26 de enero de 2019

¡ASÍ DEBEMOS ASUMIRLO!


La maravillosa tercera edad

Por Freddy Ginebra

El otro día publiqué un artículo sobre mi eterna juventud. Como la gente me tiene confianza no faltó uno que otro que me abordara en la calle y me preguntara sobre la verdad detrás del artículo. Prometí dar detalles ya que no puedo mentirle a aquellos que cada 15 días se toman la molestia de leerme.


Confieso que mis hijos insisten en que estoy sordo. Cuando me hablan me gritan y no he tenido más remedio que hacerme el sordo, no los puedo decepcionar.


El mundo cibernético me confunde y más de una vez frente al cajero automático me han confiscado la tarjeta. Me dilato y sale un letrerito que me advierte ha terminado el tiempo. Estoy por recomendar a los bancos que tengan atención especial para los que como yo estamos apuntando a llegar a los 80.


A esta edad se coleccionan enfermedades y es imposible no hablar de ellas, algunos más que otros, el cáncer es tema obligatorio, y la cara de susto la ponemos todos.


Se olvidan los nombres, fechas ya imposible recordar, divertido cuando uno ve un rostro y sabe que lo conoce pero no lo ubica. Ya cuando me preguntan ‘¿a que usted no sabe quién soy?’, contesto: ¡A que no!, y respiro profundo y aliviado.


En la mañana nos preguntamos si dormimos bien, ya el sueño se nos va escapando y la gran mayoría, como yo, desde las 3 o 4 de la mañana estamos colando café y luego en horas de la tarde podemos dormirnos elegantemente en cualquier lugar aparentando que estamos meditando.


¿Y dónde habré puesto las llaves del carro? Jurar que alguien las tomó para encontrarlas en los lugares menos comunes como en un lavamanos.


Comenzar a leer las esquelas mortuorias y alegrarte cuando no estás en ellas, cada mañana busco y casi siempre encuentro a un conocido.


Divertido es encontrar lo arrugados que están tus amigos, uno piensa que sigue igualito, pero si es honesto consigo mismo llega a la conclusión que la etapa del vientre de cuadritos, la melena que se mueve con el aire y la mirada limpia se perdieron en un pasado muy lejano.


En esta maravillosa edad, nuestros mejores amigos son los médicos. Los clasificamos y los tenemos ubicados para posibles o constantes dolencias. No queremos ir a geriatras porque nos negamos a pensar que somos ancianos, y andamos buscando justificaciones que alarguen las posibilidades de vida. Salir de los carros es más complicado, antes con una rapidez asombrosa, hoy primero la pierna derecha, luego la cabeza inclinada con garbo y después de respirar, la pierna izquierda y siempre sonreír, ¡bueno los que mantienen sus dientes!


Vivir tiene su encanto e insisto y ratifico mi artículo anterior, soy un hombre joven que vive con intensidad cada momento de su vida. Allá el cuerpo si no quiere responder, mi espíritu lo desafía y les confieso que todos los días pido al creador que la muerte me encuentre bailando.

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