9 de enero de 2017

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 9 de enero, 2017)

SOFISTAS: Protágoras. Gorgias. Sócrates (1 de 3)

Por Carlos Darío Sousa S.*

Imagen relacionadaCon los sofistas y con Sócrates, entramos en una nueva etapa del pensamiento universal que se conoce como “primer humanismo”, también llamada modernamente “primera ilustración” y “época de transición”. En definitiva, la primera etapa humanista en la historia de la filosofía, un período que coincide con el siglo de Pericles (s. V a. C.) o siglo del esplendor de Atenas, ciudad considerada entonces el centro del mundo.

¿Qué significa sofista?. La palabra “sofista” (sophités) fue usada por los griegos con un triple sentido. Originalmente significa lo mismo que sabio (sophós). También era aplicable a todo aquel que por su habilidad sobresalía en algún arte, siempre que fuera capaz de comunicarlo a otros.  Herodoto llama aún sofista a los “siete sabios”, y Androción califica de tales a Sócrates y Platón. Más tarde se llamó sofista a los que enseñaban a otros sabiduría, y eran, consiguientemente, “fabricantes de sabios”. También, en otro momento, peyorativamente, se designó con la palabra a un tendero que trafica, suciamente a menudo, con la sabiduría, a un alcahuete de ella, a un cazador que va tras los jóvenes ricos para sacarle dinero, a un charlatán que no le importa un bledo la sabiduría, sino que con ella engaña, trampea y seduce. En ese sentido nos han transmitido la palabra Jenofonte y Platón que le dedica un diálogo completo, “El Sofista”, en el que ofrece seis definiciones.

Aristóteles en su “Lógica” también carga contra ellos.

Los sofistas enseñaban mayormente historia, política y el arte de la oratoria. Llenaban un vacío en la vida griega. Los hubo buenos y los hubo malos, pero en general tuvieron acogida favorable porque eran necesarios. En una sociedad en pleno auge, alguien tenía que dedicarse a enseñar a la juventud, ávida de triunfar en la vida cívica. Algunos sofistas le daban más énfasis a uno u otro asunto. Los hubo retóricos, enseñando el arte de debatir en las asambleas públicas; otros, más versados en filosofía, intentaban darle a sus enseñanzas un tono más elevado. Pero en general sus métodos fueron prácticos, encaminados a asegurar el éxito mundano y no la virtud de la vida contemplativa. Fácilmente argüían cualquier aspecto de un asunto, y, por tanto, practicaban el oportunismo que Platón tanto les censura.

Podemos calificar a esta etapa de “humanista”, porque el interés de estos primeros filósofos sofistas se va a desplazar desde la physis y el cosmos a la polis (ciudad-estado), es decir, a los problemas de los seres humanos conectados con su realidad concreta de ciudadanos.

Los dos sofistas más importantes de aquella Atenas y de aquella época tan original, fueron Protágoras y Gorgias.

De Protágoras de Abdera se sabe que fue discípulo de Demócrito. Platón le llamó “padre de la sofistica” y su idea más celebre la sintetizó en la frase “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son”. Pero entender al hombre así (homo mensura), conlleva sobre todo a un posicionamiento relativista respecto de lo que puede o no puede conocer: las cosas no tienen consistencia en sí mismas, es el hombre quien otorga el ser (o no ser).

Este relativismo cognoscitivo, en adelante adoptará una de  estas dos posibles vías: bien tomará el camino del subjetivismo (cada individuo singular es la medida de las cosas) o bien el del idealismo (la totalidad de la especie “hombre” es la medida), pero ambas vías siempre tendrán como fondo el escepticismo.

De Gorgias de Leontinos (485-380 a.C.), sabemos que fue un hombre muy elocuente y longevo. Llevó a tal extremo el relativismo sofista que concluyó que el ser humano no puede saber nada, por donde podemos llamarle “padre del nihilismo”. El encadenamiento de sus tres tesis principales es tan sencillo como corrosivo para la inteligencia:

·        1.- nada existe
·        2.- si algo existiera sería incognoscible (no podía ser conocido por el hombre)
·        3.- si fuese cognoscible sería incomunicable.

El relativismo de Protágoras pasa a ser en Gorgias, escepticismo, sosteniendo tesis nihilistas (del lat. Nihil, nada), tesis que sostiene la ausencia de convicciones verdaderas, así como de los valores. En el caso de Gorgias, se niega la existencia de nada permanente en lo real, al declarar falsas todas las opiniones.

Este escepticismo negaba, a los ojos de Platón, la posibilidad del conocimiento, de ahí que acuse a los sofistas de fomentar el relativismo en la conducta y el escepticismo en el saber, dos males que minan la vida en sociedad y conducen a la anarquía y el descreimiento.

*El autor es catedrático universitario.-

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