31 de octubre de 2016

LECTURAS Y VIVENCIAS DE CARLOS DARÍO (Lunes 30 de octubre, 2016)

La Música en el Castillo del Cielo (III de III)

Por Carlos Darío Sousa S.*

Resultado de imagen para la musica en el castillo del cieloLa biografía sobre Juan Sebastián Bach escrita por John Eliot Gardiner, es de eso libros cautivantes, que como ocurre muchas veces con las cosas buenas, uno no quiere que termine. La exuberante personalidad de Bach, sus creaciones que no se limitaban solamente a la composición sino,
además, a la formación de profesionales ejecutantes de música, y a como los unía con vínculos de amor hacia los instrumentos que ejecutaban, o como en determinadas circunstancias trató de imponer respeto cuando se interpretaban las obras en el marco de las iglesias donde, a pesar de las creencias actuales, se ejecutaban todo tipo de interrupciones, o lo que llamaríamos hoy una falta de respeto al templo, a la palabra y a la música.

Hay que colocarse en el contexto histórico en el que compone, crea, su música que va en las “Cantatas”, “Motetes”, “Suites”, “Adagio”, “Sinfonías”, “Sonata” “Requiem”, etc.

Sobre la variedad de temas, fundamentalmente religiosos, en ese contexto histórico, sobre la vida y la muerte de Cristo, tomando como base la vida de las “sagradas escrituras” del antiguo y nuevo testamento, del que no es ajeno el pueblo Hebreo.

Bach fue un gran defensor de los instrumentos musicales en uso a los que le da una participación en las ejecuciones, así vemos como utiliza instrumentos de cuerdas, ya sean frotadas, punteadas y golpeadas: frotadas, violín y las violas; punteadas como el piano,  o de  viento con soplo humano, madera o metal, en madera: dobles como Oboes, en metal  como trombas, hay que señalar que en la época de Bach, las trompetas carecían de válvulas. En percusión, entre otros, usó pieles en tensión.

Atar cada uno de los cabos que implica la construcción de cada una de las obras que compuso, nos permite valorar sus extraordinarios logros al expresar la esencia  de la escatología luterana: ideas sobre la eternidad, sobre la vida y la muerte, música que hoy día, aún, sigue siendo atractiva indistintamente de la posición religiosa que se tenga.

Es que Bach tenía el hábito de la perfección y eso lo encontramos en la Misa en Sí menor, donde se manifiesta la majestuosidad, sobriedad y meticulosidad. Para Bach como cristiano, la Biblia poseía un enorme valor referencial. Le había proporcionado textos para dramas musicales y le había ofrecido parábolas y relatos con los que podían identificarse todos los miembros de su congregación. 
En su forma latina, el Ordinario de la Misa le permitía concentrarse en temas universales y en un lenguaje sedimentado en el tiempo, con una maestría técnica que puede abarcar cualquier estado de ánimo o estilo a voluntad.

Fuera cual fuera la fuente de su inspiración, Bach nos obsequia  con la música más monumental que hemos oído hasta ahora, para transmitir la majestuosidad de Dios, y en la amplitud de su visión, comprendió su concepción del universo como un todo armonioso; sin embargo, componía en una época en que la ruptura  de la unidad social estaba ya muy avanzada y las antiguas estructuras de la religión estaban viéndose rápidamente socavadas por los pensadores de la Ilustración, y la llamada secularización.

El viejo Bach es el epítome de un músico que se esforzó durante toda su vida y que finalmente adquirió el hábito de la perfección. Fue un ser humano imperfecto, algo que no solemos tolerar de uno de nuestros héroes. La hagiolatría que lo ha seguido durante los últimos doscientos años, revela una renuencia  generalizada a aceptar la complejidad y las contradicciones del temperamento artístico  y se ha esgrimido  para impedir que pudiera verse la verdadera personalidad de Bach: su yo cotidiano, el yo que vivió al lado, debajo y dentro de la narración de su manera de hacer música, que no tenía nada de ordinario.
          
Podíamos seguir indagando sobre la vida y obra de Juan Sebastián Bach, pero es como abandonar lo esencial que es su música. Al inicio de estos artículos, refería desde cuando conozco su música. Hoy, tantos años después y de darle algo seguimiento a su obra, puedo decir con las que me quedaría y escucharía con placer y deleite. Siempre me quedaré con Las dos Pasiones, el Oratorio de Navidad. La Misa en Si Menor. Adagio in G. Minor. Suite III in D. Air On G. y por supuesto Toccata y Fuga.

Espero tener tiempo para poder seguir descubriendo su música que llega al corazón y eleva el espíritu.  

*El autor es catedrático universitario.-   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Caracola agradece su disposición de contribuir con sus comentarios positivos, siempre basados en el respeto a los demás y en la ética de la comunicación popular.