Por Ángel González
@angelgonzalezfz
En las últimas semanas, ha cobrado fuerza el debate sobre la definición temprana del candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de cara a las elecciones de 2028. Algunas voces dentro del partido insisten en que el candidato debe elegirse cuanto antes, argumentando que la demora sólo beneficiaría a los adversarios políticos. Sin embargo, esta prisa podría ser un error estratégico de enormes proporciones.
Las elecciones presidenciales están programadas para el 2028, y plantear la selección del candidato en 2025 parece una decisión precipitada. El verdadero desafío del PLD en este momento no es definir un nombre, sino reconstruir y fortalecer sus bases. Es imperativo que el partido dedique los próximos dos años a organizarse, movilizar a su militancia y conectar con la población a nivel nacional. Esto solo se logrará permitiendo que varios líderes emerjan y lleven el mensaje del PLD a cada rincón del país.
Un proceso con varios precandidatos recorriendo el territorio nacional, permitirá no solo dinamizar al partido, sino también medir cuál de ellos tiene mayor conexión con la gente y capacidad de unificar al PLD. Si en 2026 se realiza la selección del candidato, habremos garantizado un liderazgo fortalecido y una estructura partidaria en mejores condiciones para enfrentar los desafíos electorales.
No podemos olvidar la lección del pasado. La experiencia ha demostrado que las decisiones apresuradas pueden fracturar en lugar de unir. Para que el PLD vuelva a ser una fuerza determinante en la política dominicana, debe consolidar su organización, reestructurar sus estrategias y permitir que la competencia interna revitalice el partido, en lugar de imponer un candidato de manera prematura.
El PLD no necesita un candidato en 2025, necesita una militancia activa, unificada y fortalecida. Sólo así podremos garantizar una victoria en el 2028. Es tiempo de organizarnos, no de dividirnos antes de tiempo.
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