8 de junio de 2020

El Voto de Conciencia


Por Rafael Hernández

Siempre… siempre, votar es un acto de responsabilidad. Si no ha de ser así, mejor no votar.

Siempre que usted vaya a elegir autoridades para que lo gobiernen, y gobiernen a todo el país durante cuatro años, debe ser un acto muy serio, honesto, responsable, donde ni siquiera el amiguismo o familiaridad deben influir para nada, y mucho menos el dinero: EL VOTO DE CONCIENCIA. Solo la conciencia, su conciencia de que durante cuatro años tendrá que soportar lo que venga, y después no tener que lamentarlo.

El país puede cambiar y hay toda una voluntad del pueblo de que las cosas cambien. Pero también tenemos un gran segmento del pueblo sin opción.

No ven que haya candidatos capaces de impulsar los cambios que el país necesita. Otro segmento, ve que comoquiera que tire el voto, siempre será lo mismo, porque ningún candidato tiene nada nuevo en su mente, ni un plan de gobierno realista ante la situación que se nos avecina, que como todos sabemos no será un juego.

Por otro lado, hay otro segmento poblacional que ve la oportunidad de un jugoso empleo o de una botella, si gana su partido, y en lo único que están pensando es en cuál cargo les toca por su gran sacrificio, tantos años fuera del poder y su enorme trabajo para llevar al poder a su candidato.

Pero además, tenemos una gran cantidad de gente del pueblo bajo, que espera que les suban las ayuditas, no que les proporcionen oportunidades de trabajo, solo que les sigan tirando su boronita por ahí, para seguir vegetando sin la menor idea de futuro, ni del país que queremos y necesitamos. Y este es el sector más peligroso para el establecimiento de un régimen democrático de justicia social e inclusión. Ellos no quieren justicia social ni inclusión, sino una tarjeta para comer, otra para pagar su agua y su luz y otra para el gas que van a utilizar. Es todo cuanto necesitan: ser mantenidos. Por lo tanto, el candidato que demuestre que puede, que tiene la capacidad para mantenerlos indefinidamente, ese es el candidato que ellos auparán y al que le “tirarán su voto”.

De ese sector es que se aprovechan los gobiernos asistencialistas y que pretenden eternizarse en el poder a como dé lugar, sea directamente o por medio de testaferros, haciendo una amplia campaña de donaciones (asistencialismo). Pero sucede que esas donaciones no son tales, porque ese dinero no sale ni del bolsillo del presidente ni de sus funcionarios, ni de su partido. Ese dinero sale de las arcas públicas, engrosadas con todos los impuestos directos e indirectos que todos los ciudadanos de este país pagamos. Un 18% de Itbis, que en definitiva cada vez que compramos un producto en realidad viene cargado ya con un 36% en el mercadeo previo de los intermediarios y el 18% cargado al consumidor final que somos nosotros, los que compramos. Además de eso, el impuesto Sobre la Renta, que se nos aplica implacablemente a los del primer nivel, pero que a los ricachones no, porque siempre tienen subterfugios de doble contabilidad en sus empresas, supuestas donaciones a sociedades u ONG que en definitiva son dirigidas por ellos mismos a través de terceros y una serie de trucos de alta imaginación y tecnologías, los cuales son deducibles de dicho impuesto, así que al final, no habrán pagado nada.

En cambio a nosotros nos aplican la ley del embudo. Los alimentos y medicinas, y demás bienes de consumo han subido de precios hasta duplicarlos en algunos casos durante esta pandemia y estado de confinamiento y que nadie sueñe con que vayan a bajar.  Los combustibles  han subido de una manera espantosa pese a las bajas considerables en el precio del petróleo. Eso nunca ha cuadrado de manera convincente para los consumidores. El costo de la energía eléctrica triplicado y cuadruplicado. Es la manera que tiene el gobierno para hacerle campaña a su candidato, disfrazada de acción social (asistencialismo). Es una operación gansteril hecha a lo público. Nos arrebatan el dinero de las manos para regalárselo a su candidato. Los sueldos siguen igualitos para los de abajo. Arriba tiene indexación aplicada automáticamente cada vez que hay inflación. Pero no es así para quienes sufrimos y nos ahogamos con la inflación ante el mismo salario fijo.

Entonces, la gente tiene que buscar y exigir figuras jurídicas y fórmulas que se apliquen implacablemente a todo el que se ha manchado con el peculado. Que los lleven a los tribunales, desde luego garantizando previamente que no habrá fiscales ni jueces polítiqueros ni corruptos al servicio de los peores intereses del país. Ese discursito de jueces y fiscales apolíticos no convence a nadie, lo importante es que sean honestos y no sean parte del aparato o cadena de corrupción. Ni en Júpiter ni en Venus hay humanos, por lo tanto no podremos traer desde allá jueces y fiscales; así que ese es un cuento chino.

Hay que insistir en el REVOCATORIO, el pueblo tiene que imponerlo, para que ningún funcionario electo, luego de asumir su cargo le esté “sacando la lengua al pueblo” incumpliendo olímpicamente sus promesas y haciéndose multimillonario a base de la miseria de sus seguidores, hay que sacarlos de ahí si no cumplen, sin ningún tipo de contemplaciones. Pero eso solo es posible cuando emitamos un VOTO DE CONCIENCIA. Recordemos que quien mucho está dando, es porque está robando (no está gastando de sus bolsillos), y que para pagar tantos favores, tendrá que seguir desfalcando al Estado en caso de llegar a la Presidencia u otro cargo electivo.

Ya, por suerte, nadie vota por el que se dice que va a ganar, la parte educada del pueblo tiene un voto duro, porque tiene bien decidido desde hace mucho, por quién votará. El terror está en esas grandes masas ignaras, que van a votar por el que les da más, aunque sea dinero sucio, de la corrupción y el narcotráfico. Esa es la mendicidad que decide el voto y de la cual se aprovechan todos los políticos corruptos para llegar a los cargos que desgraciadamente detentan.

Hay quienes pronostican un baño de sangre porque ciertos sectores les piensan arrebatar el triunfo a como dé lugar a la oposición y están planificando un fraude descomunal, sin entender cuál es la realidad. Ojalá que no sea así, y que el pueblo de abajo sabiamente coja todo cuanto le den, pero que vote por el que le indica su conciencia, como lo hizo en 1978. Pero también es bueno que esos sectores minoritarios, quienes están dispuestos a desatar un río de sangre para mantenerse en el poder, sepan (no es todo el gobierno que está en eso), que nunca ha habido un sector militar homogéneo, y que muchos comandantes jamás ordenarán disparar contra su pueblo por motivos políticos, porque asimilaron lo que ocurrió en 1965, y dadas las circunstancias se unirán al pueblo. De eso podemos estar seguros. Reflexionemos, es necesario UN  VOTO DE CONCIENCIA.

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