Por Virgilio Gautreaux P.
La humanidad, por miles de años padeció todo tipo de epidemias y pandemias, pagando un alto saldo de sangre, sudor, lágrimas y muertes.
Pandemias como la viruela, poliomielitis, el cólera, la peste bubónica y la peste negra, dejaron a través de los siglos, en todo el mundo, millones de muertes y de gente que aunque sobrevivió a estas enfermedades, en sus cuerpos presentaban las escuelas de dichas enfermedades.
Fruto del desarrollo científico, económico, político y social de amplias partes del planeta, fueron surgiendo poco a poco vacunas que contribuyeron a cercar y prácticamente limitar la virulencia de estas enfermedades causantes de tanto dolor.
En el caso dominicano, vimos como la poliomielitis ha sido casi totalmente aislada, junto a otras enfermedades.
Cuando nos vacunabamos y cuando vacunamos a nuestros hijos, nosotros no preguntamos de qué laboratorio es el medicamento, ni su país de origen tampoco.
Ahora, luego de los primeros mortales 6 meses de la pandemia, todo el mundo es un experto en vacunas. Otros justifican su rechazo basándose en superchería, geopolítica, supuestas motivaciones religiosas, privilegios que ellos consideran que son constitucionales y prejuicios de parte de aquellos que siempre se opondrán a todo.
Muchos de los que se oponen a esta disposición sanitaria de las autoridades dominicanas para salvar vidas, si van a viajar Estados Unidos se hacen todas las pruebas y todas las salvaguardas que exige el gobierno norteamericano. Ocurre lo mismo con lo que exija el Gobierno francés, el alemán, el japonés o cualquier otro.
Sin embargo, aquí no quieren cumplir con protocolos que han demostrado salvar vidas.
La hipocresía y la arrogancia de cierto tipo de personas, se convierte en muerte para sus familiares directos, amistades y gente que que no conocen.
El derecho a la vida es un derecho constitucional. Por el contrario, el derecho a contagiar a otros, a matar a otros, no es un derecho constitucional!!!
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