El otro Caobo y el Almácigo (2 de 2)
Por Carlos Darío Sousa*
Les decía
del Almácigo y que sobrevivió a la Barahona Wood Company, (búsquela en el Álbum
de fotos de Don Pedro Vargas), y a los sucesores del aserradero de la calle “La
Carretera”, que luego fue Restauración, y más luego José Trujillo Valdez y
ahora Luis E. Del Monte (sí, ahí mismito donde está el Banco Agrícola y que
antes estuvo el Universal, luego el Banínter y la oficina de seguros de Luis
Suárez). Decía que el Almácigo sigue ahí y no deja de decir que sus días están
contados, luego de ver lo que le pasó al Caobo. ¡Requintos del demonio, quizás
tiene razón! O sabrá de la existencia del “Codex Gigas”, y por tanto de su
contenido y los avatares que le esperan. Pero a él no lo van a convertir en
cajas para vender fuera del país. Los embalajes, para su suerte, han cambiado,
pero no el espíritu. O como diría el poeta Dylan, hay gentes más “sigilosos que
silenciosos”, preparadas siempre para entonar el canto que más les gusta,
acompañado de machetes, hachas y sierras.
Por cierto,
yo soy el Caobo que está en el otro lado de la carreterita, pegado a la
propiedad de Beltrán, y que me tiene
podado por todos los lados, para que no me pegue de los alambres eléctricos que
pasan por ahí y que antes no existían, y que los políticos llaman progreso, a
la electrificación total.
Oí a uno que decía que la revolución se hace con
electricidad, y otro que decía que la
silla eléctrica usa también corriente o electricidad, y si no pregunten como
frieron a Caryl Chessman. Aunque viene un salsero con una canción “rara”, que “árbol
que nace torcido nunca su rama endereza”, y a mí que me han dado machete desde
que tenía unos cuantos palmos del suelo, ¿no voy a saber de qué se trata?
Venga a
fijarse para comprobarlo, y es que mañana o pasado mañana, a lo mejor, o a lo
peor, ya no estoy.
*El autor es catedrático universitario.-
*El autor es catedrático universitario.-
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