14 de enero de 2025

No Hagas Leña del Árbol Caído

Por Juan Matos*

Esta valiosa lección aprendida en mi niñez, cobra vigencia en mi mente al reflexionar con relación al alud de declaraciones negativas sobre la gestión de Milagros Germán, al frente del Ministerio de Cultura.

La intensidad de las críticas en torno a su renuncia ―o despido discreto, como afirman algunos medios―, llama la atención. En verdad desconocía que la cultura fuera un tema de tanto interés para los ahora alarmados medios de comunicación. La mayoría de los “comunicadores” se han cuidado de externar en sus declaraciones, la “admiración y el valor personal” de la ministra renunciante; todo como preámbulo a la andanada de críticas a su administración y las “preocupaciones” por el sector cultural. Con tales “amigos y colegas”, la exministra no necesita de enemigos.
Habría que preguntarse ¿por qué las susodichas preocupaciones no fueron externadas con la debida diligencia, magnitud y pasión que hoy exhiben los medios de comunicación? Si tanto les preocupa o preocupaba la cultura; ¿por qué no se escuchaban esas voces tan sensibles al destino de ésta en nuestro País? Tal vez porque la cultura como materia de consumo no ha sido rentable a no ser por “estar al día” con las “noticias de la semana”. Porque de ahí no pasan las cosas en nuestro país de los olvidos.
Pero hay que hacer fiesta con el tema que está en la palestra. Sin embargo, salvo muy contadas excepciones, los hoy abanderados de la cultura no han tenido la dignidad requerida para expresar lo que realmente ocurre: la falta de una Política Cultural del Estado. No se trata del o de la incumbente. Gobiernos tras gobiernos, ministros tras ministros, se suceden sin que ninguno de los partidos haya establecido una Política Cultural.
Si los “comunicadores” se preocuparan tanto por la cultura, los escucharíamos comentar sus impresiones sobre las presentaciones de libros, las exhibiciones de artes plásticas y obras de teatro que semanalmente ocurren en el país; invitarían frecuentemente a los autores, a los artistas plásticos, a los dramaturgos, en fin, participarían de las incontables actividades organizadas por los gestores culturales dentro y fuera del país; es decir, se hicieran eco de todo el esfuerzo que tanta gente de bien realiza por la cultura, incluyendo las manifestaciones populares en los pueblos del interior, que son las genuinas expresiones culturales de la gente. Pero eso no da “likes” en Facebook ni en Youtube.
Hay otros “dolientes de la cultura” que debo traer a colación, a saber. En calidad de autor y gestor cultural he observado como cada período de elecciones se ve matizado por la formación de grupos de escritores e intelectuales en apoyo a tal o cual candidato. Celebran encuentros y proclaman a viva voz que el aspirante tiene “serias intenciones” con el sector cultural. Apenas ocurre la juramentación presidencial, desaparecen, por gravedad, los otrora “interesados por la cultura.” ¿Cuál ha sido el propósito de tales acciones? ¿Exhibir sus fotos en Facebook para demostrar apoyo al futuro presidente o dejarse ver para “estar en buena” ―como se dice coloquialmente-?
¿Dónde están esas voces ahora? ¿Cuándo, de manera pública, han demandado del Ciudadano Presidente y/o de la cúpula del partito oficial, la conformación de coloquios para discutir con transparencia un proyecto de Política Cultural del Estado? Para nada. Conviene callarse. He aquí los versos del cantautor Paxti Andión: ¿Acaso una palabra vendida por un sueldo /podría definirme / ponerme nombre al cuello / con bordes y con grapas como un palafrenero? Habría que saberlo… habría que saberlo…
Si en verdad existe un ápice de genuina preocupación por la administración de la cultura en nuestro país, conviene que se empiece por donde se debe. Es responsabilidad de los gestores culturales, de los escritores, educadores, artistas ―y de los comunicadores responsables― demandar de los partidos políticos el establecimiento de la Política Cultural del Estado que no sea reflejada en la mera determinación de los puestos públicos de sus simpatizantes políticos enganchados a la cultura.
Lo que ha ocurrido con Milagros Germán ―mujer decente, de gran calidad humana y con valiosa trayectoria de servicios a la sociedad― seguirá ocurriendo con los sucesores hasta tanto no haya una planificación consensuada que defina los objetivos de la Política Cultural del Estado. Cada incumbente se verá atado al “apoyo” de la cúpula partidarista que rodea al Primer Mandatario y en virtud de esa jerarquía, estarán los recursos para que se “hagan las cosas”. Finalmente, tras “caer en desgracia” sucumbirá ante el orquestado circo de los medios de comunicación encargados de hacer leña del árbol caído.
*El autor es escritor y gestor cultural dominicano, reside en Lunenburg, Massachusetts-USA.-

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