El presidente Abinader se está jugando la faja con este colosal proyecto. Pero el mismo va dirigido al mismo corazón de la pobreza extrema y la falta de inclusión de nuestros más desafortunados ciudadanos.
Por Juan Llado
Siendo la séptima provincia en tamaño y la menos poblada, con solo unos 39,000 habitantes, Pedernales gravita poderosamente en el imaginario nacional. Los 26 kilómetros de playa de la provincia y el ángel de su Bahía de las Águilas, una playa paradisíaca de unos 7 kilómetros, sustentan el sueño idílico de su desarrollo turístico. Ahora que el “gobierno del cambio” se ha propuesto lograr ese desarrollo podrán quedar algunas interrogantes sobre sus planes, pero el proyecto anunciado la pasada semana sería su más trascendente obra del cuatrienio.
La trascendencia viene dada por el retraso en el desarrollo de la llamada Región Enriquillo, conformada por unos 6,961 kms2 que incluyen las provincias de Pedernales, Bahoruco, Independencia, Barahona. En tales provincias los índices de pobreza y desempleo son los más altos del país, además de que la mortalidad infantil y los niveles de escolaridad de la población son los peores. Por su limitada población de unos 371,000 de habitantes y sus escasas posibilidades de desarrollo económico, la región ha sido soslayada por los sucesivos gobiernos. De ahí que con el anunciado proyecto turístico en Cabo Rojo, las esperanzas de redención son enormes.
Por décadas, la promesa del desarrollo
turístico de Pedernales se vio empantanada por un litigio sobre la propiedad de
la tierra de los 362 millones de metros de Bahía de las Águilas y lugares
aledaños. En los años noventa, el Estado puso en manos del Instituto
Agrario Dominicano esos terrenos y este supuestamente los transfirió a unos
1,500 agricultores que luego “vendieron”
sus parcelas a particulares. Las diligencias legales para que el Estado pudiera
recuperar la titularidad de esos terrenos duraron más de dos décadas.
Finalmente, en
el 2018, falló la
Suprema Corte de Justicia a favor del Estado y luego el Tribunal
Constitucional desestimó algunos reclamos posteriores.
Cancún en el 1970 y Cancún hoy (recibiendo 7 millones de turistas al año)
Adoptando una propuesta del 1994 de las comisiones ambientales de la Academiade Ciencias y la UASD, el Ministerio de Turismo había elaborado en el 2012 un Plan de Ordenamiento Territorial que estableció el “turismo de naturaleza” como la modalidad a desarrollar en la provincia. El gobierno de Danilo Medina luego contrató en 2019 una firma canadiense para que diseñara un Plan Maestro para el destino. El Plan canadiense introdujo el concepto de “turismo ecológico” y visualiza un desarrollo de baja densidad. Ambos planes sitúan en Cabo Rojo el desarrollo de la infraestructura hotelera, dejando intacta a Bahía de las Águilas.
En un gesto que lo enaltece, recién inaugurado
su gobierno, el presidente Abinader acudió a Pedernales a propalar que “la hora
del sur” había llegado. En una breve visita prometió una importante iniciativa
para que la provincia pudiera materializar su anhelado sueño de desarrollo
turístico. Desde entonces se creó el Fideicomiso Pro-Pedernales para, a través
de una alianza público-privada, orquestar el desarrollo y se diseñó un nuevo
Plan Maestro. A los diez meses de haber hecho la promesa el presidente Abinader
dió la semana pasada el primer picazo para dejar iniciadas las obras estatales
a esos fines.
El presidente Abinader anunció una inversión
inicial de US$1,000
millones y el desarrollo de unas 3,000 habitaciones en Cabo Rojo. Esto
implica una primera e inmediata inversión estatal de RD$500 millones para
comenzar a ejecutar las obras de infraestructura, las cuales incluyen un
aeropuerto, un acueducto, carreteras, planta de tratamiento y plantas de
energía renovable. Destacó el mandatario que once prestigiosas cadenas
hoteleras han comprometido su entusiasta participación en el proyecto, el cual
tendrá a Cabo Rojo como su epicentro. Se prevé que eventualmente el desarrollo
turístico llegará a las 12,000 habitaciones en el área y genere unos 20,000
empleos directos y unos 56,000 indirectos, lo cual impactará la derrama
económica por toda la región.
Una primera obra para ejecutar será la
remodelación del antiguo hotel de la Alcoa en Cabo Rojo. También se iniciarán
las carreteras del mismo proyecto y el mejoramiento de la
carretera Enriquillo-Pedernales. El ministro de Obras Publicas explicó que comenzarán
“la reconstrucción y mejoramiento de la ruta Enriquillo-Pedernales, con una
extensión de 73 kilómetros y dos carriles de 3.65 metros de ancho por sentido,
con una inversión del proyecto de 1,886 millones de pesos.”
En una clara concesión al lobby ambientalista,
el presidente Abinader afirmó que no se construirán infraestructuras ni hoteles
en Bahía de las Águilas, preservando así su ecosistema y reservándolo como un
complemento del proyecto en Cabo Rojo. Quien
escribe había señalado la factibilidad de
ubicar esas infraestructuras en Bahía misma, pero no hay razón para que eso no
se contemple eventualmente.
El presidente anunció además un Plan
Municipal de Ordenamiento Territorial Turistico –
Zona Urbana para evitar la arrabalización que pudiera generar el desarrollo Turístico. Para la cabecera de la provincia se destinarán RD$350 millones para
el malecón y un pequeño muelle para los pescadores. Este Plan incluye, además,
entre otras cosas, una adecuación de la playa publica, un hito nacional, un
helipuerto, un nuevo mercado binacional, un mercado municipal, un parque
lineal, una terminal de autobuses, un canal de riego y una intervención del Rio
Pedernales.
Sobre estos planes queda por diafanizar la
modalidad de intervención del sector privado. El presidente Abinader había
dicho que los
terrenos para el desarrollo de hoteles serian alquilados a
las empresas interesadas. Pero a pesar de que un despacho de prensa cita que el sector
privado invertirá entre US$700 y US$800 millones
inicialmente, no queda claro si el gobierno será el inversor en la
superestructura y las cadenas hoteleras solo manejaran los hoteles. (Un reporte
de prensa dijo que el
Fideicomiso sería el propietario de todo.)
Asimismo, no se ha especificado si el gobierno acudirá al BID o al Banco
Mundial para un financiamiento de las demás obras.
La iniciativa gubernamental es un factor que
se ha usado en muchos países para despegar el desarrollo Turístico,
especialmente en lugares apartados y sin infraestructura. Sin duda, los planes
gubernamentales para Pedernales son ambiciosos y cruciales para el desarrollo
regional. Sin una intervención de la envergadura anunciada por parte del
gobierno se podría seguir anhelando un desarrollo que nunca llegaría. Nosotros
tenemos el ejemplo de Puerto Plata y México exhibe los ejemplos de los centros
integrales de desarrollo donde el Fonatur ha sido el emprendedor. El ejemplo de
Cancún, en 1970 un potosí turístico muy selvático y apartado, figura entre las
más exitosas iniciativas gubernamentales en ese país.
El presidente Abinader se está jugando la faja con este colosal proyecto. Pero el mismo va dirigido al mismo corazón de la pobreza extrema y la falta de inclusión de nuestros más desafortunados ciudadanos. Aunque la pandemia y sus secuelas harán más difícil y tal vez más lenta la ejecución del proyecto, todos debemos apoyar al gobierno en este hercúleo esfuerzo. Es un deber de solidaridad que promete mantener nuestra cohesión social y redimir a una población por mucho tiempo marginada de nuestro desarrollo nacional. ¡Enhorabuena presidente Abinader! Como Pedernales, con la concreción de este proyecto usted también puede ser leyenda entre los pobres.
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