Por Juan Llado
Los que se afanan por llegar al poder para
cebarse con sus mieles, deben saber que esta sociedad no tolerarà una caterva de
truhanes que solo busque saciar su codicia depredadora. Los que asuman el poder
en el 2020 deberán enfrentar con decisión las llagas purulentas que la
acogotan. Lejos de saltar al poder para lucrarse, los nuevos líderes deberán
exudar una mística redentora inspirada en una profilaxis moral de la clase
política. Los siguientes son de los principales cánceres que lastren el
desarrollo y que deberán combatirse.
Indigencia.- Según el Banco
Central, un 3.8% de la población califica
como indigente, pero según un comité
técnico gubernamental, ese porcentaje es más bien un 6.1% de la población.
“Se estima que el 10% de la población sufre de subalimentación, y existen tasas
de desnutrición crónica entre niños y niñas de hogares pobres (11.3% en hogares
en el quintil inferior de riqueza comparado con menos de un 7% de promedio
nacional.” Un nuevo gobierno debe priorizar las intervenciones que desaparezcan
esta vergonzante realidad. La prioridad de los Comedores
Económicos debe ser la seguridad alimentaria de estos
desheredados de la fortuna.
Prensa amarilla.- Sería inaceptable que un nuevo gobierno replique la cooptación del
rol de la prensa como lo ha hecho el actual. No puede permitirse que el erario
se use descaradamente para comprar
la conciencia de ese “cuarto poder del estado”. Los más de tres
mil periodistas que extraen su dolosa compensación a cambio de una abyecta
sumisión al poder, deben ser destetados. Y para evitar caer en las
mismas malas prácticas deberá aprobarse una ley de
ética del periodismo que limite severamente la publicidad oficial en los
medios de comunicación y prohíba el empleo o participación de los periodistas
en el tren gubernamental.
Corrupción e impunidad.- El bochornoso enriquecimiento ilícito de muchos funcionarios
y los escándalos de Odebrecht, son evidencia de que estamos inmersos en una
furnia de inmoralidad que corroe la institucionalidad y el estado de derecho. Transparencia
Internacional nos coloca en el puesto 129 entre 180 países, como
uno de los más corrupto, amén de que una encuesta Gallup reportò que el 89% de los encuestados considera
alarmantes los niveles de corrupción en el país. Es imperativo hacer
independiente al Ministerio Público y reformar la Constitución para quitarle
a la clase política el manejo de los órganos de control del Estado. La corrupción
debe ser un delito imprescriptible y debe existir una alta corte especializada
para evitar la venalidad de los jueces.
Nepotismo y oropel.- Estas inconductas deben desaparecer cocinadas a balazos porque
avergüenzan el quehacer de la clase gobernante. Será preciso legislar para
evitar que los altos funcionarios
coloquen a sus parientes cercanos en el aparato del estado, especialmente si comportan
sueldos lujosos. De igual manera, se requiere dar el ejemplo de que el servicio público se ejerce para beneficiar a los intereses colectivos y no los individuales.
Eso pasa por desterrar tajantemente el uso de vehículos
de lujo, aun sean para los altos funcionarios.
Además, las
exoneraciones de los legisladores deben eliminarse para siempre.
Estado hipertrofiado.- Si bien un 38% de la población, según el CREES, depende
directamente del Estado, lo que importa es que esa dependencia sea justificada.
Y no se justifican ni la abultada
nómina de cerca de 680,000 empleados públicos, ni la
cantidad de entidades supernumerarias –unas 57 según la diputada
Faride Raful- que conforman el tinglado gubernamental. El requerido
Pacto Fiscal deberá incluir un plan para corregir este anacrónico desaguisado, o
de lo contrario no podrá aspirarse a una mejor calidad del gasto fiscal ni a un
estado màs eficiente.
Narcotráfico y resonancia
militar/policial.- Según Insight
Crime, una ong internacional, cada semana entra al país entre 700 libras y
una tonelada de narcóticos, o casi diez toneladas al mes. A pesar de que el grueso
de esa mercancía vuelve a salir, se estima que hay más de
300,000 consumidores locales y cientos los puntos
de venta de drogas. A esa tenebrosa realidad se añade el contubernio de los
narcotraficantes con políticos y autoridades militares y policiales que extraen
un peaje de su trasiego. Concibiendo
el concepto de soberanía como el derecho que tiene el pueblo de definir la
forma de su gobierno, para erradicar esa terminal enfermedad debemos entregar
la DNCD a la DEA y el Departamento de Asuntos Internos de la PN a la policía de
Singapur por diez años (“outsourcing”). Pero como medidas adicionales debe
también ponderarse la legalización de
algunas drogas, además de promover un pacto
contra la impunidad para despolitizar la justicia.
Pacto Fiscal.- Según una reciente publicación del BID, nuestro país figura
como uno de los que tiene el gasto fiscal más ineficiente y poco equitativo en
la región de América Latina y el Caribe. “El dinero público malgastado en América Latina, sería suficiente para acabar con la pobreza extrema.” En
reverso, el creciente endeudamiento (53.1% según el FMI y 50.4% según el
gobierno) refleja la urgente necesidad de ampliar la base tributaria y de
hacerla más equitativa. Se requiere con urgencia un Pacto Fiscal para mejorar
la calidad del gasto y para hacerlo más equitativo, lo cual pasa por la
aprobación de una ley de responsabilidad fiscal. El reciente
informe del FMI señaló claramente esta necesidad.
Calidad de la educación.- Después del famoso 4% para la educación, las casi 29,000 nuevas
aulas y un aumento sustancial de los salarios de los docentes, existe un
generalizado acuerdo de que la prioridad
más alta debe ahora asignarse al mejoramiento de la calidad de la enseñanza. Los pobrísimos
resultados de los estudiantes en las pruebas nacionales e
internacionales –donde el país clasifica en los últimos lugares- así lo
atestiguan. La solución pasa por despolitizar totalmente el manejo del sistema
público y por el mejoramiento
sustancial en la preparación de los
docentes. La ADP debe trabajar arduamente para apoyar al
Ministerio en el logro de estas metas.
Salud.- Se reporta que el país gasta un 2.9% del PIB en salud, mientras un
análisis reciente del Ministerio de Economía eleva la cifra a
3.2%. De cualquier modo, el gasto es patentemente insuficiente
frente al promedio latinoamericano de un 5-6%. Por otro lado, se requiere
universalizar el servicio del Sistema de Seguridad Social al segmento
subsidiado de la población y la Atención Primaria sigue brillando por su
ausencia en remotos lugares del país. De ahí que los sectores carenciados de la
población no alcancen las prestaciones adecuadas. Es por tanto urgente que el
mejoramiento de la salud pública se convierta ahora en una prioridad nacional
(similar a lo que fue el 4% para la educación).
Haití y migración.- Se acepta que el desarrollo del hermano país es de alto
interés nacional, pero el foco de la acción dominicana es solo en detener la
migración ilegal, dejando fuera procurar su desarrollo. Se requiere
de una estrategia de dos cabezas que nos emplee a fondo para promover
un desarrollo mas equilibrado en una isla que en el 2030 tendrá más de 25
millones de habitantes. Deberá firmarse un tratado especial entre los dos
países, a fin de enlistar el apoyo de la comunidad internacional a un plan
binacional de desarrollo y captar inversiones privadas para Haiti.
Sistema eléctrico.- Además de privatizar todos los activos estatales en el
sistema y favorecer la diversificación de la matriz energética con énfasis en
las renovables, la propiedad de la central de Punta Catalina debe permanecer
por cinco años en manos del gobierno en
su totalidad, para inducir a los demás generadores a eficientizar sus
operaciones con el ciclo combinado y las renovables. No tiene sentido vender el
50% del accionariado para aumentar el gasto fiscal en tiempos de campaña
electoral.
Para un tratamiento más comprehensivo de los
desafíos de desarrollo del país, ver el “Informe Nacional Voluntario 2018: Compromisos, Avances y
Desafíos hacia el Desarrollo Sostenible.”.
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