
Será en febrero del 2020 cuando iremos a cumplir ese sagrado compromiso. Debemos despojarnos de pasiones. De amarres partidarios. No
escuchar promesas falsas. No dar nuestro voto por unos pesitos que no resolverán nuestros problemas del hogar. Tenemos que buscar un servidor público entregado, desinteresado HONESTO, que le duela este pedazo de tierra. Alguien que rescate el esplendor, la belleza, la cultura, la familiaridad del tamayense. Es tiempo de que vayamos a las urnas para sacar de allí a alguien que LE PESE el ruedo de los pantalones, o de la falda. Alguien que no llegue impuesto por el partido. Alguien que reciba el respaldo y la solidaridad de la mayoría de los que añoramos ese pueblo amable, acogedor, cuna de los deportes y los festivales de la voz. Amante de la cultura. Pueblo de letrados, artistas, luchadores y hombres enamorados.
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