi pregunta sobre el tema es, ¿acaso los periodistas,
camarógrafos, fueron al lugar a poner en entredicho la honra del ex Presidente
y por eso hubo que apalearlos?
Un ex Presidente que justifica la agresión y robo de sus cámaras
a periodistas, un ex que pretende nueva vez ser candidato a la presidencia de
la República.
Si en algo pudiéramos estar claros los periodistas dominicanos,
es que esta limitada libertad de prensa nos costó vidas, nos costó destierro y
mucha sangre, para permitir que sea vulnerada de esa forma y que los
periodistas todos no estemos en pie de lucha.
Las libertades se pierden cuando comenzamos a tolerar los actos
de violación por pequeños que parezcan, se van haciendo costumbre y llega el
momento en que nos preocupamos cuando hemos perdido todas las libertades.
Pero ocurre que los periodistas estamos divididos, unos somos
leonelistas, otros danilístas, unos peledeístas y algunos opositores, y los
menos (los raros), los independientes, y se nos olvida que todos somos
periodistas y que igual sufriremos cuando la libertad de prensa se pierda.
Entiendo que frente a las libertades debemos ser periodistas,
debemos exhibir la bandera de las libertades, debemos luchar como un solo
hombre porque estas escasas libertades que hemos logrado no se pierdan.
Y luchar por las libertades no es estar contra políticos ni
partidos, es unificarse en torno a lo que promovió nuestro fundador líder Juan
Pablo Duarte, cuando dijo entre otras cosas, ¡ser justo lo primero, si queremos
ser felices!.
A todos nos legó ese principio filosófico, que en esencia es una
gran razón para seguir adelante. Estamos
permitiendo que se nos vulneren las libertades, solo unos cuantos protestamos,
los intereses nos dividen y pagaremos todos, justos por pecadores.
Sería bueno que todos los periodistas dominicanos hagamos
público un gran documento de condena a la acción de los paleros de Leonel, no
importa que sus seguidores estén ahí
firmándolo también.
Porque en la medida en que saquemos la cara en repudio a ese atropello
e intento de marchitar la libertad de prensa, lograríamos hacer que el ex
Presidente Fernández reflexione, reconociendo que hubo exceso y demandando a
sus seguidores o sicarios contratados para dar palos, que devuelvan a la prensa
las cámaras robadas.
Por mi parte, si seguidores del ex me quieren ver como su
enemigo, me importaría, porque mi único compromiso seria en este caso a favor
de la libertad de prensa, no me gustaría pasar a ser de las voces que callan
ese atropello.
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