Científicos concluyen que las bebidas de dieta no hacen rebajar de peso
En la
década de 1960, cuando se lanzaron al mercado masivo los primeros refrescos que
reemplazaban el azúcar por edulcorantes artificiales, se creó la idea de que Tab, Diet Dr. Pepper, Patio Diet y su enorme descendencia serían una gran ayuda para bajar de
peso. Un estudio de varias universidades de Brasil, el Reino
Unido y los Estados Unidos, acaba de
echar por tierra esa noción: "La falta de evidencia para apoyar el papel de las bebidas dietéticas en prevenir el aumento de peso y la falta de estudio sobre otros efectos que pueden tener sobre la salud, fortalecen la posición de que no se las debería promover como parte de una dieta saludable".
echar por tierra esa noción: "La falta de evidencia para apoyar el papel de las bebidas dietéticas en prevenir el aumento de peso y la falta de estudio sobre otros efectos que pueden tener sobre la salud, fortalecen la posición de que no se las debería promover como parte de una dieta saludable".
La conclusión de "Articially Sweetened Beverages and the Response to the Global Obesity Crisis" ("Las
bebidas endulzadas artificialmente y la respuesta a la crisis global de
obesidad") es aun más sombría: "Lejos de ayudar a solucionar la
crisis global de obesidad, las bebidas dietéticas tienen
características de composición (baja densidad nutricional y aditivos), patrones
de consumo (potencial promoción de una preferencia por los sabores dulces) e
impacto ambiental (abuso de recursos naturales, polución, ecotoxicidad) que las
hacen un factor potencial de riesgo para enfermedades crónicas de alta
incidencia".
Como uno de
los culpables de la epidemia mundial de obesidad y diabetes de tipo 2, en
marzo de 2015 la
Organización Mundial de la Salud solicitó a los gobiernos que crearan planes
para limitar el consumo de azúcar. Entre eso y la consolidación
de su presencia en el consumo popular —representan el 25% del mercado de los
refrescos—, las bebidas dietéticas se siguieron considerando buenas.
Las calorías vacías del azúcar —como se las llama, por lo cual
se recomienda que representen más del 10% del total que se consume— fueron
atacadas en distintos países, desde Francia a Sudáfrica, desde México a las Islas Fiji, con impuestos a las bebidas azucaradas. También en los Estados Unidos, varias
ciudades de California —San Francisco, Berkeley y Oakland entre ellas—,
Colorado, Pensilvania e Illinois, se aprobaron medidas similares.
Sin
embargo, estos
académicos no pudieron encontrar pruebas que apoyen la percepción de que las
bebidas dietéticas son más saludables que las azucaradas: según
ellos, no hay estudios fidedignos que permitan una conclusión seria. Algunos
ensayos mostraron que no había baja de peso vinculada a su consumo; otros
mostraron una pequeña baja: cada uno según quién lo hubiera financiado.
"Una consideración importante al interpretarlos, es el
potencial conflicto de interés, ya que la
investigación patrocinada por la industria es común", según los científicos autores del texto que causa polémica.
Las evaluaciones que se realizaron con fondos de empresas de
alimentación o bebidas pro-azúcar "tienden a concluir que no hay
asociación positiva entre el consumo de bebidas dietéticas y la obesidad, mucho
más que aquellas sin patrocinio industrial o conflictos de interés". En
cambio, aquellas que se realizaron con fondos de compañías pro-bebidas
dietéticas "también tienden a dar resultados y conclusiones favorables,
más que aquellas sin patrocinio industrial o conflictos de interés".
El estudio señaló dos elementos más para fundamentar su retiro
de apoyo a las bebidas dietéticas en los planes para bajar de peso. Primero, un
factor psicológico: las
personas presumen que pueden comer más porque se han liberado de muchas
calorías de sus bebidas. En segundo lugar, el impacto ambiental
de la fabricación de los refrescos dietéticos es alto: para hacer un litro hacen falta
entre 150 y 300 litros de agua, según el producto, y el proceso
deja basura sólida y polución química acumulativa.
Fuente: Infobae.-
Fuente: Infobae.-
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