Conversión del Ingenio Barahona en proyecto Sucroquímico
Por Rafael Matos Féliz
Desde temprano de la
mitad del pasado siglo, hasta la década de los 90, el Consejo Estatal del Azúcar
era la institución posesionaria de casi todos los ingenios azucareros del país;
pero en los años 80s y 90s, esos ingenios entraron en una crisis institucional
que presagiaba su desaparición o quiebra inminente.
La crisis estaba
relacionada al clientelismo parasitario que desde el estado se asumía con
estas
empresas y a la sustracción de los bienes y recursos con que los mismos
contaban. Se les llevaron equipos, mobiliarios, materiales, presupuestos,
tierras y todo lo que los ladrones estatales y sus amigos entendían que les
significaba un beneficio.
En el caso del Ingenio
Barahona, existía una oficina, en la cual solo “trabajaban” féminas, que según
las malas lenguas, eran “las amantes de los funcionarios”. A esa oficina se le
llamaba “el total”, pues las malas lenguas decían que allí lo que había era una
reunión de genitales femeninos. Por otro lado, se comenta el hecho de que
“sindicalistas” ponían a cobrar hasta a sus hijos de meses y a todos los
familiares habidos y por haber. De esta forma, la crisis y la quiebra
financieras eran las consecuencias previsibles.
Fue en ese momento
que a algunos “loquitos” barahoneros se nos ocurrió proponer una salida técnica
para “salvar” a este emporio cañero de las garras de los depredadores. Propusimos
que al ingenio se le realizaran cambios sustanciales para convertirlo en un
Proyecto Sucroquímico. Esto quería decir, que se pudiera convertir el ingenio
en una industria diversificada, contando con su materia prima, que era la caña
de azúcar. Pero para ello, era necesario sacar y sancionar drásticamente a los
depredadores del ingenio.
La propuesta buscaba
que se pudiera producir con la caña, madera prensada (tabopán, como le llaman
los ebanistas), plástico para tubos, pulpa para papel, proteínas para animales,
alcohol etílico, levadura y azúcar. Con los barbojos del campo, procesar abonos
orgánicos, incluso, producir biogás. En una primera etapa, producir esos
productos y si la rentabilidad lo permitía, luego ampliar más la diversificación.
Para esos tiempos, Cuba producía con la caña de azúcar, más de 100 productos y subproductos y con
ellos resolvían numerosos problemas nacionales, estando bajo un terrible y
criminal bloqueo de la potencia policíaca más grande de todos los tiempos.
No solo no nos
quedamos en la enunciación de la propuesta, sino que con estudiantes de la UASD
del área de Agronomía, programamos y ejecutamos un trabajo de tesis relacionado
con la indicada propuesta y en esa investigación, llegamos a la conclusión de
lo rentable y positivo que sería la conversión del ingenio en proyecto Sucroquímico.
Uno de los responsables de la indicada investigación lo fue el Técnico
Agrícola, César Céspedes.
Con gran entusiasmo
por los hallazgos, movimos todos los resortes del poder político local y de la
jerarquía del CEA. Entregamos copias de la investigación y motivamos la puesta
en ejecución de la propuesta. Pero como hemos venido sosteniendo en todos estos
trabajos sobre Desarrollo Sostenible, siempre desde los estamentos más elevados
del poder político solo se deciden las cosas en contra de los sectores pobres y
a favor del gran capital, para lo cual cuentan siempre con defensores comprados.
Cuando esperábamos
una decisión favorable para continuar, transformar y mejorar el ingenio, lo que
vino desde el Estado fue la venta y arrendamiento a precios de “vaca muerta” de
todos los ingenios del CEA y el descuartizamiento de sus patrimonios, que aún hoy,
todavía continua por parte de los apologistas del “crecimiento económico y del coge
aquí, coge allá” y del “dame lo mío”.
Esas “ventas” realizadas
por el primer gobierno de Leonel Fernández, expulsaron cerca de 100,000
trabajadores y los colonos se redujeron en más de un 60%; pero resulta que esas
personas son, en su gran mayoría, de los sectores pobres y por lo tanto se cree
que se les puede descartar como escorias o desechos. Recordemos estimados
amigos, que los políticos, sus lambiscones y el gran capital, tienen eso como su
“filosofía del descarte”.
A partir de esa
acción, Barahona, y con ella la región, fue languideciendo, hasta el punto de que
las esperanzas se fueron achicando para todo el conglomerado que habitaba en
esta comarca. Devino más tarde la emigración de grandes grupos de personas para
buscar mejor vida en otras latitudes. Barahona se convirtió en la provincia
expulsora de sus nativos y llegó (aún persiste la situación) a ser la de menor
crecimiento de la nación.
Al “capitalizar el
ingenio” (¿Y qué es eso?), sindicalistas, desarrollistas del buscavidismo,
políticos del momento, se capitalizaron y salieron con “liquidaciones”, pero
los reales trabajadores aún están
esperando su pensión o liquidación, que según las mismas malas lenguas, están
volando por la estratósfera. Mientras esos obreros se mueren en la ignominia y
en la miseria.
¡¡Viva el desarrollo de
los buscavidas e hipócritas!!
Hasta la próxima
Rafael Matos Féliz
Por el Desarrollo Sostenible
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