11 de abril de 2016

La Cicatriz de la Humillación

Por Porfirio López Vásquez

La palabra humillación es una palabra fea, triste, esa palabra a nadie le gusta oírla, ni le suena bonita. A nadie le gusta que lo humillen. El Líder que es Líder, usa esa palabra porque hoy, gracias a la humillación, hay países que han encontrado su libertad, grandes conflictos han sido resueltos gracias a la humillación.

El acto de Mahatma Gandhi y de Nelson Mandela fueron actos de humillación. Nelson Mandela, que siendo preso,
después de varios años de prisión injustamente, lo sacan de la cárcel y él tiene que gobernar un país que lo había ultrajado y perdona a las personas que lo habían encarcelado, esto es un acto humillación, pero con este acto salvó la vida de cientos de personas.

La humillación le da sentido a la vida del Líder, si usted no aprende ese proceso, que es sencillo, pero muy salvador, entonces como Líder le dará mucho trabajo seguir creciendo, porque el Líder es el primero que se humilla. Jesucristo lo dijo más o menos así, “yo voy a lavar los pies” y se humilló, y con eso mandó un mensaje muy interesante y dijo: “Mientras más grande, como Líder debe ser el más pequeño”. El más grande es el que más sirve, el que más obedece, el que más da, el que más trabaja y el que más ayuda. El Líder es el que se atreve a decir las cosas.

La humillación es tener la capacidad de que nosotros, aunque estemos haciendo las cosas, ir en pos del más pequeño y a veces lavarle los pies y decirle: tú tienes que echar para adelante. Porque si yo como grande no soy capaz de doblegarme, el que es más pequeño nunca se va a doblegar. Mientras las personas están más jóvenes en organizaciones e instituciones, son más rígidas, por eso vemos que los jóvenes andan derecho, erguidos, en cambio los ancianos son más flexibles, se van flexibilizando con los años. El Líder aprende a dirigir los procesos de flexibilidad.

Sólo los grandes, los nobles se humillan, sólo las personas con una mente superior tienen la capacidad de humillarse. No deje que el orgullo dañe el futuro de tu organización, de tu institución, de tu vida y el futuro de muchas gentes.
No lleves peso en tus espaldas. Un profesor le dijo a sus alumnos: tráiganme una bolsa o mochila con papas dentro y les instruyó llevársela a su casa, déjenla allí por unos días, los alumnos cumplieron con el mandato y un tiempo después, vieron que las papas se pudrieron y empezaron a oler mal. Así son las heridas no curadas, los recuerdos no olvidados, los problemas no perdonados, en tu vida, aunque no lo notes, tienen mal olor, y eso afecta tu crecimiento personal, tu organización, tu institución.

El Líder se humilla, repara corazones. El que no es Líder es arrogante y echa las cosas en el olvido.


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