Por Carlos Darío Sousa S.*
De Peter Watson me he leído tres
libros: “Historia intelectual del Siglo XX” (2004), “Ideas. Historia
Intelectual de la humanidad” (2006); y “La gran divergencia” (2012). Todos
editados por Crítica.
En el primero, del que me voy a
referir ahora, apartándose de los convencionalismos conque suele contarse
la historia, es decir, a una sucesión de guerras, lo que algunos otros autores
han escrito, desde Sun Tzu, Maquiavelo, Kant, Clausewitz, cada uno con
diferentes visiones, o como Berg, que la pone como el motor de la humanidad, y
desastres a los que Watson contrapone a los grandes intelectuales y el aporte
al progreso con deslumbrante sucesión de ideas.
El siglo XX se caracteriza en lo intelectual, por una profunda aceptación de la ciencia, lo que no solo se debe a que ésta haya contribuido con la invención de nuevos productos, cuyo extraordinario alcance ha transformado por completo nuestras vidas. Amén de cambiar el objeto de nuestros pensamientos, la ciencia ha transformado nuestra forma de abordar dicho objeto.
Puede haber críticos que sostengan
que, por lo que respecta a la relación con la ciencia, el siglo XX no ha sido
distinto del siglo XIX o el XVIII, y que lo que estamos viviendo no es sino la
madurez de un proceso iniciado incluso antes, de la mano de Copérnico y Francis
Bacon. En cierta medida, tiene razón Claude Lévi-Strauss, al plantear que los
filósofos no pueden vivir al margen de la ciencia, ya que ésta ha revolucionado
las normas que rigen el intelecto. Sin embargo, el siglo XX se diferencia de
los precedentes en tres aspectos fundamentales.
En primer lugar, hace cien años o más,
la ciencia era más bien un conjunto dispar de disciplinas que aún no se habían
centrado en los fundamentos de la naturaleza inferido. John Dalton había inferido
la existencia del átomo, pero nadie había llegado siquiera a identificarlo ni
tenía la más remota idea de cómo estaba configurado.
El segundo rasgo que diferencia al
siglo XX de los precedentes, radica en el hecho de que se han unido en su
transcurso de forma consciente y convincente, varios ámbitos de investigación,
con el fin de elaborar una historia coherente del mundo natural. Esta historia
abarca la evolución del universo, así la de nuestro planeta, sus continentes y
sus océanos, los orígenes de la vida, el proceso de población del orbe y el
desarrollo de las diversas razas, con sus diferentes civilizaciones.
En tercer lugar, la ciencia del siglo
XX se distingue de épocas anteriores en el terreno de la psicología, en la que
se ha privatizado el yo y se ha dejado relativamente vacante el ámbito público.
El ser humano miró en su interior, de una forma que le había estado vedada con
anterioridad. El declive de la religión formal y el auge del individualismo,
hicieron que el hombre del siglo XX sintiera de forma distinta de como lo
habían hecho sus antepasados.
Watson habla de “aceptación de la
ciencia”, para indicar que, además de que el público general se vio
condicionado por los avances protagonizados por la propia ciencia, las demás
formas de pensamiento o actuación, se adaptaron a ella, pero, o bien
reaccionaron frente a ella, pero en ningún momento pudieron ignorarla.
El libro está dividido en cuatro
partes y consta de cuarenta y dos capítulos, en poco más de novecientas páginas.
La primera parte “De Freud a
Wittgensteim. El sentido del principio”; la segunda “De Spengler a
Rebelión en la Granja. El malestar de la cultura”. La tercera parte “De Sartre
al mar de la tranquilidad. La nueva condición humana y la Gran Sociedad”. La
cuarta, “De la contracultura a Kosovo. La opinión de nadie y la opinión de
todos”.
Cada parte está dividida en
capítulos. De la primera: La paz perturbada; Una casa en mitad del camino; El
corazón de las tinieblas de Darwin; les demoiselles du modernisme; La mente
práctica de los EEUU. E=mc2, ///; Escaleras de sangre; El volcán; y finalmente,
El contraataque.
La segunda parte consta de los
siguientes temas: El eclipse; Una tierra baldía adquisitiva; La Middletown de
Babbitt; El ocaso de los héroes; La evolución de la evolución; La edad dorada
de la física; El malestar de la cultura, Inquisiciones; Débil consuelo; El
legado de Hitler; El Colossu; Un viaje sin retorno; Luz de agosto.
La Tercera parte consta, también, de
diez capítulos: París, año cero; Hijas y amantes; La nueva condición humana; El
canon se resquebraja; Fuerzas de la naturaleza; Mente menos metafísica;
Manhattan transfer; Igualdad, libertad y justicia en la Gran Sociedad; La
longue durée y, finalmente, Cielo y tierra.
En la cuarta tenemos: Una nueva
sensibilidad; Safari griego; French collections; Bien y bienes; El precio de la
represión; Conocimiento local; La idea grande que ha existido nunca; El imperio
contraataca; La guerra de la cultura; El profundo orden del caos.
*El autor es catedrático
universitario.-
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