23 de septiembre de 2025

El Eterno Guión de los “Intercambios de Disparos”

Por Ernesto Heredia

Cada cierto tiempo, la Policía Nacional difunde un comunicado con un relato que ya parece aprendido de memoria: un supuesto delincuente se enfrenta a tiros con agentes, los uniformados repelen la agresión y, finalmente, el civil muere abatido.

El detalle más llamativo es que, en la mayoría de los casos, ningún agente resulta herido, pese a que —según la versión oficial— fueron atacados primero.

El más reciente episodio ocurrió este martes, cuando la institución informó la muerte de un hombre señalado como delincuente, y quien era buscado activamente por la uniformada mediante órdenes de arresto por múltiples homicidios y agresiones con arma de fuego, este supuestamente disparó contra una patrulla que lo perseguía. Como de costumbre, el parte policial aseguró que los agentes repelieron la agresión y salieron ilesos.

El problema no está en que la Policía se defienda en caso de ser atacada, sino en la constante repetición de un patrón que erosiona la credibilidad de sus informes.

Resulta difícil de creer que en todos los supuestos tiroteos los delincuentes tengan tan mala puntería y los policías tanta eficacia en su respuesta. Esa narrativa oficial, repetida hasta el cansancio, deja más preguntas que respuestas.

¿Se trata realmente de enfrentamientos armados, o más bien de ejecuciones extrajudiciales maquilladas bajo la fórmula de “intercambio de disparos”? ¿Por qué nunca se presentan pruebas contundentes, como videos de cámaras corporales, grabaciones de seguridad o peritajes balísticos que confirmen las versiones? ¿Quién supervisa que los protocolos de uso de la fuerza se cumplan en cada caso?

Una policía moderna y confiable no debería depender de comunicados que parecen copiados y pegados. La transparencia exige investigaciones independientes y la presentación de evidencias verificables ante la ciudadanía.

No se trata de proteger delincuentes, sino de garantizar que la lucha contra el crimen no se realice al margen de la ley ni con métodos que recuerden épocas oscuras.

Cada comunicado sin variación, cada relato repetitivo, termina reforzando la percepción de que la institución no informa, sino que se justifica. Y lo más grave: en lugar de fortalecer la confianza ciudadana, la debilita.

Porque en un Estado de derecho no basta con abatir delincuentes, también es necesario rendir cuentas a la sociedad, explicar los hechos con transparencia y demostrar que la ley se aplica dentro de la legalidad. De lo contrario, seguiremos atrapados en el eterno guion de los “intercambios de disparos”, donde siempre muere el otro lado y la duda nunca se disipa.

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