Por Leonardo Plata
La historia de los pueblos la hacen los hombres y mujeres comprometidos con las mejores causas, para que la libertad y la justicia social primen sobre cualquier interés particular. Juan Pablo Duarte, hombre que abrazó la dignidad, el coraje, el desprendimiento, y sobre todo, el más alto sentimiento patriótico dominicano.
En este 26 de Enero se conmemora el natalicio de un hombre que lo dio todo para que hoy los dominicanos exhibamos con orgullo la enseña tricolor, donde están plasmadas las palabras sacrosantas de DIOS, PATRIA Y LIBERTAD; por eso hoy todos los dominicanos y dominicanas debemos venerar, respetar y seguir su ejemplo, su entrega y los ideales del dominicano que nos liberó de la opresión de la dictadura haitiana.
Duarte, hombre de fe inquebrantable y dignidad indomable, en todas sus acciones y estrategias siempre evocaba el nombre del Dios todopoderoso, en quien creía con ciego fervor.
La independencia de la República Dominicana no hubiera sido posible sin el sueño de de este hombre; por eso se comprueba que los sueños y las utopías no son imposible de realizar.
Los pueblos necesitan de estos Quijotes que luchen en sus tierras para transformar sus propias herencias, sus realidades adversas, como lo hicieron estos grandes hombres: Thomás Pine, Nelson Mandela, Martin Luther King, Ulises Francisco Espaillat, Enmanuel Sieges y el Patricio Juan Pablo Duarte. Ellos demostraron que las utopías y los sueños con voluntad, sacrificio y entrega, se pueden convertir en realidad y concretizar las verdaderas transformaciones sociales que requiere la sociedad.
Los dominicanos y las dominicanas, debemos asumir y definir nuestros propios sueños desde una posición crítica con nuestro pasado, que nos permita aprender de nuestros fracasos y nuestros errores como nación, para no repetirlos. Pero también debemos buscar en nuestros triunfos, nuestros aciertos y en lo más profundo de nuestros corazones, la fuente eterna de de inspiración como la que Juan Pablo Duarte y Diez fue capaz de soñar: una patria libre y soberana de toda potencia extrajera.
El mejor homenaje al Patricio que debemos hacer los dominicanos, es amar a la patria, poner los intereses del país por encima de los interés personales; es sacrificarse por ella, respetar las leyes y las instituciones, trabajar por el desarrollo y progreso de la nación, para de esta manera, juntos, lograr el sueño al que siempre aspiró nuestro libertador: a ser libre y vivir en una nación donde se respete el derecho de los demás, donde exista una mejor distribución de las riquezas, donde haya educación, salud, que todos tengamos igual derecho de oportunidad y desarrollo, que nos permitan emanciparnos definitivamente de la corrupción, de la injusticia, y el clientelismo, para así todos los dominicanos de buena voluntad, alcanzar el sueño de DIOS, PATRIA Y LIBERTAD

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