Ya los bancos no son considerados usureros
endemoniados. De hecho, son empresas necesarias para que el sistema económico
capitalista pueda funcionar adecuadamente. De su quehacer algunos obtienen
pingües beneficios, mientras otros sufren por baja rentabilidad. Pero algunos
observadores respingan cuando reportan jugosas ganancias y los acusan de
prácticas leoninas. Otros son acusados de incumplir su responsabilidad social.
En el caso del Banco BHD León, sin embargo, su ilustrada filantropía desmiente
a los críticos y resulta un modelo a imitar.
Tal veredicto aflora al recordar el rol de los bancos en el entramado de una economía de mercado. Entre los factores de producción –el capital, la tierra y el trabajo–, los bancos tienen como misión empresarial canalizar el capital hacia donde lo requiera el desarrollo económico. Ellos captan depósitos del público para prestarlos a los inversionistas y empresarios con necesidad de capital, además de facilitarle medios al consumidor para adquirir bienes útiles y solventar otras necesidades. En esa labor de intermediación financiera, ganan un margen que les permite hacer rentable su patrimonio.
Pero los dividendos de los bancos no deben
distribuirse solo entre sus accionistas. Deben también servir para responder a
algunas necesidades de desarrollo social, lo que actualmente se conoce como la
“responsabilidad social corporativa” (RSC). Este moderno concepto reconoce la
necesidad de que el afán de lucro individual juegue un papel, aunque marginal,
en el desarrollo de la sociedad que le permite acumular riquezas a los dueños
de los medios de producción. En el mundo empresarial se debe entender que el
bienestar general es una meta de interés individual, porque asegura la salud de
las empresas.
Esa conclusión se deriva del marco
ideológico de la sociedad capitalista. Esta
se fundamenta en los valores de “la libertad y responsabilidad de los
seres humanos, de su capacidad de solidaridad espontánea, de la honestidad y el
respeto mutuo, de la pasión por el trabajo bien hecho y la colaboración
pacífica entre personas.” Cuando esos valores se observan adecuadamente, el
libre albedrío y la iniciativa individual generaràn una sociedad justa. La solidaridad
que emana de ese tipo de accionar se manifiesta espontáneamente a través de la
filantropía, un término cuyo significado original fue “amor al hombre o a la
humanidad”.
Este comportamiento altruista tiene su origen
en el intento del emperador romano Flavio Claudio Juliano, a fines del siglo
III, de restaurar el paganismo contraponiéndolo al concepto cristiano de la
caridad. Pero la filantropía no persigue resolver un problema inmediato, como es
el caso de la caridad, sino conseguir un cambio que sea duradero. Cuando la
practica una empresa, “la
inversión de este tipo no espera beneficios ni
está alineada a la estrategia de la compañía. Eso la diferencia de la RSC o la
inversión socialmente responsable.”
Mientras las metas de la filantropía figuran
en lontananza, las de la RSC se enfocan en logros más inmediatos ligados a la
estrategia de la empresa.
“La responsabilidad social corporativa es una contribución activa y voluntaria con ejes sociales, económicos y ambientales, que de encontrarse integrada en la misión de la organización, tiene el objetivo de mejorar su situación competitiva, aportar valor a la empresa, beneficiar a sus trabajadores y a las comunidades que se encuentren dentro del área de influencia.” La RSC se revierte en beneficio casi inmediato para la empresa.
“La responsabilidad social corporativa es una contribución activa y voluntaria con ejes sociales, económicos y ambientales, que de encontrarse integrada en la misión de la organización, tiene el objetivo de mejorar su situación competitiva, aportar valor a la empresa, beneficiar a sus trabajadores y a las comunidades que se encuentren dentro del área de influencia.” La RSC se revierte en beneficio casi inmediato para la empresa.
Por contraste, la feliz iniciativa del BHD
León de prestar su apoyo a la formación ética de la juventud, es un ejemplo de
filantropía pura. Al acordar en el 2016 una alianza de cooperación
con el Minerd para esos fines, el Banco se comprometió apoyar la
ejecución de un programa de educación en valores denominado “Valora Ser”, que
capacitará a 8,200 docentes para las aulas de 4,100 centros educativos, lo que
impactará en más de 900,000 jóvenes. Este “será aplicado en los centros
educativos públicos y privados y estará encaminado a la promoción en valores,
formación integral, y la convivencia pacífica en comunidad.” Los valores a ser
fomentados incluyen “el respeto a la vida, respeto a los derechos fundamentales
de las personas, solidaridad, justicia, respeto a la verdad, igualdad de
derechos entre hombres y mujeres, respeto a las diferencias individuales,
dignidad y valores comunitarios”.
Como apropiado adendum a
la iniciativa, el BHD León acaba de firmar un acuerdo
con el INTEC para “integrar la asignatura obligatoria
“Neurodidáctica y Educación en Valores” en el pensum de
la Licenciatura de Educación, la cual estará también disponible como materia
electiva para el resto de las carreras. Al firmar el acuerdo, el presidente del
Banco señaló que “Valora Ser forma parte de nuestro compromiso con la formación
de educadores con una conciencia ética, que puedan transmitir estos
conocimientos a sus alumnos de una manera dinámica y que contribuyan a la
generación de ciudadanos comprometidos con su entorno social”.
Obviamente, Valora Ser entronca perfectamente
con el marco ideológico de la economía de mercado citada anteriormente. Lo más
importante, sin embargo, es que constituye un altruista aporte a la sociedad
dominicana, aunque su impacto no puede ser inmediato sino de largo plazo. El
aporte apunta al meollo del desarrollo nacional y deberá también contribuir con
el desarrollo
del emprendimiento y, eventualmente, el combate contra la corrupción y
la impunidad. En una palabra, califica como filantropía de la luz alineada con
los mejores intereses de la sociedad.
Armonizando con esta insigne contribución, en
su estrategia de desarrollo empresarial, el BHD León ha sabido incorporar
proyectos de RSC que son dignos de mención. La premiación anual creada en 2015 “Mujeres que Cambian el
Mundo”, por ejemplo, “se ha instituido como un reconocimiento
que honra a las mujeres que con sus acciones y aportes, impactan de manera
positiva su entorno al generar transformaciones en su comunidad o en la sociedad
desde distintas áreas, como acción social, arte, educación,
emprendimiento, género, investigación científica, medioambiente, salud, entre
otras.” En una sociedad de cultura machista, esos premios fomentan la equidad
de género y contribuirán a disminuir los feminicidios y la trata de personas.
Otro complemento alineado a su filantropía
apoya al emprendimiento. Con un programa de crédito para las Mipymes, el Banco
ha estado cumpliendo con la misión de ayudar a desarrollar nuevos empresarios y,
a través de ellos, de apoyar la innovación. En este renglón deben destacarse el
programa Mujer Negocios, que
el Banco desarrolló con el Centro
Mipymes de la UNPHU y la plataforma digital Comunidad
OPEN, que representa “un glosario de empresas dedicadas a
ayudar a otras empresas en las áreas administrativa, legal, financiera y de
mercadeo.” Un logro sobresaliente ha sido la facilidad de US$50
millones del BID Invest para apoyar a las mipymes de mujeres con condiciones
de crédito más blandas. Estas modalidades de intervención superan por mucho los
a servicios que ofrecen los programas estatales a las mipymes.
A juzgar por lo reseñado más arriba, el
Consejo de Directores del BHD León está conduciendo sabiamente sus acciones de
filantropía y de RSC. Ojalá y algún otro banco lo imite proveyendo fondos para
fortalecer el Consorcio de Educación
Cívica que patrocina la PUCMM. Según el afamado escritor
ruso León Tolstoi, “el que ayuda a los demás se ayuda a si mismo”.
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