Exagerar no es bueno
Por Tomás Aquino Méndez
Siempre he sido enemigo de las GENERALIZACIONES. Las considero irresponsables y exageradas. Creo que cuando alguien no tiene ningún dato certero y serio en las manos acude a involucrar a muchos en sus cuestionamientos. A ese grupo pertenece una gran cantidad de dirigentes políticos, colegas periodistas y comentaristas de programas de opinión. Por ejemplo, cuando hablan de corrupción, es muy fácil asegurar que “aquí todo el mundo sabe quién es corrupto y en cuales instituciones se está robando”. Pero no dan nombres, datos ni cifras que avalen su denuncia. Es muy
frecuente escuchar que políticos, líderes de la sociedad civil y hasta legisladores, hablan de un tal hombre del maletín en e l congreso. Ese FANTASMA compra legisladores, entrega sumas de dinero y a veces hasta obras y propiedades. Sin embargo, hasta ahora, que yo me haya enterado, nadie ha identificado a ese personaje ni a quienes ha “comprado”. En estos días, un legislador de apellido Botello, se ha llevado grandes titulares acusando a “sus colegas” de venderse al hombre del maletín. Cuando se le ha requerido nombres de los legisladores comprados y quien lo ha hecho, acude al “todo el mundo los conoce”. El pasado miércoles, por ejemplo, algunos legisladores acudieron al cliché de “todo el mundo lo sabe”, lanzando al aire la denuncia de que había preparado un DESORDEN en el Congreso y por eso boicotearon la sesión del día. Cuestionados sobre el tal desorden y no pudiendo identificar al organizador, recurrieron a la expresión irresponsable. Y no es cierto que “todo el mundo sabe” lo que ellos quieren decir. Algo que preocupa, es que nuestros medios de comunicación dan grandes titulares o dedican extensos comentarios a quienes lanzan acusaciones o hacen denuncias avaladas en el “todo el mundo lo sabe”.
El pasado viernes, escuché en una emisora local a ejecutivos de Plan Internacional, defender un estudio realizado en la región sur sobre la explotación infantil. Lo del estudio está bien y que lo defiendan, también. Lo que no comparto, porque me pareció exagerado, es que acudan al “todo el mundo lo sabe” para presentar un drama que, según dijeron, detectaron en mi pueblo natal, Tamayo. No se ofrecieron datos. Todo quedó en las generalidades.
Según revelaron los defensores del estudio, en el parque de Tamayo es “común y normal” ver a toda hora del día, a adultos atraer menores, (niños y niñas), para llevarlos a lugares de diversión y moteles. También dijeron que eso “es parte de la cotidianidad”, y además se ven adultos introducir menores en las plantaciones agrícolas ubicadas a orillas de la carretera Tamayo-Uvilla, para sostener allí relaciones con ellos. Dicen que eso sucede sin que el alcalde y las autoridades Policiales hagan nada.
No descarto la posibilidad de que en Tamayo, como en cualquier pueblo de mi región y del país, se produzcan casos de adultos que convencen, con dinero o dadivas, a menores para llevarlos a hoteles, moteles u otros lugares, pero presentarlo como si se tratara de algo que sucede todos los días, a todas horas y a la vista de todos en Tamayo, creo es que es una gran mentira.
Entiendo que Plan Internacional busque como justificar los recursos recibidos para este tipo de evaluaciones, pero de ahí a presentar generalidades buscando titulares impactantes, no se justifica. Al menos que no se me presenten pruebas, datos de cuántos casos diarios se detectaron en Tamayo, sigo creyendo que esa aseveración es exagerada y carente de sustento.
Por Tomás Aquino Méndez
Siempre he sido enemigo de las GENERALIZACIONES. Las considero irresponsables y exageradas. Creo que cuando alguien no tiene ningún dato certero y serio en las manos acude a involucrar a muchos en sus cuestionamientos. A ese grupo pertenece una gran cantidad de dirigentes políticos, colegas periodistas y comentaristas de programas de opinión. Por ejemplo, cuando hablan de corrupción, es muy fácil asegurar que “aquí todo el mundo sabe quién es corrupto y en cuales instituciones se está robando”. Pero no dan nombres, datos ni cifras que avalen su denuncia. Es muy
frecuente escuchar que políticos, líderes de la sociedad civil y hasta legisladores, hablan de un tal hombre del maletín en e l congreso. Ese FANTASMA compra legisladores, entrega sumas de dinero y a veces hasta obras y propiedades. Sin embargo, hasta ahora, que yo me haya enterado, nadie ha identificado a ese personaje ni a quienes ha “comprado”. En estos días, un legislador de apellido Botello, se ha llevado grandes titulares acusando a “sus colegas” de venderse al hombre del maletín. Cuando se le ha requerido nombres de los legisladores comprados y quien lo ha hecho, acude al “todo el mundo los conoce”. El pasado miércoles, por ejemplo, algunos legisladores acudieron al cliché de “todo el mundo lo sabe”, lanzando al aire la denuncia de que había preparado un DESORDEN en el Congreso y por eso boicotearon la sesión del día. Cuestionados sobre el tal desorden y no pudiendo identificar al organizador, recurrieron a la expresión irresponsable. Y no es cierto que “todo el mundo sabe” lo que ellos quieren decir. Algo que preocupa, es que nuestros medios de comunicación dan grandes titulares o dedican extensos comentarios a quienes lanzan acusaciones o hacen denuncias avaladas en el “todo el mundo lo sabe”.
El pasado viernes, escuché en una emisora local a ejecutivos de Plan Internacional, defender un estudio realizado en la región sur sobre la explotación infantil. Lo del estudio está bien y que lo defiendan, también. Lo que no comparto, porque me pareció exagerado, es que acudan al “todo el mundo lo sabe” para presentar un drama que, según dijeron, detectaron en mi pueblo natal, Tamayo. No se ofrecieron datos. Todo quedó en las generalidades.
Según revelaron los defensores del estudio, en el parque de Tamayo es “común y normal” ver a toda hora del día, a adultos atraer menores, (niños y niñas), para llevarlos a lugares de diversión y moteles. También dijeron que eso “es parte de la cotidianidad”, y además se ven adultos introducir menores en las plantaciones agrícolas ubicadas a orillas de la carretera Tamayo-Uvilla, para sostener allí relaciones con ellos. Dicen que eso sucede sin que el alcalde y las autoridades Policiales hagan nada.
No descarto la posibilidad de que en Tamayo, como en cualquier pueblo de mi región y del país, se produzcan casos de adultos que convencen, con dinero o dadivas, a menores para llevarlos a hoteles, moteles u otros lugares, pero presentarlo como si se tratara de algo que sucede todos los días, a todas horas y a la vista de todos en Tamayo, creo es que es una gran mentira.
Entiendo que Plan Internacional busque como justificar los recursos recibidos para este tipo de evaluaciones, pero de ahí a presentar generalidades buscando titulares impactantes, no se justifica. Al menos que no se me presenten pruebas, datos de cuántos casos diarios se detectaron en Tamayo, sigo creyendo que esa aseveración es exagerada y carente de sustento.
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