Alguien dirá, ¡este descubrió por donde le entra el agua al coco! Y no es así, aún estoy investigando esa maravilla de la naturaleza.
Lo que si descubrí hace mucho tiempo, es lo
que otros han descubierto, y saben hace tantos años sobre complicidad de
autoridades y protección de familiares hacia sus hijos delincuentes.
Paso a plantear el tema de forma
meridiana: Son muchos los jóvenes que están envueltos en actos delictivos,
atracos, robos de carteras, sustracción de celulares y hasta despojo de
mochilas a estudiantes universitarios donde presumen que hay una computadora.
En la mayoría de los casos, sus padres lo
saben, porque hasta ellos les ha llegado la queja, pero se resisten a aceptarlo
y la mayoría de las veces a quienes le dice sobre esa realidad, los insultan.
Son varios los casos de jóvenes que han
resultado heridos en atracos, andan con cómplices y éstos escapan, pero en las
investigaciones delatan al compañero que se escapó.
Las autoridades, frente a esa revelación, salen
en busca de esos delincuentes encubiertos, algunas veces los apresan, pero son
hijos de personas permisivas que pagan sumas de dinero para que los
dejen en libertad y no sean encausados por esos hechos.
Aparentemente esos delincuentes salen
limpios de esos hechos de vandalismo, pero en la barriada dónde viven
todos los vecinos saben que es delincuente y que sus padres pagaron para
que no sean encausados.
A muchos de esos “angelitos’’ le han
ocupado un arma de fuego clandestina, se la incautan, pero muchas
veces no llegan a los cuarteles, son negociadas al otro día por los agentes que la
incautaron.
En toda esa mafia prima el dinero y muchos lo
sabemos, pero poco hablamos del tema por ser espinoso y peligroso, pues uno no
sabe hasta qué punto, ayudantes fiscales y policías están asociados en el
delito.
Otra de las irregularidades y mafias de las
que no se habla, es el alquiler de armas de fuego que existe en algunos
barrios, de cuya realidad autoridades conocen o les ha llegado la información,
pero nada pasa.
Frente a todo eso, lo que entiendo es que las
autoridades deben tomar nuevas medidas que, aparte de un fiscal en los
destacamentos policiales, haya otras autoridades que den seguimiento y
verifiquen las actividades diarias en los cuarteles, porque el negocio mafioso
es más de lo que cualquier ciudadano honrado presume.
No podía terminar este escrito sin antes dar
un consejo sano a las madres que siempre están en disposición de tapar con
dinero las fechorías de sus hijos, a que descontinúen esa mala práctica y dejar
que las autoridades le apliquen las sanciones de acuerdo a las leyes
establecidas.
Porque al fin de cuentas, por más esfuerzo que
usted haga en taparlo, los vecinos se enteran de las tropelías de sus hijos y
los líos que usted hace por hacerlos aparentar como angelitos.
Y a los ayudantes fiscales y policías que se
prestan a esa mala acción, que entiendan que ellos, frente a una eventual
investigación que arroje resultados positivos, serán tan
delincuentes como los que se dedican a esa mala práctica.
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