Los orígenes del orden político (1)
Por Carlos Darío Sousa S.*
Francis
Fukuyama (Chicago, 1952), politólogo de origen japonés, que ha escrito sobre
gran variedad de temas en diferentes áreas del desarrollo y de política
internacional, nos brinda, en esta oportunidad, “Los orígenes del orden político”
(Deusto, 2016). Una obra en la que nos transmite sus siempre interesantes
puntos de vista sobre la evolución y los cambios en la sociedad, desde la
prehistoria hasta la revolución francesa.
Fukuyama,
que ya nos había sorprendido hace unos años con su “El final de la Historia y el último Hombre” (Planeta, 1992), y ¿El fin de la Historia?, y otros ensayos, Alianza, 2016.
El libro se
centra en los orígenes históricos de las instituciones políticas, así como en
el proceso de la decadencia política. Hace referencia al desarrollo político
desde los tiempos pre-humanos hasta aproximadamente las vísperas de las
revoluciones francesa y norteamericana. Destaca la profunda erudición
desplegada por el autor. Despliega un vastísimo conocimiento -historia,
biología evolutiva, arqueología y economía- y con ello, ofrece nuevas
perspectivas acerca de los orígenes de las sociedades democráticas.
El volumen
consta de cinco partes, la primera corresponde a “Antes del Estado”; la segunda a
“La construcción del Estado”; la tercera, “El principio de legalidad”; la cuarta,
“Gobierno responsable” y la quinta parte contiene “Hacia una teoría del
desarrollo político”.
Prácticamente en todas las sociedades humanas
se organizaron en su día como tribus. Sin embargo, con el tiempo, desarrollaron
nuevas instituciones políticas que incluían un Estado central capaz de mantener la paz y leyes uniformes
aplicables a todos los ciudadanos.
El Estado
concentra y utiliza el poder para tratar de que se cumplan sus leyes a favor de
sus ciudadanos y para defenderse de otros Estados y amenazas externas. El
principio de legalidad y el gobierno responsable, limitan el poder del Estado,
primero, obligándole a utilizar su poder conforme a determinadas normas
públicas y transparentes y asegurándose de que está subordinado a la voluntad
del pueblo.
“Habitualmente,
dice Fukuyama, se atribuye a los griegos
la invención de la democracia, en la cual los gobiernos no alcanzan su cargo de
manera hereditaria, sino que son elegidos en las urnas. La mayoría de las
sociedades tribales también son relativamente igualitarias y eligen a sus
gobernantes, pero los griegos fueron más allá al introducir un concepto de
ciudadanía basado en criterios políticos en lugar de familiares”.
Es importante
lo que más adelante señala: “La forma de gobierno practicada en la Atenas del
siglo V a.n.e., bajo la República romana, probablemente se describiría mejor como <republicanismo clásico> que como
<democracia>, ya que el derecho
a voto se concedía únicamente a un limitado número de ciudadanos”.
“El
precedente republicano clásico establecido por Grecia y Roma, fue copiado por
otras sociedades, incluyendo las repúblicas oligárquicas de Génova, Venecia o
las Provincias Unidas de los Países Bajos. Esta forma tendría un defecto fatal:
el republicanismo clásico era difícil de
ajustar. Funcionaba bien en sociedades
pequeñas y homogéneas como las ciudades-Estados de la Grecia del siglo V
y La Roma de los primeros tiempos.
Es por eso
que, como forma de gobierno, la monarquía demostró ser superior a la hora de
gobernar grandes imperios, y fue el sistema político bajo la cual Roma alcanzó
su máximo poder y su máxima extensión geográfica.
Un capítulo
interesantísimo es el que se refiere a “La tiranía de los primos”, en la cual
desarrolla parte de la nueva disciplina de la antropología, en la que Lewis
Henry Morgan realizó estudios de campo sobre las menguantes poblaciones de los
pueblos indígenas de América del Norte, en las que clasifica las formas de
parentesco.
En su libro “La sociedad primitiva”, divide la
historia humana en tres fases: salvajismo, barbarismo y civilización, sobre las
que pasaban todas las sociedades humanas.
Marx y
Engels utilizan este estudio para desarrollar su teoría sobre el origen de la
propiedad privada y la familia –puede ver “El
origen de la familia, de la propiedad y del Estado”, editorial Panamericana,
de Federico Engels- que posteriormente se convertiría en la doctrina comunista.
Estos autores divulgaron la teoría del desarrollo más famosa de la Edad
Moderna: plantearon la existencia de una serie de fases evolutivas -comunismo
primitivo, feudalismo, sociedad burguesa y comunismo verdadero- impulsadas por
un conflicto subyacente entre clases sociales.
El segundo
impulso importante sobre el desarrollo político primitivo, fue la publicación en
1859 de “El origen de las especies”,
de Charles Darwin, y la elaboración de su teoría de la selección natural.
Tenía
sentido aplicar los principios de la evolución biológica a la evolución social,
tal como haría Herbert Spencer, quien consideraba que las sociedades humanas
estaban inmersas en una lucha por la supervivencia, en la cual los superiores
dominaban a los inferiores.
Frank Boas,
sostenía que el comportamiento humano no se basaba en la biología, sino que
tenía un origen social.
Todas estas
teorías evolutivas presentan problemas, pues plantean a menudo una progresión
relativamente lineal y rígida de formas sociales, en la cual una fase de
desarrollo precedía necesariamente a la siguiente, y en la cual un factor
–como el modo de producción de Marx-
determina la fase global.
Pasa lo
mismo con la con las sociedades primitivas, pues se hace evidente que la
evolución de la complejidad política no es lineal –hay algunos autores que
refieren que la historia es pendular y otros lineal-, una fase determinada del
desarrollo presentaba a menudo características de las anteriores.
Podemos
comprobar como China realizó una transición de formas de organización basadas
en el parentesco, a una organización estatal hace más de tres mil años.
Elman
Service desarrollo una clasificación con cuatro niveles: Bandas, tribus,
sociedades de jefatura y Estados. La organización de las bandas y las tribus se
basan en el parentesco y normalmente son muy igualitarias. Las sociedades de
jefatura y los Estados se organizan jerárquicamente y ejercen su autoridad
sobre la base territorial, no familiar.
En una
sociedad de bandas local, no existe nada parecido a un intercambio económico
moderno ni nada parecido al individualismo.
Ernest Gellner
–Cultura, Identidad y Política. El
nacionalismo y los nuevos cambios sociales. Gedisa- citado por Fukuyama,
habla de la “tiranía de los primos”, un mundo social que se limita a los
círculos familiares que te rodeaban, que determinaban lo que hacías, con quien
te casabas, a quien venerabas y prácticamente el resto de cosas de la vida. Son
muy igualitarias. Las distinciones se basan en la edad y el sexo.
La
transición de las sociedades de bandas a las sociedades tribales, fue posible
gracias al desarrollo de la agricultura. La domesticación de las hierbas y
semillas tuvo lugar de manera gradual y fue acompañada de un aumento de la
población.
El sociólogo
Émile Durkheim –La División del trabajo
en la sociedad-, empleó el término “Segmentación”, para referirse a sociedades basadas en la réplica de
sociedades idénticas a pequeña escala. Esa clase de sociedad podía crecer
añadiendo segmentos, pero no tenía una estructura política centralizada, y por
tanto, no estaba sujeta a la división del trabajo.
En una
sociedad segmentaria, cada segmento es capaz de alimentarse, vestirse y
defenderse.
En las
sociedades tribales, esas unidades se basan en un principio de antepasados
comunes, en que la filiación puede ser tanto unilineal como cognaticia
(parentesco).
*El autor es catedrático universitario.-
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