27 de julio de 2025

Carta a mi Padre

 Por Clemente Terrero  

Querido padre:   

Quiero decirte que estoy consciente de que la familia es el núcleo central de las sociedades humanas, representada por un padre y una madre, cada uno con roles diferentes dentro de la unidad familiar.  

Desde el principio de los tiempos, el padre ha sido la cabeza del hogar. Es en quien descansa el mayor peso social; quien representa la dignidad, la seguridad y el orgullo en la familia. Ese hecho no es por casualidad, sino producto de una necesidad de la naturaleza. 

Quiero que sepas que, desde niño, te tuve un gran respeto. Fuiste mi ejemplo, el que me enseñó a vivir del trabajo, a respetar los bienes ajenos, a ser responsable con los compromisos asumidos.  

Me enseñaste a ser leal y a dar apoyo a todos los que lo necesiten, sin importar de quién se trate. Aunque éramos una familia pobre y no teníamos nada que exhibir, me enseñaste que la principal riqueza es la honestidad. No apegarse a los bienes materiales, sino a dar más que a recibir.  

Gracias, padre, por todas las cosas buenas que me enseñaste. Me siento muy orgulloso de ti, de tu ejemplo cuando íbamos juntos a pescar. Gracias por enseñarme las habilidades y técnicas de pesca.  

Gracias por enseñarme a ser valiente, a cuidarme en las aguas profundas del mar, a navegar y afrontar sin miedo las tormentas, el mar bravío, los nubarrones, las grandes olas y los fuertes vientos en la lejanía del mar.  

Gracias por enseñarme las habilidades para salir de situaciones que ponían en riesgo mi vida y la de mis hermanos, cuando íbamos a pescar en las noches en aguas profundas y tenía que asumir tu papel en la familia.  

Gracias te doy, padre, por enseñarme a luchar contra los tiburones, a cuidarme de ellos y no provocarlos, sino más bien respetarlos en su hábitat.  

Gracias por enseñarme a considerar a las personas mayores, escucharlas, valorar sus consejos, no contradecirlas aunque tengamos la razón. Gracias por enseñarme que el respeto se gana; no se impone con autoridad, sino con el ejemplo.  

Gracias por apoyar mi sueño de hacerme profesional, por prestarme atención cuando me dijiste que no podías mantenerme en la universidad. Gracias por confiar en mí; hiciste lo que tenías que hacer. Sin tu apoyo no hubiera sido posible.  

Gracias, padre, por tu amor. Es el primer año que paso sin tu presencia, pero quiero que sepas, donde quiera que te encuentres, que fuiste mi mayor orgullo. Te prometo que este año, Dios mediante, trabajaré intensamente por hacer realidad lo que con paciencia esperaste.  

Gracias, padre. Te amo y te amaré por siempre. 

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