Por Clemente Terrero
Una causa es un ideal, una aspiración de algo que se quiere alcanzar. Es un proyecto social organizado para hacer cambios que requiere de acción y movimientos.
Para llegar a hacer realidad una causa se necesita la voluntad libre y la unión de hombres y mujeres con el mismo pensamiento, con el mismo ideal, con el mismo propósito.
En una sociedad pueden coexistir múltiples causas, dependiendo del interés y los objetivos que se buscan. Pueden ser causas individuales y causas colectivas.
Así también, dentro de un mismo contexto social pueden interactuar múltiples intenciones, de acuerdo a lo que se quiere, para que se quiere y para quien se quiere.
Los cambios sociales no se producen al azar, son procesos planificados y conducidos por individuos, llamados líderes, identificados con los mismos, personas capaces, competentes, con experiencia, comprometidos con un ideal, que se identifican con el sentir de la gente, con sus aspiraciones, con sus intereses.
Pero en las luchas sociales, el pensamiento de un líder puede cambiar, mientras la causa permanece. Por eso, un auténtico militante siempre debe aferrarse a la causa, que es la aspiración máxima de un revolucionario.
El líder debe estar identificado con la causa que es la intención colectiva. Para lograr esa meta los líderes tienen que ser coherentes y firmes. Nunca vacilar.
Pero los lideres pueden cambiar, dependiendo de las circunstancias, la historia lo ha demostrado. Los lideres pueden abandonar la causa que defendían para sumarse a otras. Cuando las ideas de los líderes se debilitan, éstos se dejan arrastrar por otras corrientes, abandonan su grupo, uniéndose a sus contrarios, buscando beneficios propios.
La causa social es única y prevalece, no cambia, hay que hacerla cambiar, de lo contrario seguirá siendo la misma. La causa tendrá vigencia mientras exista la injusticia, la desigualdad y la exclusión social, propia del pensamiento de la élite dominante.
Cuando la conciencia de los lideres se debilita, pueden ser permeados por las ideas de la clase dominante, de su sistema social, asumiendo su estilo de vida, sus hábitos, su comportamiento, sus propuestas y la defensa de su causa.
Cuando un líder abandona la causa para sumarse a la de sus adversarios, le produce un gran daño al proceso, que es difícil de medir en la práctica. Le baja la moral a los militantes que luchan, provoca confusión en la organización, produce dispersión, desconfianza y división.
No se debe confiar ciegamente en los líderes, sin hacer una detenida meditación, objeción y crítica de su conducta. Sus pensamientos y proceder deben evaluarse constantemente, para detectar a tiempo cualquier desviación. Un revolucionario tiene que hacer siempre una reflexión para no trabajar para el enemigo.
El que cree en la causa, cree en el líder, siempre que el líder crea en la causa. Si un líder no cree en la causa, no debe ser seguido, porque ha dejado de ser el líder de la causa que usted defiende, para ser el líder de la causa de sus contrarios.
Que un líder abandone la causa no detiene el proceso, eso puede suceder, la vida es cambio. Seguro que en el camino aparecerán nuevos lideres que ocuparán el lugar, para seguir trabajando por hacerla una realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.