Por Nélsido Herasme
El
reconocido psiquiatra Dr. Cesar Mella, actual Director General del Instituto
Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), abrazado al honor del apellido del Padre
de la Patria, Matías Ramón, de un solo trabucazo, ha puesto en orden y pianito
en su ocaso a la entidad que todos recordaremos como la otrora madre de la
seguridad social en la República Dominicana.
Lo
que allí ese ha producido, a nuestro entender, fue lo que pudo haberle sucedido
al Seguro hace más de 20 años, donde las quejas llovían a borbotones cuando el
pago no se realizaba en tiempo prudente.
Por
igual, el grito de los sufrientes pensionados, sometidos siempre a crueles
calamidades.
Esas
dificultades que empañaban la buena imagen de esa institución quedaron atrás, luego de la entrada de su actual incumbente.
Da
mucha pena que sea ahora cuando estemos asistiendo a observar como la
capacidad, la eficiencia y la calidad se juntan en una sola persona, para darle
brillo y lucidez a una entidad condenada a desaparecer debido a la modificación
de la ley 87-01.
Es
ahora cuando entramos a las instalaciones del
Seguro y sentimos las finas atenciones de un personal que de entrada te
mira el rostro de frente y te conduce hacia el servicio que buscas.
Qué
lástima, doctor Mella, que sea al borde de su desaparición y al echarse la paloma, que observemos la limpieza de su planta y sus áreas físicas.
Es
ahora cuando se han sincerado la nómina y eficientizado los servicios que oferta
esa gigante y noble institución, las que
ayer estaban convertidas en un pandemónium.
Por
su entrega, dedicación y experiencia, el doctor Mella, como profesional de la
conducta humana y conocedor de la problemática del sector salud, debe ser tomado
en cuenta para continuar en la administración pública.
Parafraseando
al extinto líder cubano, Fidel Castro, la historia tendrá que absolver al
doctor Mella, porque soy de los que entienden que este profesional cumplió con
uno de su grandes retos en su carrera, consistente en sanear y eliminar del IDSS
las mafias que allí operaban, las horas extras inexistentes y el abusivo uso de
flotas telefónicas, lacras en cuya gestión han quedado relegadas al pasado.
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