22 de febrero de 2016

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 22 de Febrero, 2016)

Las grandes concepciones ideológico-políticas

Por Carlos Darío Sousa S.*

En su famoso ensayo “El Marxismo” (Introducción al marxismo, 1961), de Henri Lefebvre, Francia, 1901, afirmaba que las grandes concepciones del mundo, visión de conjunto de la naturaleza y del hombre, que se postulan, son tres, y sólo tres:

1. La concepción religiosa o cristiana (centro de referencia: la divinidad)
2. La concepción individualista (centro de referencia: el individuo)
3. La concepción colectiva o marxista (centro de referencia: la colectividad)

Naturalmente, en cada una de ellas lo determinante es el centro de referencia, que informa todas las ideas sobre el hombre, la naturaleza y la sociedad, con sus correspondientes métodos filosóficos y de conocimiento y sus conglomerados ideológicos: Conservadurismo, liberalismo y socialismo, respectivamente.

Cronológicamente ese ha sido el orden de sucesión histórica, pero ello no impide imaginar entrecruzamientos múltiples que han hecho posible, por ejemplo, actitudes, ideas, creencias y comportamientos individualistas o colectivistas en el seno de las diferentes concepciones religioso-políticas que han existido y existen en el mundo, desde la infancia  de la humanidad hasta nuestros días.

Por su parte, Carl Schmitt, al hacer la crónica del desarrollo del espíritu europeo desde la edad moderna, habla de “esferas espirituales” con sus correspondientes “centros de referencia”, comprendidos por la existencia política concreta: “si el centro de la vida espiritual se desplazó progresivamente en los cuatro últimos siglos, del mismo modo cambiaron, como consecuencia y progresivamente, todos los conceptos y los términos, y es necesario tomar conocimiento de la pluralidad de significados de cada concepto y de cada término. Los sucesivos centros de referencia son:

1. El teológico (siglo XVI)
2. El metafísico (siglo XVII)
3. El moral-humanitario (siglo XVIII)
4. El económico (siglo XIX)

En los últimos cuatro siglos de la historia europea, la vida espiritual tuvo centros distintos, y de pensamiento de la élite activa, que constituía el grupo de punta en los diferentes momentos, se movió, en los diversos siglos, en torno a centros de referencia variados. No es difícil inferir que las tres concepciones encajan perfectamente en las esferas espirituales; la concepción religiosa-conservadora, entre  las esferas teológica y metafísica; la concepción individualista-liberal, entre las esferas metafísica y moral-humanitaria y económica.

El Liberalismo:
Probablemente tenga razón Lionel Trilling (NY, 1905/ 1975) en su “Imaginación liberal”, cuando afirma que el liberalismo es más bien una amplia tendencia que un cuerpo doctrinario conciso, y nos recuerda a Goethe, para quien ni existen “ideas liberales”, sino sentimientos liberales. La Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, nos ofrece la noción de liberalismo como “creencia en un conjunto de métodos y prácticas, que tienen por objetivo común lograr una libertad mayor para los individuos”. Por tanto el liberalismo, como concepto universal y plural, puede ser detectado en construcciones mentales y culturales de cualquier sociedad histórica, desde la remota antigüedad hasta nuestros tiempos, impregnando las diversas filosofías, ideologías y programas políticos.

Desde una perspectiva más estricta, que concierne a la propia historia del mundo occidental, cabe señalar la importancia de la tradición monoteísta judo-cristiana, fecundada por la filosofía greco-romana, en la configuración cultural del individuo y la persona, con consecuencias jurídicas que contemplan el propio derecho romano en las sucesivas codificaciones que culminan en el código de Justiniano (año 529 d.C.), complementado  por los glosadores y postglosadores del medioevo.

En el terreno filosófico-político. Aristóteles, el epicureísmo y el hedonismo, disciplinado por la Stoa (Espacio público protegido del sol y la lluvia, servía para entablar relaciones y, a veces, establecer puestos de comercio. De una Stoa ateniense, la Stoa Pecile, deriva el nombre de estoicismo, pues en ella el filósofo Zenón de Cito impartía sus enseñanzas a sus discípulos) y el cristianismo, harán finalmente posible la filosofía cristiana de Agustín de Hipona y la síntesis de Tomás de Aquino.

La conciliación de la filosofía y el derecho naturales con el cristianismo, que cristaliza en la concepción individualista del mundo, es decir, el humanismo, la autonomía de la razón. Renacimiento y Reforma, con que se inicia la secularización moderna, permitirá la aparición histórica del liberalismo marcado por un “individualismo posesivo”, que encontrará en la teoría política absolutista (Maquiavelo, Bodino, Hobbes) su modelo históricamente necesario: alianza de la burguesía con la monarquía nacional (el Estado Absoluto) contra el feudalismo. 

Pero al mismo tiempo, la superación de éste y el ascenso histórico de la sociedad nacional-burguesa supone la asunción, por parte de la ideología burguesa misma, de ciertos valores liberales que habían nacido precisamente en los castillos feudales. David Held (2007) habla de que el absolutismo sentó las bases de un sistema de poder nacional y secular

La ideología liberal moderna encontrará en John Locke su formulación clásica: la libertad reside en el hecho de que el individuo es propietario de sí mismo y del resultado de su actividad.          

“De todos ellos resulta evidente que los bienes de la naturaleza están esparcidos en forma indivisa, pero el hombre, lleva en sí la justificación principal de la propiedad, porque él es su propio dueño y el propietario de su persona, de lo que ella hace y del trabajo que ella desarrolla; a medida que las inversiones y las artes han perfeccionado las condiciones de la vida, lo esencial de aquello que él ha empleado para asegurar su propia conservación y su bienestar, nunca dejó de pertenecerle como propio, sin que haya tenido que compartirlo con otros..”. ("Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil”)  
          
Adán Smith (Edimburgo, Reino Unido. 1723/90) que funda la “economía política” con su obra “Investigaciones sobre la naturaleza y causas de la riqueza de la naciones” (1776), coincidiendo con la Declaración de Independencia de las colonias de la Nueva Inglaterra, sigue a Locke, como le seguirán los líderes norteamericanos de la independencia y los autores de la primera Constitución moderna escrita y todavía hoy,  con más de dos siglos de edad vigente.

La influencia lockeana también será perceptible en Francia a través de Montesquieu (Espíritu de las Leyes), a lo largo de todo el proceso revolucionario –la Gironda- y el doctrinarismo del siglo XIX (Constant, Tocqueville, etc.). 

Mientras tanto, el liberalismo censitario (sufragio restringido basado en la dotación del derecho a voto a la parte de la población que contará con ciertas características) que definía los doctrinarios, competía y se entremezclaba con formulaciones del laissez-faire, laissez passer (dejen hacer, dejen pasar) refiere a una completa libertad en la economía libre mercado, libre manufactura, bajos o nulos impuestos, libre mercado laboral y mínima intervención de los gobiernos, que definía liberalismo Manchesteriano, hasta el utilitarismo inglés de J. Bentham y James Mill suministre una filosofía unificadora del liberalismo económico y político.

Fernando Vallespín (El Estado liberal, 2009), hace esta propuesta: “Como ocurre con las grandes ideologías políticas, el liberalismo no es fácilmente reconducible a una serie de rasgos únicos, determinados, sino que exhibe distintas facetas según se vaya enfrentando a circunstancias sociales siempre cambiantes.

Ninguna ideología política surge “ex novo”, a espaldas de las tradiciones de pensamiento frente a las que se alza o pretende erigirse en alternativa, en todas ellas hay siempre algún residuo de concepciones del mundo y principios ya formulados con anterioridad, así como una cierta flexibilidad para ir adoptándolos a las mutaciones de la vida social y política”.

John Rawls, (El liberalismo Político, 1996) por su parte, dice en su Ideas Fundamentales: “La cultura política de una sociedad democrática lleva siempre la impronta de una diversidad de doctrinas religiosas, filosóficas y morales encontradas e irreconciliables, el liberalismo concibe la diversidad de doctrinas como el resultado de la razón humana desarrolladas en el marco de instituciones fundamentales, duraderas libres”.

Hemos dado una imagen muy parcial de liberalismo, analizarlo en la totalidad de su dimensión histórica y de aplicación en la sociedad, es una labor inconmensurable, pero alcanzable por etapas sesgadas y en puntos localizables. Sólo decir por último, que es a partir del liberalismo que motorizaron  muchos de los cambios políticos que se produjeron en el mundo, sobre todo, a partir de los siglos XVIII y  XIX.

Bibliografía:               
1.-Manuel Pastor (Coordinador), Fundamentos de Ciencias Políticas. MacGraw Hill. 1999.
2.-Adolfo Gabino Ziulu. Derecho constitucional. Depalma.1997
3.-George Sabine. Historia de la Teoría Política. Fondo de Cultura Económica. 1965.
4.-Jean Touchard. Historia de las Ideas Políticas. Tecnos. 1975.
5.-Salvador Giner. Historia del Pensamiento Social. Ariel. 2008.
6.-Fernando Vallespín (Ed.). Historia de la teoría Política. 1 y 2. Alianza. 2002.
7.-Fernando Vallespín. El Estado Liberal. En manual de Ciencias Políticas Trotta. 2009.
8.-John Rawls. El liberalismo Político. Critica. 1996.

9.-David Held. Modelos de Democracia. Alianza. 2007.

*El autor es catedrático universitario.-

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