Por Carlos Darío Sousa S.*
La pandemia ha permitido ponerme al día con lecturas y
autores que estaban en la lista de, cómo a veces se dice, “asignaturas pendientes”; entre ellos se encontraban Pedro Henríquez Ureña y Camila Isabel Henríquez
Ureña, y nada de su otro hermano, Max, al que tuve la oportunidad de saludar
gracias a su hija Grace, en el lejano Madrid de los sesentas.
Ellos siempre han formado parte de la vida de estudios y
académicos, o por referencias, o por las
lecturas, de muchos que hemos estudiado
ciencias sociales, y dentro de estas, Ciencias Políticas, que es mi
caso.
Cuando pasamos al bachillerato y después de un recorrido
producto de las mudanzas de la secundaria, desde el edificio del Malecón, al lado
del muelle, Comandancia de puerto, almacenes de aduana y los rieles de la
compañía -si quiere ver la edificación búsquelo en “Barahona: Homenaje fotográfico” de don Pedro Vargas-, nos trasladaron, podía decir también nos
mudaron, a la “Fundación San Rafael”, un edificio enorme –que se decía moderna
construcción- que fue construido donde la familia Feliz Mustafá tenía su casa
–recordamos a Fremio charreteando a pelo en el caballo ”Alma Mía”, por el caminito que estaba al lado de la pista
del aeropuerto- y que tuvimos la oportunidad de estrenar, eso sí, de un lado las
hembras y del otro los varones, de ahí, donde y producto de las invasiones del
1959, nos sacaron, e instalaron la Base Aérea y la Infantería de la FAD, y que
ahora está la Quinta Brigada, nos trasladaron a lo que llamamos Dora, pues
frente había un comercio de Dora Biagui de Escobar, al ladito de las esquinas de las calles Apolinar Perdomo, María Montés y Jaime Mota.
Decía que sabíamos de la importancia de la familia Henríquez Ureña, de la que dice
Andrés L. Mateo –Pedro Henríquez Ureña. Errancia y creación. Editada para
conmemorar los cincuenta años de UNAPEC, 2013, “formaban un núcleo familiar que
entraña una verdadera oligarquía espiritual de la nación”. En ese núcleo estaba
la poetisa, discípula del insigne
Eugenio María de Hostos, -que introduce el Krausismo español, que viene
del filósofo alemán F. Krause que aporta la base del “Instituto libre de
enseñanza” -esto de por sí es otro artículo-, donde recibirá parte de su
formación Hostos -ver Hostos El Sembrador de Juan Bosch-, enseñanza que luego
transmitirá en Santo Domingo y en otros países de la América Hispana, ya que
no le permitieron hacerlo en su natal Puerto Rico –que aún era colonia de España-, por su postura
independentista. Trasladado a su otra patria, República Dominicana, donde
orientará a Salomé Ureña de Henríquez, quien funda el 18 de octubre de 1881, el
Instituto de Señoritas.
Decir sabíamos, no quiere decir que conocíamos, quizás algo
de Salomé Ureña, por poetisa, quién de mí época no recuerda, creo que a Doña Ercira recitándonos, aquello de
“Mi Pedro no es soldado; no ambiciona de César ni Alejandro los laureles, si a sus
sienes aguarda una corona, la hallará del estudio en los vergeles….”.Dice Ángela
Hernández: “S.U. hizo una poesía que constituye la plataforma aspiracional de
un vida nacional en paz, sustentada en el trabajo y el abandono del egoísmo y
las políticas de fuerza como método de gobierno”. José Rafael Sosa. El
Nacional. 15/08/ 20
Conocer la obra de PHU en la época, era difícil, al fin y al
cabo fue Secretario de Estado cuando Trujillo, al que dejó con el moño hecho,
abandonando al dictador quedándose en el exilio. Ya sabemos lo que eso
representaba para el “Generalísimo”.
Hablemos de Camila. Nace en el Santo Domingo del 1894 y
fallece en el Santo Domingo del 1973, pero eso son los números fríos del
nacimiento y muerte, en medio está la trayectoria de una vida llena de logro y
de ansiedades, de viaje, de estudios, investigaciones, charlas y docencia en
diferentes escuelas, liceos y universidades, como profesora o dictando cursos
especiales. Ahí está su vida, ahí está
su vocación.
Producto de circunstancias políticas, sale del país siendo
una niña, y recala en Santiago de Cuba, donde vivía su padre y donde estudia y con
el tiempo es profesora de diferentes niveles de estudios.
Esas etapas de su vida son importantes, por ser la de su
formación o porque en ella va a descubrir su vocación. Pero eso podemos dejarlos para
su biografía, y aquí no es el caso. Lo nuestro es ver su obra.
Está contenida, y los recopiladores admiten que creen que
faltan muchas páginas, pensando que se perdieron o simplemente se destruyeron
con el correr del tiempo, o fueron destruidas por la misma Camila.
El Banco de Reservas publicó en el 2004, cinco tomos
conteniendo su obra y testimonios de sus alumnos y de sus profesores. Nos centraremos
en el contenido y en su obra, pero esto será en el próximo artículo.
*El autor es catedrático universitario.-
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