26 de abril de 2020

Efectos Psicológicos del Coronavirus o de la Cuarentena, ¿Quén me lo Explica?


Por Rafael Hernández

Alguien podrá explicarme los efectos psicológicos o fisiológicos del Coronavirus? O quizás de la Cuarentena?

Se dice que el coronavirus no es un ser vivo sino una proteína, y ahí mi inteligencia se nubla, porque si no es un ser vivo, cómo es que se reproduce en cantidades exponenciales? Pero dejemos eso, a ver si yo lo puedo definir a lo criollo.

Coronavirus es una proteína que está en el ambiente, fundamentalmente en los medios de comunicación, metiendo cuco a la gente y provocándo una hiperkinesia emocional a tal
punto que la gente solo quiere comerse todo lo que hay en los colmados, colmadones, supermercados y centros y cadenas comerciales de venta de comida en general. Por eso, todo el dinero de los bancos está siendo retirado, porque la gente decidió ponerse a comer exclusivamente.

Como prueba de lo que digo, son las enormes filas que a diario hay en todos los centros donde se vende de comer y en los bancos que por momentos superan los quinientos metros de largo y ni siquiera están respetando la distancia social exigida, porque uno de los traumas tradicionales de la gente en este país, ha sido hacer fila y recuerdo que decían que en Cuba hasta para buscar comida había que hacer filas, como una crítica acre a aquel sistema de gobierno. Qué está pasando aquí ahora? Porque en tiempos normales nunca había ocurrido un fenómeno de esta magnitud. Es verdad que esta epidemia se va a mantener más tiempo, precisamente por la imprudencia de la gente en filas, tanto para ir a gastar como para recibir ayudas.

Esta cuarentena o el coronavirus del imaginario colectivo, ha desatado el sistema de metabolismo de la gente, de tal forma que parece que cuando se les agoten los fondos, comenzarán a comerse a sus familiares o a sus vecinos. 
Nunca como antes se había visto una situación en el comercio local, que todos los días tienen que reabastecerse, porque se ha desatado un megaconsumismo.
Suerte que ha habido buena producción para satisfacer esas necesidades, porque todavía no hemos escuchado la primera queja de que se agotó tal o cual producto, sin importar que la sobredemanda haya disparado los precios, la gente sigue comprando y comprando, quizás pensando en un par de años de almacenamiento en las despensas. Me imagino los armarios llenos de enlatados, debajo de las camas, de las mesas, las neveras con las puertas amarradas con cadenas y candados para que no se abran solas por la presión interna. Me imagino los grandes calderos que no caben bien en la estufa repletos de guisos, donde la gente va y come y vuelve y se sirve infinitamente hasta que el sueño los vence y despiertan con tanto apetito que por la mañana, antes de que abran los establecimientos comerciales, hay que volver a hacer filas para seguir manteniendo el ritmo de deglución o ingesta desbordada.

No sé si los inodoros tienen tanta capacidad y las estrechas tuberías del alcantarillado sanitario podrán seguir resistiendo la presión...Por Dios! dejen los nervios y vuelvan a consumir como antes, pues las consecuencias para la salud serán terribles, a tal punto que desearían haber muerto por coronavirus y no de apoplejía y obesidad. Las mueblerías y funerarias deberán estar diseñando camas y ataúdes especiales para cuerpos de 650 a 900 o más libras, que posiblemente haya que destajarlos en la casa porque no habrá forma de transportarlos enteros al cementerio.

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