Canal Nizaíto
Por Rafael Matos Féliz
Posteriormente
al paso del Huracán Inés por el país y con la secuela de daños dejados en la
zona de Oviedo, tanto en vidas, viviendas, como en la agricultura y la
infraestructura vial, desde el gobierno se pensó en la posibilidad de crear
mejores condiciones de vida para los residentes de esa empobrecida zona. Yo era
guía de patrulla de los Boys Scouts de Barahona y me tocó ir en
tres ocasiones, con los miembros de la Defensa Civil de la época, llevar alimentos,
instalar casas de campaña, llevar ajuares para dormir y vestimentas para las
familias afectadas.
El
impacto que causó en mí aquella devastación, me mantenía solo interesado en
saber si las cosas en la zona estaban mejorando. Posteriormente, cuando en el
1967 se habló de la posibilidad de la construcción de una obra que iría a
mejorar la condición de pobreza, me invadió el entusiasmo de nuevo y nos
colocamos de inmediato a propalar lo bueno que sería que esa obra se hiciera
realidad.
Vinieron
las opiniones de los funcionarios y salió en la prensa que el gobierno estaba
planificando hacer un canal de riego en la zona de Enriquillo y Oviedo, tomando
como fuente hídrica el Río Nizaíto de Paraíso, y sus afluentes. El entusiasmo fue aún mayor y volvimos a
hablar de lo tremendo que sería esa obra. Pero debo confesar, que lo que menos
tenía yo, era información detallada de lo que se iba a hacer.
Me
tocó, antes de finalizar ese año, salir a estudiar al ISA de Santiago el
Bachillerato en Ciencias Agrícolas (una especie de Perito Agrónomo). Eso hizo
que me desligara casi por completo de lo que pasaba en Barahona y en la Región.
No existían los celulares ni el internet y solo se oían las noticias por medio
de la radio y se leían por los periódicos, y yo no tenía acceso a ninguno de
esos medios.
Me
gradué en el 1970 y me enteré que no se había hecho la obra que se anunció en
el 1967 para Enriquillo y Oviedo. Escuché que esa obra sería un gasto excesivo
y que no valía la pena su construcción. Me quedé anonadado por esa aseveración,
pero en mis adentros, me negaba a aceptar esa hipótesis. Luego, en 1971, me fui
a la UASD a estudiar Ingeniería Agronómica y me gradué en el 1976.
Para
mi dicha, mi primer trabajo como profesional fue como Técnico Agrícola en el
Instituto Nacional del Algodón en las plantaciones de Enriquillo-Oviedo. Allí
busqué informaciones acerca de la obra planteada hacía muchos años atrás y se
me dijo que eso se había dejado sin efecto porque era anti-económica.
Me
puse de nuevo a meter las cizañas sobre lo necesario de esa obra, y para mi
sorpresa, muchos enriquilleros y oviedenses mantenían la llama y la esperanza
de que algún día esa obra debería ser una realidad. Luego, para el 1978, sube al
solio presidencial Antonio Guzmán y de Enriquillo salió electo un Diputado de
nombre Milagros Terrero. De inmediato buscamos aliados locales con buena
relación con el congresista y lo motivamos para que llevara al Presidente la
idea de la obra.
De
nuevo apareció la filosofía del descarte, que plantea en forma subrepticia o
abierta, que en pobres no se gasta dinero. Se pregonaba a los cuatro vientos
que esa obra era anti-económica. Redactamos un informe contestatario en contra
de esa aberración antisocial y antiética y fuimos al Congreso a demostrar que
la obra era extremadamente rentable, pues no se estaban tomando en cuenta los
beneficios, de por vida, a la producción y a los productores de la zona.
Luchamos
incansablemente para tratar de que en las mentes de los residentes y de las
autoridades, con toma de decisión, se prendiera la chispa que posibilitara la
construcción del canal Nizaíto. Recordamos que uno de los personajes más
interesados en esa construcción fue el Ingeniero Tico Báez, de aquí de
Barahona. Posteriormente, al finalizar la década de los años 80s, el Presidente
Balaguer dio inicio a la obra y la misma fue terminada en el 1994.
A
pesar de ello, el mismo Director General del INDRHI del momento, Ingeniero
Rodríguez Gallart, seguía señalando que esa obra era faraónica por sus elevados
costos. Este episodio lo cuento para dejar en evidencia que nuestra “lucha”
por el desarrollo, tiene como centro a la gente y no un interés personal ni un
criterio puramente economicista. No buscamos una parcela, ni cuartos por la
izquierda, ni otra cosa que no fuera el bienestar de ciudadan@s excluid@s de los
bienes materiales de su propia nación.
Con
aprecio,
Rafael
Matos Feliz
Por
un Desarrollo Sostenible.
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