Por Alejandro Santana
Los procesos electorales dominicanos son el mejor momento para
cometer tropelías, acciones descabelladas e invasiones de terrenos y borrado de
murales y pinturas patrimonio de todos, sin que pase nada.
Desde los años en que el doctor Balaguer nos gobernaba, aprendimos
a dejar pasar las acciones descabelladas, hasta las que ponen en juego la
eficacia de las autoridades.
Es decir, que para esas fechas, grupos de delincuentes se apropiaban
de lo que no era de ellos y nada pasaba, no se podía perder el voto de esas
gentes.
Y precisamente en esta ciudad de Barahona, en tiempos de campaña,
de reelección, un pastor evangélico, hombre fuerte y poderoso, decidió que se
borrara un mural artístico que nos regalaron verdaderos hijos de este pueblo
que vinieron de tierras lejanas, a plasmar como testimonio de vinculación para
con los suyos, esta obra de arte que a los ojos de ese poderoso y fuerte resultó
promiscua.
Y no ha pasado nada, las autoridades que debieron iniciar un
proceso judicial por violación a la cosa pública, no han dicho nada. Claro! estamos en campaña, y ese hombre fuerte y poderoso tiene en sus manos varios
votos que si se disgregan, los podían hacer tambalear.
Pero el asunto es más grave aún, los intereses se han interpuesto,
tenemos candidatos a cargos electivos de barahoneros que toda la vida han
protestado por las malas acciones y no han dicho esta boca es mía, ellos
también están en campaña.
Tampoco quieren perderse esos votos, ya muy comprometidos con
otros candidatos a los cargos de Alcalde, Regidor, Senador y Diputados. ¡Vaya, qué ciudadanos nos gastamos los barahoneros!
Sin lugar a dudas que los tiempos de campaña son el escenario
propicio para cometer cualquier tipo de fechoría, sólo hay que definirse como
votante a favor de los que nos gobiernan y hasta decir que poseemos más de
cinco votos.
Hoy, viendo las redes, me impacta una nota fechada en Nagua, donde
un encapuchado penetra a un cuartel del Ejercito de la República Dominicana y se
lleva a un preso que había sido encarcelado en allanamiento con dos pistolas y
drogas, así de simple, como si se tratara de una acción de los Tupamaros.
Así no podemos seguir, las instituciones, más las del orden, la de seguridad Nacional, no pueden seguir siendo burladas por delincuentes
armados, por desaprensivos que entienden que están por encima de la ley.
Es posible que para muchos ese acto sea motivo de
celebración, pero para los ciudadanos que apostamos al orden, es motivo de
preocupación, cosas como estas no deben seguir ocurriendo sin que pase nada.
Los cuarteles, tanto los del Ejercito, como de la Policía, deben ser
recintos resguardados efectivamente, porque en el respeto hacia ellos está la
seguridad del ciudadano.
Si celebramos el caso de Nagua, ya los cuarteles no serian el
refugio seguro para quienes tienen la necesidad de acudir a ellos para que se
les preserve la vida luego de un accidente de tránsito, donde haya desgracias
que envuelvan a ciudadanos.
La autoridad no se puede perder y no importa que estemos en
campaña electoral para actuar, es mejor perder dos votos para preservar el
orden y la seguridad ciudadana, y los buenos ciudadanos siempre aplaudiremos
acciones encaminadas al respeto del orden Constitucional.
Debemos reflexionar, las invasiones de tierra, el borrado de
murales y pinturas que son patrimonios de todos, igual que el asalto a un cuartel
para poner en libertad a un reo, es algo peligroso que las autoridades no deben
seguir dejando pasar por alto, se requiere de acción rápida, no importa que
estemos en campaña, porque la Nación debe estar por encima de cualquier
apetencia política.
Las leyes y su ejecutorias reguladoras deben ser aplicadas
hasta en Viernes Santo, sin privilegios, sin distingos de credo, razas y
preferencias políticas. El país, los ciudadanos, las leyes, son cosas que deben
ser de primer orden en cualquier país y su aplicación no debe tener receso, su aplicación es nuestra fortaleza institucional.
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