Por Rafael Hernández
Cada vez que los gobiernos dominicanos anuncian planes sociales para
acudir en auxilio de los más necesitados por alguna de las constantes crisis
que vivimos en este país, nadie ha escuchado nunca que se hayan referido a los
autores plásticos del país.
Regularmente los dibujantes, pintores, grabadistas, y escultores, han
tenido que tirarse en brazos de los galeristas, a quienes venden sus trabajos a
precios vil, para ellos guardarlos a esperar que se muera para entonces
promover su venta a precios exorbitantes, sin que medie ningún compromiso entre
este y los herederos del autor, quien vende el soporte físico, pero
mantiene su
derecho de autor sobre la obra eternamente y cualquier transacción a posteriori
debería incluir un por ciento para el autor o su familia heredera, como lo
establece la ley que no se cumple, sobre la materia.
Esto ocurre, porque los clientes o consumidores de obras
artístico-plásticas, casi nunca van donde los autores a un contrato de tú a tú,
sino que les es más cómodo acudir a las galerías. Allí les venden a muy altos
precios y la gente se imagina que el creador de la obra vive muy bien,
disfrutando de muchas comodidades y lujos. Pero la realidad es otra.
Las circunstancias del mercadeo han llevado a los creadores de obras
plásticas a vivir en la miseria, a menos que sea alguien muy conectado
con la crítica y que haya creado un renombre a nivel local e internacional,
pero eso no siempre es posible con el 99% de los creadores. Muchos de ellos han
decidido no trabajar para galeristas y han instalado su taller, pero nadie les
compra, todos los amigos y hasta conocidos, quieren que les regalen un cuadro o
una escultura.
Cuando decide instalar una escuelita para enseñar a niños y
adolescentes, tiene la desgracia de que los padres inscriben a sus hijos allí
para no tenerlos en la casa, y cuando vienen a ver se va el año y no cumplen
con las obligaciones del pago de la cuota, y cuando les pasan la cuenta,
sencillamente no dan la cara.
Entonces, es justo que a estos creadores a quienes queremos proteger a
través de la Sociedad Dominicana de Autores Plásticos, ASODOMAPLA, se les tome
en cuenta al igual que a los trabajadores a destajo y chiriperos, ya que al
igual que ellos, forman parte del mercado informal, para que se les
suministren algunos recursos, con los cuales sustentar a sus familias en estos
momentos de crisis extrema, en que nadie está pensando en comprar obras
artísticas, sino en resolver su día a día y evitar contagiarse en medio de
la Pandemia. La galería ahora no compra ni ayuda a los que tienen
contratos con ella, porque si no venden no pueden seguir llenando su almacén de
obras, y los galeristas no invierten en lo que no les va a dar beneficios
inmediatos, y por otro lado, los artistas no pueden agotar sus materiales sin
perspectivas de venta. Es una parálisis total.
En definitiva, instamos al gobierno a que los incluya dentro de los
planes de emergencia económicos anunciados, como un segmento de
trabajadores que también necesita apoyo para poder sobrevivir en esta grave
crisis. Tomen notas autoridades competentes. En consultoría Jurídica de Palacio
hay un proyecto aprobado para la protección de los artistas plásticos, que
duerme el sueño eterno.
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