Por Bienvenido Heredia
De repente todo empezó a ceder, la vulnerabilidad arropó a todos, los ricos se mostraron más pobres que los empobrecidos.
Que fue una culebra que por estar de apetitosa y depredadora comió carne de murciélago, pero que no tomó las correspondientes medidas, porque el que se comió estaba contaminado con el ahora denominado COVID-19.
Que fue un invento de laboratorio (inventado o creado en en Estados Unidos o en la misma Wuhan, China). Que no, que apareció sólo y luego alguien comió pescado contaminado, comprado en un mercado. ¿Cuál es la verdad de su origen? Todavía no hay nada preciso.
Pero de repente, el pánico se apoderó del mundo. En días, miles de contagiados y miles de muertos. China primero, Italia después, Estados Unidos siguió. Italia superó en semanas a China con la cantidad de infectados y muertes. Y de repente, otros países de Europa fueron alcanzados por el Covid.
De repente, América Latina quedó atrapada, República Dominicana, nuestro país, fue infectada desde afuera, y ya está dentro nuestro el famoso coronavirus: cerca de mil infectados y varias decenas de fallecidos. Aquí, como en la mayoría de los países que registran contagios y muertes, los más afectados han sido los adultos mayores con un historial clínico de otras patologías: diabetes, presión alta, cardiopatías, tuberculosis, problemas en los pulmones, algunos HIV positivos, etc.
De repente, ciudades y pueblos encerrados en su particular destino: la cuarenta, el estado de emergencia, el toque de queda, y el morbo de la gente. Que hay uno positivo allí, 10 allá o 54 acullá.
Y de repente el MORBO. Que dónde vive el paciente diagnosticado positivo, "para aislarnos de él o ella y su familia". Que "aquí no nos traen a nadie con coronavirus, prendemos todo esto en candela si traen esa gente pa`cá". "Fulana, cierra tus puertas, no dejes salir a los muchachos, que el que dio positivo con el coronavirus es el vecino fulano de tal y se puede contagiar todo el vecindario...cuídense!".
Oyendo a nuestros antepresentes hablando de la Lepra, se me ocurrió comparar el pánico por el coronavirus y ese morbo, con aquélla milenaria enfermedad que mató cientos de personas y encerró a millones por temor al contagio. La Lepra es una enfermedad infecciosa crónica producida por el bacilo Mycobacterium leprae que afecta principalmente los nervios periféricos y la piel, pero también afecta otros sitios tales como las mucosas, los ojos, los huesos y los testículos. Muchos de los afectados por esa enfermedad, quedan parcialmente inmovilizados por siempre. Por muchos años se creyó que era incurable.
Antes de preguntar a los morbosos (algunos periodistas y comunicadores), cuál es su afán en ubicar los diagnosticados con el contagio, quiero saber si también están interesados en que CONAVHISIDA les informe dónde viven y quiénes son los dominicanos que han dado positivo al Virus de Inmunodeficiencia Humana.
Si las autoridades han dado nombres de algunas figuras infectadas con el nuevo coronavirus, es porque los mismos infectados se han encargado de hacerlo público, no porque las normas éticas les permiten a las autoridades hacerlo motuo proprio. ¿No entendemos eso? La idea es que el contagiado supere el problema o que el pueblo entero se entere que tiene un coronaviroso en su cercanía para que lo discrimen, como a los leprosos de aquellos años antes de C.? El mejor aporte jamás será ese, el mejor aporte es CUIDARNOS y CUIDAR a los nuestros para que no sean alcanzados por esa pandemia.
De repente, esa es mi firme y tal vez no socorrida opinión.
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