8 de agosto de 2021

Saul Alinsky (1 de 2)

Por Carlos Darío Sousa S.*  

Comentábamos vía Messenger con Diana Avery Miller, sobre la situación de su país, EEUU, y las posibilidades de un cambio de rumbo al dejado por el Presidente Trump, y concluíamos que era difícil desmontar una estructura formada inicialmente, desde los días del ataque a las torres gemelas, por G.W.Busch. Le decía sobre el dominio de la estructura política de los demócratas, el clan Obama, Clinton etc.,
 frente a los republicanos, que también tienen lo suyo. Diana está muy pesimista en relación al futuro de su país y aún cuando no coincidimos en esa apreciación, a corto plazo, no dejo de reconocer que es una sociedad del conocimiento, pero que su sistema social y productivo va quedando paulatinamente atrás en relación a otras economías, principalmente la de China Popular y otros países donde han trasladado parte de su producción de bienes por asuntos de costos.

Hablamos del largo y difícil proceso de integración racial que ha tenido muchas, aún muchas, quizás demasiadas, dificultades.  Es una cultura acentuada y asentada, segregacionismo en una parte de la sociedad norteamericana. Es, estimo, la herencia de su formación histórica.

Cuando analizamos los sistemas coloniales podemos ver donde se produjeron los grandes mestizajes, humanos y culturales, y donde fueron limitados. Tome el territorio ocupado por USA, desde las trece colonias y los territorios que se añadirían con las guerras de México (Méjico) y el General Santa Ana por Texas (Tejas), que perdería casi la mitad de su territorio en esa guerra (Tratado Guadalupe Hidalgo, Nuevo México, California, Arizona, Colorado, Nevada, Utah, Texas y parte de Wyoming, Kansas y Oklahoma. 2,400,000 km) y verá donde simplemente desaparecieron o fueron arrinconados, enclosure, en reservas, las poblaciones originarias. Y esto no es para películas de vaqueros (que las hay muy buenas, y si son de John Ford, mejor –Centauros del desierto-) es decir lucha entre buenos y malos. Los indios eran los malos, y sus tierras muy buenas y los búfalos tenían mucha carne y mucha piel. Ahí la lucha.  El 7mo de caballería siempre llegaba a tiempo para salvar la cabellera al blanco.

La “Escuela de Salamanca” –siglos XV, XVI y XVII, formada por frailes dominicos- tan poco conocida y con tan grandes aportes a la economía, formada en la transición de la sociedad feudal a la edad moderna –casi el inicio del liberalismo- y al derecho de gentes, por orden que da la reina Católica, redactó las primeras leyes de indias donde se protegía a los aborígenes, “que como tenían alma, eran sus súbditos”, basta leer su testamento y el Codicilo que le acompaña: “e non consiestan e den lugar que los indios vecinos e moradores de las dichas indias e tierra firme, ganadas o por ganar, reciban agravios alguno en sus personas e bienes; mas mando a sea bien e jústame te tratados. E si algún agravio han rescebido, lo remedien e provean, por manera que no se exeda en cosa alguna de lo que por las Letras Apostólicas de la dicha concessuión nos es inyungido e mandado”  de 1504,  las leyes de Burgos de 1512, o las Nuevas leyes de indias de 1542. Recuerden el “sermón de adviento” del padre Antón de Montesino, Dic.1511. Aunque el problema de la esclavitud de los negros forma parte de sus planteamientos, de los que no es ajeno el padre Bartolomé de Las Casas.

Los planteamientos del padre Vitoria, cuando analizamos el “humanismo cristiano” y dentro de este las controversias que acarrean los problemas de la colonización de las Indias, repercute en las conciencias españolas.

El jesuita Francisco Suárez (Dr. Eximius), uno de los grandes escolásticos, escribe unos textos interesantes para la historia de la opinión de la época, quizás la más importante es la que se refiere a los principios de “la soberanía popular y la libertad de cada comunidad política de elegir el régimen de su preferencia”. Contempla la desobediencia civil en defensa de la fe católica, pero también del bien común.

En el 1581, durante el reinado de Felipe II, los estados generales dicta el “Acta de Abjuración” por medio de la cual retiran su fidelidad. “Toda la humanidad sabe que un príncipe es designado por Dios para cuidar de sus súbditos”.

Analizar el pasado con una visión de hoy es sumamente complejo. Que puede uno decir sobre el “Código Negro”, que es un decreto firmado por Luis XIV en 1685 y en el que se define las condiciones de la esclavitud en el imperio colonial francés.
La complejidad de las herencias, o la acumulación de realidades en la época de los inicios de los imperios, formaron esto hechos que se arrastran con las culturas y paulatinamente van llegando a nosotros unas veces tamizadas y otras con arrogante fidelidad. Pero también nos llegan las formas de lucha contra todas esas injusticias que viene a formar parte de nuestros acerbos e idiosincrasia.

Leyendo, hace un tiempo, el libro de Barack Obama, “Una tierra prometida”, (Debate 2020), tomé debida nota de una referencia que realiza de Saul Alinsky: “mi presunta fidelidad hacia el radical trabajador comunitario Saul Alinsky”. Me pregunte ¿quién es éste? Y  tomé nota para verlo después. Lo tenía pendiente. Como queda, también pendiente, el papel de otros gurús tal como Soros, Gates, Kuch, Beck y Schwab, y la gurú principal, la ONU, con sus “Objetivos de desarrollo sostenible”, agenda 2030

Alinsky es padre  del “community organizing”, la corriente estadounidense de organización comunitaria, pero también es el gurú de demócratas y conservadores, y de la clase política, casi de la Élite, norteamericana, si quiere saber quiénes son búsquese el “Social Register”, en el libro de Charles Wright Mills “La Élite del Poder” en USA (varias ediciones) o a nivel global, el de Davir Rothkopf “El Club de los elegidos” (tendencias 2008).

Con las movilizaciones que han estado ocurriendo a raíz del desencanto, o si quiere iras vindicativas, por la muerte por ahogamiento de George Floyd o de Rodney King, que se convertiría en el símbolo de las tensiones raciales en EEUU luego de la paliza que le diera la policía de Los Ángeles. Las protestas se convirtieron en vehículos reivindicativos, del que no fueron ajenos los planteamientos de Alinsky.  O lo que puede representar para nuestra sociedad la “explotación de la “mina” de carbonato de calcio, que es una forma más deleznable de golpearnos en nuestra salud y en el futuro de la naturaleza y  de nuestros recursos naturales.

He tratado por todos los medios posibles de comprar su libro en castellano, pero he tenido dificultades, por lo que recurrí a ese instrumento diabólico, pero necesario, que es el internet, donde lo encontré y gratis.

Aunque las distancias son muchas, la organización de las protestas puede servirnos. En “Tratado para radicales”, que es un manual para revolucionarios pragmáticos, Alinsky crea una guía para los futuros organizadores de comunidades en lograr la unión de comunidades de bajos ingresos, con el fin de darle posibilidad de lograr la igualdad social, política y económica, desafiando a los organismos que promovieron la desigualdad.

A cuenta de que ponga luego todas las reglas, permítaseme referirme al siguiente párrafo que define unos niveles de lucha que modifican las prácticas tradicionales. “Un grupo de vecinos protesta ante la puerta (hoy lo llamamos escrache) del diputado de distrito exigiendo mayor atención para la zona. Un grupo de mujeres interrumpe el normal funcionamiento de un centro comercial que no contrata latinas. Un grupo de afroamericanos se dirige al barrio rico de la ciudad con el fin de señalar a los dignos propietarios de las infraviviendas que habitan. Un grupo colapsa los baños del aeropuerto de Chicago, O´Hare; otro hace desalojar una reunión o la interrumpen a base de “sonoros y fétidos gases”.

Las formas de protestar cambian con las circunstancias. Las piedras, las gomas quemadas, cocteles molotov, y otros elementos, siguen vigentes. Los paraguas amarillos, las marchas verdes, fueron un signo de distinción en una lucha que al finalrindieronsus frutos.  Quizás los cacerolazos, como un despertador,  despierten de su modorra a las autoridades.

*El autor es catedrático universitario.-

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