27 de noviembre de 2017

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 27 de Noviembre, 2017)



Los orígenes del orden político (1)

Por Carlos Darío Sousa S.*

Francis Fukuyama (Chicago, 1952), politólogo de origen japonés, que ha escrito sobre gran variedad de temas en diferentes áreas del desarrollo y de política internacional, nos brinda, en esta oportunidad, “Los orígenes del orden político” (Deusto, 2016). Una obra en la que nos transmite sus siempre interesantes puntos de vista sobre la evolución y los cambios en la sociedad, desde la prehistoria hasta la revolución francesa.


Fukuyama, que ya nos había sorprendido hace unos años con su “El final de la Historia y el último Hombre” (Planeta, 1992), y ¿El fin de la Historia?, y otros ensayos, Alianza, 2016.


El libro está dedicado a Samuel Huntington, del que fue discípulo y al que le escribió el prefacio de su obra “El orden político en las sociedades en cambio”, Paidós, 2006. Recordemos que Huntington previamente había escrito “El choque de civilizaciones”, Paidós, 1997.


El libro se centra en los orígenes históricos de las instituciones políticas, así como en el proceso de la decadencia política. Hace referencia al desarrollo político desde los tiempos pre-humanos hasta aproximadamente las vísperas de las revoluciones francesa y norteamericana. Destaca la profunda erudición desplegada por el autor. Despliega un vastísimo conocimiento -historia, biología evolutiva, arqueología y economía- y con ello, ofrece nuevas perspectivas acerca de los orígenes de las sociedades democráticas.


El volumen consta de cinco partes, la primera corresponde a “Antes del Estado”; la segunda a “La construcción del Estado”; la tercera, “El principio de legalidad”; la cuarta, “Gobierno responsable” y la quinta parte contiene “Hacia una teoría del desarrollo político”.


Prácticamente en todas las sociedades humanas se organizaron en su día como tribus. Sin embargo, con el tiempo, desarrollaron nuevas instituciones políticas que incluían un Estado central capaz de mantener la paz y leyes uniformes aplicables a todos los ciudadanos. 


El Estado concentra y utiliza el poder para tratar de que se cumplan sus leyes a favor de sus ciudadanos y para defenderse de otros Estados y amenazas externas. El principio de legalidad y el gobierno responsable, limitan el poder del Estado, primero, obligándole a utilizar su poder conforme a determinadas normas públicas y transparentes y asegurándose de que está subordinado a la voluntad del pueblo.


“Habitualmente, dice Fukuyama, se atribuye a los griegos la invención de la democracia, en la cual los gobiernos no alcanzan su cargo de manera hereditaria, sino que son elegidos en las urnas. La mayoría de las sociedades tribales también son relativamente igualitarias y eligen a sus gobernantes, pero los griegos fueron más allá al introducir un concepto de ciudadanía basado en criterios políticos en lugar de familiares”.


Es importante lo que más adelante señala: “La forma de gobierno practicada en la Atenas del siglo V a.n.e., bajo la República romana, probablemente se describiría mejor como <republicanismo clásico> que como <democracia>, ya que el derecho a voto se concedía únicamente a un limitado número de ciudadanos”.


“El precedente republicano clásico establecido por Grecia y Roma, fue copiado por otras sociedades, incluyendo las repúblicas oligárquicas de Génova, Venecia o las Provincias Unidas de los Países Bajos. Esta forma tendría un defecto fatal: el republicanismo clásico era difícil de  ajustar. Funcionaba bien en sociedades  pequeñas y homogéneas como las ciudades-Estados de la Grecia del siglo V y La Roma de los primeros tiempos.


Es por eso que, como forma de gobierno, la monarquía demostró ser superior a la hora de gobernar grandes imperios, y fue el sistema político bajo la cual Roma alcanzó su máximo poder y su máxima extensión geográfica.  


Un capítulo interesantísimo es el que se refiere a “La tiranía de los primos”, en la cual desarrolla parte de la nueva disciplina de la antropología, en la que Lewis Henry Morgan realizó estudios de campo sobre las menguantes poblaciones de los pueblos indígenas de América del Norte, en las que clasifica las formas de parentesco.


En su libro “La sociedad primitiva”, divide la historia humana en tres fases: salvajismo, barbarismo y civilización, sobre las que pasaban todas las sociedades humanas.


Marx y Engels utilizan este estudio para desarrollar su teoría sobre el origen de la propiedad privada y la familia –puede ver “El origen de la familia, de la propiedad y del Estado”, editorial Panamericana, de Federico Engels- que posteriormente se convertiría en la doctrina comunista. Estos autores divulgaron la teoría del desarrollo más famosa de la Edad Moderna: plantearon la existencia de una serie de fases evolutivas -comunismo primitivo, feudalismo, sociedad burguesa y comunismo verdadero- impulsadas por un conflicto subyacente entre clases sociales.


El segundo impulso importante sobre el desarrollo político primitivo, fue la publicación en 1859 de “El origen de las especies”, de Charles Darwin, y la elaboración de su teoría de la selección natural.


Tenía sentido aplicar los principios de la evolución biológica a la evolución social, tal como haría Herbert Spencer, quien consideraba que las sociedades humanas estaban inmersas en una lucha por la supervivencia, en la cual los superiores dominaban a los inferiores.  


Frank Boas, sostenía que el comportamiento humano no se basaba en la biología, sino que tenía un origen social.


Todas estas teorías evolutivas presentan problemas, pues plantean a menudo una progresión relativamente lineal y rígida de formas sociales, en la cual una fase de desarrollo precedía necesariamente a la siguiente, y en la cual un factor –como el modo de producción de Marx- determina la fase global.


Pasa lo mismo con la con las sociedades primitivas, pues se hace evidente que la evolución de la complejidad política no es lineal –hay algunos autores que refieren que la historia es pendular y otros lineal-, una fase determinada del desarrollo presentaba a menudo características de las anteriores. 


Podemos comprobar como China realizó una transición de formas de organización basadas en el parentesco, a una organización estatal hace más de tres mil años.


Elman Service desarrollo una clasificación con cuatro niveles: Bandas, tribus, sociedades de jefatura y Estados. La organización de las bandas y las tribus se basan en el parentesco y normalmente son muy igualitarias. Las sociedades de jefatura y los Estados se organizan jerárquicamente y ejercen su autoridad sobre la base territorial, no familiar.


En una sociedad de bandas local, no existe nada parecido a un intercambio económico moderno ni nada parecido al individualismo.


Ernest Gellner –Cultura, Identidad y Política. El nacionalismo y los nuevos cambios sociales. Gedisa- citado por Fukuyama, habla de la “tiranía de los primos”, un mundo social que se limita a los círculos familiares que te rodeaban, que determinaban lo que hacías, con quien te casabas, a quien venerabas y prácticamente el resto de cosas de la vida. Son muy igualitarias. Las distinciones se basan en la edad y el sexo.


La transición de las sociedades de bandas a las sociedades tribales, fue posible gracias al desarrollo de la agricultura. La domesticación de las hierbas y semillas tuvo lugar de manera gradual y fue acompañada de un aumento de la población.


El sociólogo Émile Durkheim –La División del trabajo en la sociedad-, empleó el término “Segmentación”, para referirse  a sociedades basadas en la réplica de sociedades idénticas a pequeña escala. Esa clase de sociedad podía crecer añadiendo segmentos, pero no tenía una estructura política centralizada, y por tanto, no estaba sujeta a la división del trabajo.


En una sociedad segmentaria, cada segmento es capaz de alimentarse, vestirse y defenderse.


En las sociedades tribales, esas unidades se basan en un principio de  antepasados comunes, en que la filiación puede ser tanto unilineal como cognaticia (parentesco). 


*El autor es catedrático universitario.-

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