Un anuncio, hecho aparentemente con buena intención, se convirtió en una acción de privilegio. Hablo de la suspensión de las fiestas en la administración pública y la entrega de canastas en las instituciones del Estado. Según se publicó, los recursos que iban a esas fiestas serían trasegados a cientos de familias que fueron afectadas por las lluvias y desbordamientos de ríos en el Norte, el Nordeste y el Cibao Central.
Casi todos se acogieron a la ley seca.
Pero, hubo fiestas, regalos y canastas caras. Pero solo para los más cercanos colaboradores de ministros, directores generales y amigos de estos. Los recursos supuestamente ahorrados, tampoco han llegado a los damnificados.
Es decir, que lo que surgió como una aparente disposición solidaria, se convirtió en una disposición privilegiada.
Por eso digo que gobernar es un arte y quien está al frente del gobierno tiene que ser un excelente artista de la responsabilidad, los arreglos, las sanciones y la aplicación dura de la ley.
Esta semana, leí que el cabildo del Distrito Nacional dará una “gracia” de hasta un 70% de rebaja en favor de quienes tienen deudas con esa entidad por la recogida de basura. Es decir, se premiará la irresponsabilidad, indiferencia y la negligencia. Rechazo esa decisión de la autoridad municipal.
Creo, por el contrario, que a quienes deben premiar es a quienes pagamos religiosa y responsablemente, mes por mes, ese servicio. Es una disposición injusta. Premiar la irresponsabilidad estimula a quienes somos fieles pagadores a seguir haciéndolo.
Es decir, las deudas viejas no se pagan y las nuevas se dejan poner viejas para luego lograr un 70% de rebaja.
Así no puede ser. Eso son los ejemplos que hacen que hoy vivamos la incertidumbre de la inseguridad ciudadana.
Asaltos a plena luz del día y no vemos una política que garantice la seguridad al ciudadano.
Gobernar es un arte. Presidente, síndicos, ministros, deben saber cómo manejar ese arte, para que nos beneficie y nos proteja a todos.
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