Por Carlos Darío Sousa S.*
Quedamos que en esta segunda parte desarrollaríamos los acontecimientos y el desastre que arrolló a esa importante región de Francia.
La revolución había desatado una tenaz persecución, ahora más violenta, contra los sacerdotes fieles a su catolicismo. Los Prefectos del departamento Mayenne-et-Loire emitieron un decreto por medio del cual obligaban a los eclesiásticos no juramentados, a presentarse a la ciudad de Angers.
Les decía en la primera parte, que en esta segunda se desarrollarían los acontecimientos. Aunque, es verdad, lo están haciendo desde un principio.
Muchos escritores católicos han reivindicado en la historia la legitimidad de los acontecimientos que le ha tocado vivir, o simplemente escribir con los matices que dan los acontecimientos y su visión de los mismos, a los que no escapa la religión y todos los ritos que conllevan.
La novela encierra todos los personajes propios de su tipo y de la vida religiosa durante la Revolución francesa, y, por supuesto, reflejando en su trabajo literario también la vida de esa sociedad, aunque pese más el punto de vista del autor, más bien redactor, que es un sacerdote, pues es muy descriptivo de toda la parafernalia de esa religión.
En la primera parte consignaba que son las memorias de una abuela que deja a sus nietos esas vivencias sufridas durante esa etapa de la Revolución. Queda, pues claro, que la autora es Marie de Saint-Hermine y el padre Chaurrau la recibe de los nietos de la venerable abuela.
El título puede actualmente traer confusión, pero en aquella época “bandidos e insurrectos" se llamaron aquellos nobles y campesinos que se bordaron en las camisas el Sagrado Corazón con una divisa antigua: Dios y el Rey, es decir lo más proscrito de la Francia revolucionaria.
Les decía que en esta parte se desarrollan los acontecimientos, en los que no solamente nos encontramos sacrificios heroicos, cárcel, la Alhóndiga que servía para tal, la guillotina, nacimiento y muerte, disfraces para cambiar de personas en la cárcel y poder evadirse, guardias y maridos borrachos que borran la memoria, oficiales “Bleu” “valiente militar que hacía la guerra leal y que veía con horror las atrocidades que se cometían en nombre de la libertad”. Las bandas, como “Los vengadores de Marat” que asolan la región visitando las casas sospechosas, para, en términos actuales “allanarlas”.
Había señoras revolucionarias y ateas, también las había que guardaban las apariencias para no ser acusadas de contrarrevolucionaria, heroínas que protegían a los sacerdotes y que en sus casas tenía disimulados altares.
En uno de los capítulos se describe todo el rito de la “Fiesta de la Razón” o “Culto de la Razón y del Ser Supremo”, que sustituye a fiestas religiosas. Eran fiestas cargadas de sincretismo –me recuerdan Las Patronales- influenciadas por distintos intelectuales franceses. La narrada en la novela es una celebrada en Nantes.
Hay un discurso de alabanza a la Razón “Única divinidad digna de recibir los homenajes de los hombres regeneradores de su culto”.
“Por fin ha llegado el día, ¡Por fin ha llegado el día! En que el suelo de la ciudad nantesa va a ser purgada digo efectivamente de las inmundicias y del fanatismo y de la superstición en que el sol de la Libertad va a brillar a las miradas de los hombres, sumergidas largo tempo en profunda noche, encubierta, hará pronto dos mil años, por los velos del oscurantismo; ha llegado el día en que la Razón …..”
Las vicisitudes que va a pasar María, la única que queda viva de la familia Serrant y que es salvada in extremis por Carlos, el oficial Blue, que la lleva a casa de su madre, la Señora Rembure, que no le agradó en nada semejante decisión de su hijo. Con el tiempo es convertida en criada de la casa, mientras su hijo hacía la guerra en diferentes zonas, en Egipto, en Siria y en Italia, acompañando a Napoleón Bonaparte, y donde recibirá las promociones de General de Brigada y luego General de División
Por supuesto María casaría con Carlos, que con el tiempo es convencido de recibir el santo bautismo y su conversión al catolicismo.
El general, sabiendo el amor de su esposa por su tierra de origen le da una sorpresa construyéndole una casa en la zona de su nacimiento. Quizás el escrito de la novela que mejor resume el desarrollo final es cuando la pareja recorre la zona en que está ubicado su paraíso.
“La noche estaba apacible, sereno el cielo, y en el aire se sentía una calma y una suavidad sorprendentes. El Loira murmuraba a nuestros pies acariciando sus floridas orillas y reflejando en sus límpidas aguas los sauces inclinados sobre su mansa corriente. Alrededor nuestro, en la llanura, los bosques, los tallanes y la espesura ostentaban su verde follaje, donde gorjeaban a porfía los Mirlos, las Urracas y los Ruiseñores. Mayo engalanaba todavía con sus flores, la tierra vandeana, sepulcro glorioso de los que habían muerto en defensa de su fe”.
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