Por Alejandro Santana
Nada
describe mejor el drama de locutores y periodistas, que la obra del
laureado escritor colombiano Gabriel García Márquez: "El Coronel no tiene
quien le escriba".
Es lo
que más se acerca a la realidad que vivimos los que el pasado 5 de abril, día
del periodista, y 18 del mismo mes, día del locutor, fuimos sometidos por
nuestros gremios al poder Ejecutivo con la esperanza de que se nos pensione.
Solicitudes
que se hicieron por enfermedades, vejez y otras
condiciones, causadas por el
ajetreo del ejercicio de profesiones que nos mantienen en tensiones, que a su
vez generan varias enfermedades.
Los
sometidos padecemos una o dos de esas enfermedades, presión arterial, dolores
agudos de espaldas, colesterol, diabetes y cáncer en las cuerdas vocales.
A
raíz de ese sometimiento, éramos un número que ha venido reduciéndose porque ya
varios de esos profesionales sometidos han muerto.
Otros
están recluidos en centros hospitalarios del Estado, donde van a parar los
indigentes de este país, sin importar el rol que durante su vida jugaran a
favor de la sociedad o del mismo Estado.
La
pregunta obligada es dónde están los empleadores de esos profesionales de la
pluma y el micrófono, como respuesta, tendríamos que decir que sí tuvimos
empleadores, hasta cuando tuvimos en condiciones de ofrecer el servicio, luego
fuimos a la calle.
Los
sometidos a pensiones por edad y enfermedades, aunque fuimos empleados de
dueños de medios, el mayor servicio lo hicimos a la patria.
Sí, a
la patria. Surgimos cuando se necesitaron voces y plumas para luchar por
las libertades. Cuando se necesitó de nuestros servicios dimos con valentía un
paso adelante, sin preguntar qué se nos aseguraba.
Servimos
con entusiasmo y amor, desafiábamos la represión de entonces, denunciando al
mundo las atrocidades de las dictaduras.
Muchas
veces tuvimos que ejercer desde la clandestinidad, denunciando los crímenes,
las vejaciones a que el pueblo era sometido constantemente.
Hoy
personas que no estuvieron ahí y que si a lo mejor hubieran estado, seria al
servicio de los opresores, esos han recibido las glorias, son protegidos por el
Estado con pensiones onerosas que disfrutan con oprobio y burla frente a los que
hoy mueren en las salas de los hospitales.
O en
los mostradores de cualquier farmacia, calculando como multiplicar los chelitos
para comprar parte de los medicamentos para poder seguir mal viviendo.
Ya el
número sometido se ha ido reduciendo, desde abril a esta parte son varios
los muertos y son muchos los que están o han estado hospitalizados, esperando
como el coronel de Gabriel García Márquez.
Son
muchos aún los que viven en la desesperanza, esperando que se les pensione,
porque contrario a mi, desconocen que nuestro presidente ha entendido que
las pensiones que se otorgaron antes, fueron un festín y un acto deshonesto.
Me
enteré que desde las instancias del poder eso no se contempla, que nuestro
presidente tiene muy mal concepto del otorgamiento de pensiones para pobres
periodistas y locutores.
Y
aunque él no se lo ha dicho a los gremios, ya muchos sabemos que algunos de sus
funcionarios lo han dejado saber a amigos o colegas periodistas que no
disfrutan de las mieles del poder.
Lo
que nos diferenciará del Coronel de Gabriel García Márquez, es que no iremos
cada miércoles al puerto a esperar la llegada del correo.
Nos dedicaremos a seguir viendo transcurrir los meses, desde abril a noviembre, y
desde ahí hasta que concluya el periodo de nuestro presidente.
Felix Valoy, locutor barahonero, enfermo de diabetes, con una extremidad amputada,
con el dedo mayor del otro pie amputado, no lo sabe, a él nadie le ha dicho que las
esperanzas se murieron, que seguirán muriendo para cada uno de los sometidos.
Cómo
hago para lograr que lo entienda , que otros lo entiendan y nos unifiquemos
para producir un documento donde demos las gracias a nuestro presidente y
renunciemos a ese favor que desde el Estado se visualiza y se entiende que no
hay obligación desde esa instancia.
Demos
las gracias y decidamos esperar la muerte con resignación, pero con honor y
dignidad y conservemos los dineritos que consigamos para comprar alimentos y
medicamentos y regalemos los animales que algunos tengamos, para no gastar
también en ellos.
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