Hablemos de la historia de la Cultura
Por Carlos Darío Sousa S.*
Vamos a intentar hablarles de la Historia de la Cultura
Universal, y que, como dice el profesor José Antonio Maravall (Antiguos y
Modernos, 1998), debería ser “Historia de las Mentalidades”.
Karl Jasper, en su venerada obra “Origen y Meta de la
Historia” (Alianza, 1981), dice que la “historia está abierta por la
prehistoria y por el futuro y es que la historia de los hombres se ha
desvanecido en su mayor parte del recuerdo. Solo se hace accesible en mínima
porción, mediante laboriosa investigación”, y a veces por el azar con el
lanzamiento de una piedra.
La tradición de los tiempos históricos –los tiempos del
testimonio escrito- es fortuita e incompleta, y ésta, a pesar de los grandes
descubrimientos de elementos que nos dan una visión de los hechos y
confirmaciones, en otros casos, de algunos ya manejados con criterios de
realidad. Los “Rollos del Mar Muerto” –de ahí la piedra-, es un ejemplo, pero
aún se debate, por su amplitud y complejidad, de hasta dónde nos pueden llevar.
En realidad, sólo desde finales del siglo XV e inicios del XVI, pasan a los
documentos, al testimonio escrito. El futuro es un campo ilimitado de
posibilidades, no está decidido.
Entre la prehistoria, cien veces más larga, y la inmensidad
del futuro, se extienden cinco mil años de historia visible para nosotros, un
ínfimo trozo en la existencia humana, que se prolonga hasta perderse de vista.
Por ninguno de sus lados está condensada, y no se puede obtener más de ella,
una figura cerrada como una imagen integral que se sostiene por sí misma.
En medio de la historia, estamos nosotros y mi presente. Y
desde él vamos a recorrer con los instrumentos que nos han dejado muchos de los
que han recorrido con sus investigaciones, con sus teorías, con su esfuerzo
para darle sentido al hoy, con los nuevos aportes que trae la tecnología, con
los libros, para como decía Jasper “hincar el ancla del presente en el futuro”.
(Opus cit.).
Lógicamente, los cinco mil años a los que nos referimos hace
un rato, es sólo simbólico, o si se quiere, una referencia, pues el hombre –término
genérico- o lo que podemos llamar nuestro primer antepasado, hace más de dos
millones de años, allá en Tanzania, como hoy en otros cientos de lugares –en Adis Abeba (descubrimiento de Lucy), o en
Atapuercas por emplo – en el valle de Olduvai, el investigador Leakey descubría
los restos del Zinjanthropus Boisei -un antorpoide- un cráneo datado en
1,750,000 años-, que se valió de utensilios para efectuar determindas
actividades o acciones.
Podemos decir que una rara bestia produjo la primera
cultura. Y es que “a la decantación histórica de los proyectos humanos podemos
llamarla CULTURA (Fullan, 1988). Ese ser primitivo no se limitaba a esto con un
proyecto, es decir, se desconectaba de lo que Ortega y Gasset llamaba sus “circunstancias”,
y pasaba a tener a partir de ahí “un conjunto de caracteres propios de un
pueblo o raza”.
Eso era, casi, civilización. Aunque para llegar a ser
civilizado le faltarían millones, miles de años de evolución. Desde allí hasta
usar el lenguaje y exteriorizar los elementos, que le saquen del estado “salvaje”,
faltarían millones, miles de años.
*El autor es catedrático universitario.-
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